Decía Concepción Arenal que en las puertas de las prisiones debía colocarse un lema: “Odia el delito y compadece al delincuente”. Los tiempos del racionalismo y humanitarismo penitenciario han retrocedido hasta etapas que nos sitúan en estadios previos a la reflexiones de Cesare Beccaria, allá por el año 1764. No es el momento de lamentaciones sino de afrontar dialéctica y serenamente la avalancha de propuestas en pro del endurecimiento permanente de las penas de prisión.
According to Concepción Arenal, prison-gates should exhibit the following motto: “Hate crime and feel sorry for the criminal”. Times of a rational and humanitarian penitentiary have stepped back to stages previous to Cesare Beccaria´s considerations written around the year 1764. This is no time for sorrow; we have to face quietly the dialectic and the landslide of proposals leading to a permanent tightening of prison sentences.
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