N.º 53La autoficción teatral

 

RESEÑA

El teatro transgresor, de Jesús Campos GarcíaEl teatro transgresor de Jesús Campos García

Olivia Nieto Yusta
Grupo de Investigación del SELITEN@T
olivianieto.nieto@gmail.com

Ruth Gutiérrez Álvarez,
Madrid, Fundación Universitaria Española, 2019, 470 págs.

 

 

 

A lo largo del siglo XX y especialmente en el XXI han proliferado en nuestro país los estudios sobre teatro. Los enfoques adoptados son diversos: desde los estudios que abordan la materia desde un punto de vista técnico o teórico hasta los recorridos a lo largo del tiempo que permiten conocer la evolución de su lenguaje. A estos se añaden los enfoques interdisciplinares, que advierten lazos e intercambios del teatro con otras artes, y los monográficos dedicados a la vida y obra de un profesional de la escena. Posiblemente este último sea uno de los estudios más interesantes en tanto nos permite conocer de cerca la personalidad artística de un creador y el contexto en el que ha desarrollado su trayectoria profesional. En este sentido contamos con una nueva aportación: El teatro transgresor de Jesús Campos García de Ruth Gutiérrez Álvarez. La Fundación Universitaria Española, desde hace años, cuenta con la colección Tesis Doctorales “Cum Laude” con la que da a conocer trabajos de investigación dentro del campo de las Humanidades. En este caso se trata de un estudio en profundidad de uno de los hombres más prolíficos de nuestro país. Jesús Campos García (Jaén, 1938) es dramaturgo, director, escenógrafo y actor. Su dilatada trayectoria, que se remonta a la época franquista y, a día de hoy, sigue en plena efervescencia, le ha permitido cosechar más de una veintena de premios entre ellos el Lope de Vega, Tirso de Molina, Carlos Arniches, Borne, Eulalia Asenjo de la Real Academia Española y el Premio Nacional de Literatura Dramática. A su producción se suman talleres, docencia, gestión cultural, investigación y la lucha incansable de un activista que vela por un teatro de mayor calidad, por la creación de herramientas que doten al público de un espíritu crítico, por la mejora de los canales de distribución y difusión, por una mayor inversión en Cultura… en definitiva, por una revitalización del tejido teatral español.

Hablar de Jesús Campos García no es tarea fácil. Su “no método” y su constante espíritu de reinvención le hacen inclasificable. Con todo ello Ruth Gutiérrez ha sido capaz de rastrear las constantes que subyacen tras la producción de nuestro autor y que de alguna manera conforman su identidad teatral. En lo que se refiere a su modus operandi, creación dramática y práctica escénica van de la mano en el proceso creativo de Jesús Campos para quien es imprescindible trabajar el texto dramático a los pies del escenario. De poco sirven los modelos, sistemas teóricos y patrones dramatúrgicos por sí solos si después no son corregidos y adaptados a la dimensión escénica. Para nuestro autor cada creación se comporta como un organismo vivo en el que todos sus componentes (texto, dirección, diseño escénico) forman parte de un ente autónomo. Esta concepción del teatro como una creación “total” le ha llevado a asumir, a lo largo de su carrera, la mayoría de estas funciones dentro de un mismo proyecto. Tal es así que a sus dotes como autor y director se suma una faceta más, la de ese “hombre enamorado del teatro” en palabras de Francisco Nieva que es el escenógrafo. Las experiencias vitales, las emociones y los conflictos no resueltos son la materia prima con la que trabaja el dramaturgo en un proceso creativo en el que la libertad tiende a imponerse a través de motores como el inconsciente y la introspección interior. Su espíritu inconformista le lleva a revisar los géneros dramáticos y las fronteras canónicas que tradicionalmente se han establecido entre ellos para experimentar y moverse con absoluta libertad entre el sainete, la alta comedia, la tragedia, el teatro histórico e incluso el auto sacramental. Asimismo el tiempo y espacio dramáticos son sometidos a deformaciones que escapan a patrones establecidos. Esta libertad es decisiva en la creación de Jesús Campos tal y como pone de manifiesto en la siguiente cita recogida por Ruth Gutiérrez: “siempre escribo sin saber por qué, y sin saber el qué, no digamos ya el cómo, y es por tanto la obra la que se autogenera”. Dentro de esta libertad creadora aflora un fuerte compromiso político que sirve de común denominador a muchas de sus obras. Piezas como La cabeza del diablo, Es mentira, Matrimonio de un autor teatral con la Junta de Censura o la pieza infantil Blancanieves y los siete enanitos gigantes, ponen de relieve las caras más crudas del poder como forma de dominación y corrupción, de censura, de privación de libertad, tanto en instituciones políticas como religiosas, en espacios públicos y privados; un dilema al que tienen que enfrentarse unos personajes que luchan por su supervivencia. No escapan a este retrato social lacras como la violencia de género en sus distintas manifestaciones (el sistema patriarcal, la cosificación de la mujer, el machismo o el acoso laboral) que podemos encontrar en obras como Entremeses variados, En un nicho amueblado o Nacimiento, pasión y muerte de… por ejemplo: tú. A estos temas se suman otros que preocupan a nuestro autor como el sistema capitalista y la alienación de la sociedad (7000 gallinas y un camello), la situación económica actual y el crecimiento descontrolado de los mercados financieros (… y la casa crecía) o la crisis permanente en la que está sumida el teatro. No faltan cuestiones trascendentales como la muerte, o experiencias próximas a la misma como son la enfermedad y la decrepitud, que sume a sus personajes en una profunda reflexión (es el caso de Patético jinete del rock and roll o las piezas breves “El club de la tragedia” y “Danza de veraneantes”); o el devenir del hombre (A ciegas) en muchos casos bajo una óptica pesimista. Estos ejemplos tan solo son una pequeña muestra del fascinante mundo dramatúrgico de Jesús Campos en el que tienen cabida el absurdo, lo grotesco, la dimensión existencialista, el humor, el realismo y el surrealismo, las formas populares y la experimentación formal que hacen de él, en palabras de Ruth Gutiérrez, un “autor inclasificable”. Es por todo ello que recibimos con entusiasmo esta publicación, un estudio muy esperado a la par que necesario de uno de los dramaturgos españoles más activos y transgresores de nuestro teatro contemporáneo.
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