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Varia

De nuevo sobre los nombres medievales de la lengua de Castilla

Rafael Cano Aguilar

Résumés

Ce travail analyse les dénominations médiévales de la langue de Castille en se fondant sur les corpus ADMYTE et CORDE. L’étude prouve que jusqu’à la fin du XVe siècle la forme dominante fut romance, sans doute la plus ancienne, commune aux autres langues romanes. À côté, on en trouve d’autres génériques comme vulgar (latinisante, bas Moyen Âge) et lenguaje (XIIIe siècle) ou lengua (XVe siècle). Parmi les dénominations spécifiques, castellano et d’autres formulations recourant au terme Castilla dominent dans les textes historiographiques alphonsins, et seront réutilisées par Nebrija. Español est à peine documenté, mais d’autres qui annoncent la future identification de castellano et español le sont déjà. Enfin, ladino et latino peuvent faire référence aussi au roman castillan, plus particulièrement ladino, mais leurs histoires sémantiques et leur usage présentent des particularités bien précises.

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Texte intégral

1. Estudios previos

  • 1 No hay que olvidar que en la época medieval en Castilla se hablaban muchas otras lenguas: distintos (...)
  • 2 Amado ALONSO, Castellano, español, idioma nacional (1ª ed. 1943), 5ª ed., Buenos Aires: Losada, 197 (...)
  • 3 José MONDÉJAR, Castellano y Español. Dos nombres para una lengua, en su marco literario, ideológico (...)

1La cuestión de las denominaciones otorgadas a la lengua dominante de Castilla1 durante la Edad Media ha sido ya debatida en diversas ocasiones, aunque, ciertamente, no de forma exhaustiva. El clásico estudio de Amado Alonso2 apenas les presta atención, y se ocupa de ellas simplemente como entrada al verdadero núcleo de su interés, la tensión entre castellano y español desde el inicio de la Modernidad, con la irrupción de español en el XVI, su posterior asentamiento, y las diversas naturalezas de su enfrentamiento con castellano en la España europea y en la América hispana. Tampoco la investigación de Mondéjar3 se demora en la época medieval, aunque sí se ocupe con mayor detenimiento de lo que ocurre en el siglo XV, con la “aparición” y “arraigo” del Humanismo.

2Alonso observa muy justamente cómo la denominación genérica romance era la única necesitada en la época altomedieval, pues las posibles precisiones geográficas “romance leonés / castellano…” no serían sino eso, precisiones de uso espacial de determinadas variedades, pero no necesariamente nombres de lenguas (al modo en que “español americano” designa hoy una variedad y no un nombre de idioma). Romance y el más tardío lengua vulgar serían distintos modos de denominar el habla común en oposición al latín. No obstante, las fórmulas de precisión espacial fueron ganando terreno, “romance castellano” y, finalmente, castellano solo, como sustantivo. Sin embargo, en este punto en la exposición de Alonso parece haber un error de cronología, y una contradicción. El primero consiste en la aparente vinculación del desarrollo de esas denominaciones espaciales con el asentamiento literario y cultural del castellano paralelo al declive de otros romances:

Cuando el cultivo literario y el auge de la cultura general dan al romance de los castellanos consistencia y personalidad, mientras palidece el romance en las otras comarcas peninsulares, va extendiéndose la fórmula de “romance castellano”, y, por fin, “castellano”, ya hecho nombre (A. ALONSO, op. cit., p. 12);

3Como veremos (y como es sabido), castellano, como adjetivo o como sustantivo, se expandió mucho antes de que los otros romances peninsulares “palidecieran” (es de suponer que solo en la escritura) y sin ninguna relación genética con ello, máxime cuando Alonso recurre a la General Estoria para ejemplificar las fórmulas espaciales (“de Castilla”, “castellano”, etc.) de denominación del idioma. La contradicción, por su parte, aparece cuando ha de reconocer (ibid., p. 13) que las denominaciones genéricas perduraron mucho más tiempo, incluso en la época de uso de español; y poco antes, en el s. XV, seguían aún como dominantes frente a las denominaciones específicas.

  • 4 Es significativo que Mondéjar no utilice para la cronología interna de la Estoria de España la exha (...)
  • 5 Tampoco parece muy acertado considerar un “paso atrás sociolingüísticamente” el uso de romance desp (...)

