La geopolítica siempre ha influido en el panorama energético global y, en particular, en el de los combustibles fósiles. El caso arquetípico es el de la crisis energética de los años setenta. No obstante, el contexto actual de tensiones energéticas y volatilidad de los mercados ha vuelto a poner sobre el tapete la relevancia de la geopolítica en el suministro y precio de los combustibles fósiles y, en particular, del gas. Un ejemplo de esto es el caso europeo, donde tanto Argelia como Rusia están privilegiando los gasoductos directos (Medgaz y Nord Stream), frente a aquellos que transitan por terceros países como Marruecos o Ucrania, por motivos e intereses que van más allá de lo económico.
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