Durante el siglo XX el cooperativismo ha tratado de vincular aquello que la economía convencional ha tratado de disociar, lo económico y lo social. El cooperativismo se ha caracterizado en gran medida por la búsqueda de equilibrios. Este planteamiento supuso conjugar el quehacer económico del mercado con la función de socializar los beneficios empresariales, sobre la base de un concepto distinto al imperante de ser y hacer empresa.
Sin embargo, ¿está el cooperativismo armado para ofrecer o ensayar respuestas adecuadas frente a la actual crisis socio-ecológica desde un ethos propiamente cooperativo? La urgencia de actuar frente a la catástrofe socio-ecológica no es menos acuciante que la de hacerlo a partir de un marco teórico cooperativo.
En este artículo se plantea la solidaridad cooperativa como categoría para articular un discurso que vehiculice una práctica cooperativa coherente con los postulados básicos de la economía ecológica, a saber, el carácter abierto e interdependiente de la economía. Y ello se plantea así, porque hoy lo social pasa por lo medioambiental.
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