Burgos, España
El propósito de esta investigación es verificar si el tipo de proceso de mediación familiar que se desarrolle y la formación de la persona mediadora que lo lidere, tienen una importancia cardinal en el resultado y efectos de esta herramienta de solución alternativa de conflictos.
Es notorio que un proceso de mediación familiar, que favorezca el acuerdo entre las partes a través del diálogo, es una mejor alternativa que la imposición de una resolución o sentencia que imponga un tercero. Pero este resultado también puede obtenerse en una negociación entre partes o asistida por un letrado e incluso en una conciliación judicial. La hipótesis que se presenta es que el proceso de mediación familiar en el que se trabaja con una visión tridimensional, además de alcanzar acuerdos, puede llegar a transformar la relación entre progenitores permitiéndoles concluir sanamente ese capítulo de su vida, entenderse a sí mismos y comprender al otro, legitimar su historia y circunstancias, empoderarse y aprender recursos para seguir consensuando todo lo relativo a los hijos e hijas mientras éstos crecen y ambos deban seguir ejerciendo la patria potestad de manera conjunta. Para que este proceso tenga efectos tridimensionales debe trabajarse por mediadores y mediadoras con este enfoque lo que sin duda requiere una formación específica e implica una actitud y carisma restaurativo del o la profesional que lo desarrolle.
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