4El estudio de Mondéjar, si bien ofrece más datos, muestra una línea argumental notablemente confusa. Así, contrapone, sin extraer ninguna conclusión, dos cronologías en el avance de castellano, como adjetivo o como sustantivo: la que ofrecen la Estoria de España y la General Estoria, de donde parece inferir (op. cit., p. 26) que castellano solo se consolida en el último tercio del s. XIII, en la redacción post-alfonsí, posterior a 1289, de la Estoria de España4; y la que ofrecen los libros astronómicos, donde castellano es ya general desde 1256 (ibid., p. 27 y sigs.). Por otro lado, frente a Alonso, cree (ibid., p. 33) que castellano como sustantivo surgió de expresiones como “lengua / lenguaje castellano” y no de un escasamente documentado “romance castellano”. En cuanto a este último término, romance, tras recorrer sus distintos valores medievales, incurre en el error de creer que tras su empleo habitual como nombre de la lengua en el XIII no volvió a ser frecuente “hasta el XVI, por obra de los humanistas” (ibid., p. 43): como se verá, la documentación recogida para este trabajo, desmiente categóricamente tal suposición5. Finalmente, en lo que se refiere al siglo XV, más que a cuestiones de denominación de lengua, atiende Mondéjar a las valoraciones disminuidoras o enaltecedoras del “romance” (nombre este, por cierto, el más habitual en la época, contra lo que había dicho pocas páginas atrás).

  • 6 Manuel ALVAR, “Acepciones de ladino en español”, in: Homenaje a Pedro Sáinz Rodríguez. T. II: Estud (...)
  • 7 Johannes KRAMER, Die Sprachbezeichnungen Latinus und Romanus im Lateinischen und Romanischen, Berli (...)

5No pueden citarse otros trabajos centrados en las denominaciones medievales de la lengua prototípica de Castilla. En general, los estudiosos siguen a Amado Alonso, se desentienden de la cuestión, o se ciñen a seguimientos monográficos de ciertos vocablos (véanse los estudios citados en nota6). En este sentido opera también el exhaustivo estudio de Kramer7, quien persigue las herencias de latinus y romanus/romanicus en toda la Romania como nombres de las respectivas lenguas; en lo referente a España, y en concreto al castellano, su exposición sigue estrechamente los datos ofrecidos por Alonso, Alvar y Corominas especialmente. Por todo ello, puede ser útil un replanteamiento de la cuestión, ceñido a la época medieval, y basado en los modernos corpus textuales, fundamentalmente ADMYTE (Archivo Digital de Manuscritos y Textos Españoles) y el académico CORDE (Corpus de Referencia Diacrónica del Español), junto a otras calas más ocasionales. En este sentido, se intentará precisar, no solo la distribución cuantitativa y cronológica de las diferentes formas con que se designó el castellano en la Edad Media, sino también su distinta distribución a través de las diversas tradiciones textuales y discursivas.

2. Las denominaciones genéricas

6Las denominaciones para el habla ordinaria, general, en la sociedad medieval castellana (con solo expresión oral o ya integrada en la escritura) son básicamente dos: las distintas formas y combinaciones de romance y las de vulgar. Pero también lenguaje o lengua pueden emplearse alguna que otra vez para formas específicas de lengua histórica, concretamente el castellano.

2.1. Las formas de romance

  • 8 J. KRAMER op. cit., p. 85-86.
  • 9 La expresión en que aparece, román paladino, se ha empleado alguna vez en época moderna como un eco (...)

7La denominación genérica aparentemente más antigua, en la documentación románica de Castilla, y extendida es romance. Deriva, probablemente, de un adverbio romanice ‘al modo romano’, no documentado antes del siglo XI, pero que debió existir (al igual que (lingua) romanica), para poder así explicar los derivados galorrománicos, iberorrománicos e italorrománicos del norte8. El término puede ser perfectamente una evolución patrimonial castellana, sin necesidad de pensar en un préstamo galorrománico (del fr. romanz ~ romanç ~ romans, o del prov. roman(t)z ~ romans). En el XIII alternan romance (romançe) y la apocopada romanz, forma esta que siguió siendo la preferida en el XIV en los escritos navarros y aragoneses. Solo una vez, en la Vida de Santo Domingo de Berceo (2a) se halla roman9 (únicamente, al parecer, en el ms. S, pero romaz en el de la Academia de la Historia y romançe en el de la RAE, este claramente hipermétrico): podría ser simplificación del grupo consonántico final de la apocopada romanz, o derivación directa del adverbio romane (casi inusitado en latín: pudo haber sido un equivalente del más habitual lingua romana ‘latín’), o tomado del fr. roman, al que Kramer cree rehecho analógicamente, como forma oblicua, a partir de romans, creído nominativo por su –s (op. cit., p. 151-152).

