En los momentos más bajos de popularidad y aceptación, al Gobierno de Aznar le han cambiado el diálogo por la protesta callejera. Los camioneros colapsan Madrid por un gasóleo más barato; los funcionarios protestan por la congelación de sus salarios, y los estudiantes se manifiestan en defensa de la enseñanza pública. Es el preludio de lo que se presupone un otoño al rojo vivo, con anuncio de huelgas generales.
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