  • 10 A los que habría que añadir el de “romançar su dictado [de Santa Oria]”, si se entiende, como es ha (...)
  • 11 No es cierta, pues, la afirmación hecha por Mondéjar (op. cit., p. 26), si bien con ciertas reserva (...)

8Romance es casi la única forma empleada por Berceo, si bien no es autor que prodigue las denominaciones lingüísticas (solo hay tres casos, repartidos en tres obras, las Vidas de San Millán y Santo Domingo, y el Martirio de San Lorenzo10). Y es, en el siglo XIII, la forma claramente preferida por la lengua jurídica, aunque no se halle en los documentos más primitivos, estos nada proclives tampoco a los nombres de lenguas. Aparte de aparecer en algunos documentos regios emitidos por Alfonso X, o en la versión de 1296 del Fuero de Alcaraz, su presencia es absolutamente dominante en las Partidas alfonsíes (62 casos, de un total de 80 denominaciones de lengua). Fuera de ahí, solo tiene esporádicas apariciones en la prosa histórica: dos casos en la Estoria de España y otros dos en la General Estoria (en esta última, además, dos casos con especificación local: romanz castellano, romanz de Castiella)11; en la prosa científica, es casi exclusivo del Lapidario (7 apariciones), mientras que el resto de este tipo de obras prefiere claramente castellano, solo o en combinación (salvo el único caso del sust. romanço, en el prólogo del Libro de la Açafeha).

9En el s. XIV la distribución textual de romance es más amplia: documentos jurídicos, traducciones de relatos históricos, libros de viajes…, si bien en ningún caso su frecuencia absoluta es elevada (aunque, eso sí, siempre superior a otras denominaciones, salvo, como se verá, en las Crónicas herederas de la tradición alfonsí). Es en las obras de Don Juan Manuel donde esta supremacía es más notable: 12 casos de romance de un total de 15 denominaciones lingüísticas.

  • 12 La afirmación de Mondéjar (ibid., p. 34) de que romance “era el sinónimo culto […] de «castellano»” (...)
  • 13 Y en la equivalencia que da a vulgar castellano, donde parece romance la forma básica de nombrar el (...)

10En la lengua de los textos, muchos aún “medievales”, otros ya “(pre)humanistas”, del XV (mejor, desde la década de 1420 aproximadamente), el predominio de romance sigue siendo claro, y en casi todo tipo de textos, incluyendo las Crónicas: documentos jurídicos, relatos históricos y ficcionales, textos didácticos y enciclopédicos…12 No obstante, ha de reseñarse la competencia de otras denominaciones que en determinados textos, o autores (más que en tradiciones textuales), le arrebatan la supremacía: en los textos médicos el cultismo vulgar (o lengua vulgar) se emplea con mayor frecuencia (12 casos frente a 9 de romance), y ello se intensifica notablemente en las obras de Enrique de Villena (33 / 10) y en los Vocabularios de Alonso de Palencia (58 / 12: ello, a pesar de aparecer romance en el título de su obra13) y Rodrigo Fernández de Santaella (50 / 18). Frente a esta sustitución, que parece responder al clima erudito y latinizante del momento, Nebrija se revela como excepción: en él es castellano como sustantivo el claramente dominante (58 casos frente a 16 de romance), dominio que se incrementa si sumamos los 17 casos de lengua castellana y los dos de lenguaje castellano.

  • 14 P. ej. J. MONDÉJAR, op. cit., p. 34.

11Se ha dicho en muchas ocasiones14 que el uso de romance ha de entenderse en tensión frente al “latín”, por lo que sus contextos de aparición serían situaciones de contraposición de ambas lenguas. En realidad, como se irá viendo, ello es aplicable a casi todos los empleos de las denominaciones dadas a la lengua hablada dominante de Castilla. Pero es cierto que romance, normalmente, cumple esa condición. En Berceo, las Partidas y documentos alfonsíes, en las historias del XIII, romance aparece cuando se dan correspondencias, léxicas o más generales, entre latín y romance, es decir, en situaciones de traducción:

Quiero fer una prosa en román paladino / […] / ca non so tan letrado por fer otro latino (Berceo, San Millán, 2a-c)

esplanamos el fuero e tornamoslo de latin en romanz en esta guisa (A. X, Documento dirigido a Castilla la Vieja, 1256)

E decanus en latin tanto quier dezir en Romanz; cuemo omne uieio & muy cano (Primera Partida, Tít. 6, Ley IV)

12No obstante, también puede en ocasiones oponerse romance a otras lenguas, el árabe o, más raramente, el griego:

Hadit dizen en arauigo a la primera piedra de la .h. & en romanz fierro (A. X, Lapidario)

palaferna que quiere tanto dezir en griego como a çerta & ferna que es dicho por dote que quiere tanto dezir en romançe como todas las cosa que son yuntadas & allegadas ala dote (Cuarta Partida, Tít. 11, Ley XVII)

13Esta contraposición entre lenguas continuó posteriormente como el entorno principal, casi único, del uso de romance. Siguió siendo el latín la lengua a la que mayoritariamente se contrapone, pero también pueden aparecer el árabe, el griego y algunas otras (por ejemplo, el hebreo), a veces en secuencia múltiple:

lo prueua yssaias enla profeçia que vos ante dixe en hebrayco & en latyn & en Romançe (Alfonso de Valladolid, Libro de las tres creencias, fol. 19rºa, h. 1320)

El treslado de la carta e creençia que enbió con ellos, sacado de arábigo en romançe (Crónica de Juan II de Castilla, 1406-1411)

E porque las declara en ebrayco. & en arauigo. & en latin. & en romançe. por que lo entiendan los letrados judios & moros & xristianos… (Clemente Sánchez, Sermones contra judíos y moros, h. 1435)

así commo en latín dizen evandrius ensis, esto es, 'espada de Evandro', e en romançe otrosí pueden dezir 'espada alfonsí' (Etimologías romanceadas de San Isidoro, h. 1450)

Porro por lexos es aduerbio griego: y enlos mas otros logares coniunçion: mas de ligero se entiende que se puede romançar (A. de Palencia, Universal Vocabulario, 1490)

14La contraposición de lenguas, especialmente con el latín, se presenta por lo general de manera objetiva, sin valoraciones. No obstante, como se puede ver en el román paladino de Berceo o en el objetivo manifestado de la traducción en los documentos alfonsíes o en otros textos, el recurso al romance se presenta por lo común, y normalmente en forma explícita, en aras de la comprensibilidad general. En principio, esa búsqueda de comprensión puede implicar “llaneza” de estilo, sencillez expresiva:

que lo [declararé] por este nuestro romançe llana mente (Don Juan Manuel, Libro de los Estados, h. 1327-1332)

15Ahora bien, de ahí se puede pasar a que el uso del romance se deba, no ya a su carácter de lengua general, sino a que es la única comprensible para los ignorantes, con lo que el hecho de expresarse por escrito en romance acaba teniendo connotación peyorativa. Ello no es perceptible aún en el XIII, pero sí en el XIV, entre otros en autores tan diversos como Don Juan Manuel o el Arcipreste de Hita:

entendemos que para los sinples clérigos para los quales ponemos esto en romançe cumple esto (Pedro de Cuéllar, Catecismo, 1325)

los que fazen o mandan fazer algunos libros, mayor mente en romançe, que es sennal que se fazen para los legos que non son muy letrados (Don Juan Manuel, Crónica abreviada, h. 1320-1322)

¡abogado de romançe, esto ten en memoria! (Libro de Buen Amor, 353d) [según Corominas sería habitual en la época para “abogado que no sabe latín”, término despectivo]

  • 15 También acuñó Villena el adjetivo romancial, cargado igualmente de connotación negativa para el rom (...)
  • 16 “el uno en la traslaçión latina y, el más dañoso y mayor, en la interpretaçión del romançe que pres (...)
  • 17 No obstante, Palencia en su Vocabulario es ambivalente: si por un lado aduce el tópico de la pobrez (...)

16Tal connotación llega a su punto culminante en numerosos autores del XV, en quienes la renovada admiración por todo lo latino produce una notable desvaloración del romance, desvaloración que se convierte en tópico habitual de la época y que tendrá una larga vida en la cultura española. Así, en Enrique de Villena el término romancista es muy habitual para designar a poetas, lectores, que solo saben leer romance, o también a escribanos ignorantes del latín15. De ahí también el “rudo y desierto romançe”, o la “umillde y baxa lengua del romançe” de Juan de Mena en su Homero romanzado, donde afirma que la poesía homérica ya sufrió en la traducción latina, pero mucho más en la romance16. O las quejas de Alonso de Cartagena sobre que “nuestro romance non lieva bien estos vocablos”, o “non lleva bien estas diferencias” (en su Oracional de 1456). O el “estilo baxo y omilde” del romance en el que Pero Guillén de Segovia escribe La gaya ciencia en 1475. O las “dificultades del bien romançar la lengua latina” a que se refiere Alfonso de Palencia en su Tratado de la perfección del triunfo militar17. Carencias estas del romance que todavía aduce fray Vicente de Burgos en 1494, en su traducción del Libro de Proprietatibus Rerum de Bartolomé Anglicus (“la falta de vocablos por cuya carençia seria peor de entender en romançe que en latin”). Pero la descalificación del romance puede no ser solo literaria:

pecan grauemente aquellos que cantan o permiten cantar en la iglesia ninguna cosa en vulgar o en rromançe (Traducción del Libro de las donas de Francesc Eiximenis, h. 1448)

17El carácter genérico de la voz romance hizo que se utilizara para otras hablas procedentes del latín. Al conocido testimonio de Santillana, que caracteriza en su Carta-Prohemio al condestable Don Pedro de Portugal al italiano Guido Janunçello y al provenzal Arnaldo Daniel como poetas “en Romançe”, pueden añadirse otros:

& aquel llamauan los franceses en su romance Corualan (Gran Conquista de Ultramar, ed. impresa de Salamanca, 1503, fol. 14rºa)

e si alguno demanda por que aqueste libro yes scripto en Romanz segun el patron de françia… (Brunetto Latini, Libro del tesoro, fol. 8vºb, h. 1400-1425) [la traducción es aragonesa, si bien la expresión con que se indica esta es la general: “…traslato de latin en Romanz”]

18Y a partir del sentido de “lengua común, usual en una sociedad”, puede aplicarse a otras lenguas no románicas, como el griego, o como cualquiera de las usadas por los destinatarios de las predicaciones apostólicas:

E sobre aquello que fueron aduchas de Grecia a Roma aquellas leyes del rey Júpiter cuenta maestre Godofré que las leyes de Júpiter antes fueron que las de los romanos que usan agora, e que de las que él fizo ovieron el comienço, e que dend fueron sacadas, e diolas él primero en romanz de Grecia (General Estoria, Primera Parte)

mas ellos fablando en vn lenguaje qualquier que fuesse, todos los oydores quantoquier fuessen de diuersos lenguajes: entendia cada vno su proprio romance (Gonzalo García de Santa María, Evangelios e epístolas con sus exposiciones en romance, 1485)

  • 18 En la Visión deleytable de Alfonso de la Torre (1430-1440) se emplea el sintagma lengua romana para (...)

19Por su historia semántica, parece obvio que romance, pese a las desviaciones referenciales que acabamos de señalar, nunca denominara al “latín”. Sin embargo, en su Vocabulario español-latino de 1495, Nebrija da como equivalente de romance a lengua romana, expresión esta única para el romance en la historia del castellano18, y como correspondientes en latín sermo romanus y sermo latinus (al igual que romançar corresponde a in sermonem romanum / latinum uerto). No parece que se trate de verdaderas “traducciones” de un mismo sentido o referente de una lengua a otra, sino de equivalencia de situaciones, en latín y en castellano, para denominar la lengua de uso.

20No son habituales las precisiones geográficas unidas al término romance. Solo hay dos casos en el XIII, ambos en la General Estoria, de romanz castellano, y hay que esperar hasta el XV para encontrar alguna mayor presencia (no muy elevada, ciertamente) de romance (romançe) castellano, en Villena, textos didácticos, Nebrija o algunos relatos caballerescos. Más restringida es aún la presencia de romanz de Castiella, que se limita a dos apariciones en la General Estoria. Tiene, pues, razón Mondéjar (op. cit., p. 33) cuando critica a Alonso (op. cit., p. 12) por vincular la aparición del sustantivo castellano a un escaso y más bien tardío romance castellano. Por último, para redundar en la referencia al idioma propio de autor y receptor(es) del texto puede aparecer, aunque mucho menos que con otras denominaciones, el posesivo nuestro, tanto en algunos de los casos en que romance va precisado espacialmente (nuestro romance castellano / de Casti(e)lla) como cuando va solo.

2.2. Las formas de vulgar

21Respecto al empleo de vulgar, bien como adjetivo (normalmente, con lengua), bien como sustantivo solo, para nombrar la lengua de Castilla, hay que diferenciar dos situaciones temporales y textuales. En documentos, fueros, etc. del XII y comienzos del XIII que mantienen el uso de la forma “latina” para la escritura es habitual encontrar expresiones con vulgus como sujeto de un “dice”, o en ablativo, con las que se introducen formas léxicas romances más o menos disfrazadas de “latín”:

eis praecipicia, quod vulgus fogios vocat (Fueros obispado Compostela, h. 1113)

non det pedagium, quod vulgo dicitur portazgo (Fuero de Balbás, 1135)

Pro cuba que vulgo dicitur tina (Fuera de Zorita de los Canes, h. 1218-1250)

22Pero para encontrar vulgar, o cualquier otro miembro de su familia léxica, en textos castellanos con referencia lingüística hay que esperar a mediados del XIV. En principio, puede referirse a la lengua usual de cualquier dominio lingüístico:

  • 19 De los 39 ejemplos de la familia de vulgo documentados para el XIV por CORDE, 32 pertenecen a un so (...)

& tienen propio lenguaje & propias letras & en vulgar palabra pronunçian las divinas escripturas (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350) [se refiere a los armenios y su lengua]19

el conçebido entendimiento transferiendo en alguna de las vulgadas lenguas, segúnd aquí fize en la castellana (Villena, Traducción y glosas de la Eneida, h. 1427-1428)

mas sea el vino añejo citrino enel color, el qual es dicho en vulgar prouençal castayuch medianero (Traducción del Libro de las pronósticas de Gordonio, 1495)

el qual, desseoso del bien común, la mandó bolver en común vulgar francés (La historia de los nobles caballeros Oliveros de Castilla y Artús d’Algarbe, 1499)

23De ahí que para precisar que se refiere al castellano se utilice el posesivo nuestro, empleo más habitual con este término que con otros:

es asaber que en nuestro vulgar se dize & leuolo alas naues delos griegos (Guido de Columna, Historia Troyana, h. 1350)

E sera enel mjenbro grande fexugeza que en nuestro vulgar quiere dezjr pesgueza (Cirugía rimada, 1412)

& dezia vna vez en arauigo & otra en nuestro vulgar enesta guisa (Rodríguez de Almela, Valerio de las historias escolásticas, 1487)

24Parece tratarse, pues, de un cultismo erudito, quizá sin conexión con las viejas apariciones de vulgus, dadas sus primeras apariciones del XIV en textos traducidos del latín. Quizá pudo influir también el modelo italiano, donde volgare era la denominación habitual en la época para el habla vernácula. En todo caso, el cultismo arraigó en los textos de la época, en especial en la segunda mitad del XV (su sentido más frecuente, de donde partía el uso como denominación de lengua, era “lo común”, “lo ordinario”, “lo general”). Son varias las formas que adopta, aparte de vulgar solo, con o sin artículo, como sustantivo:

& son quasi blancas E en vulgar se dizen amarillas o çerezas agrestas (Tratado de plantar o enjerir árboles…, h. 1385-1407)

E nombra el regno de Pelopeya, maguer que en latín diga "reinos" en este lugar […] E por eso en el vulgar puse regno (Villena, Traducción y glosas de la Eneida, h. 1427-1428)

25Puede encontrarse en la forma adverbial vulgarmente:

siguesse que este adverbio, donec, que vulgarmente significa fasta (El Tostado, Libro de las paradojas, 1437),

  • 20 No siempre con este adverbio hay referencia a la lengua común, frente a la latina, sino a expresion (...)

que, entre otros, es usada con cierta habitualidad en los repertorios léxicos de Palencia o Santaella como elemento de variación20. Se combina muy frecuentemente con lengua (mucho menos, con lenguaje):

  • 21 En Villena es habitual encontrar el adjetivo antepuesto: vulgar lengua. Además se hallan en él vari (...)

un tractado breve por él ordenado en lengua vulgar con allegaçiones latinas (Villena, Traducción y glosas de la Eneida, h. 1427-1428)21

Pues ver vuestra linda eloquençia en nuestra lengua vulgar, donde menos acostunbrarse suele que en la latina (Alonso de Cartagena, Respuesta a la Qüestión fecha por el marqués de Santillana, h. 1444)

26Bastante más ocasional es la suma, yuxtapuesta o coordinada, con el adjetivo materno –a, revitalizado también en el XV para la designación de lengua como especificador:

nuestro señor el Rey. deseando veer algunas delas obras notables delos. antiguos en lengua clara vulgar & materna por que lo pudiesedes entender (Alonso de Cartagena, Traducción de De Officiis de Cicerón, 1422)

del su libro lo saque de Lengua toscana en el nuestro materno vulgar segund la justa scriutura (Santillana, Proverbios, 1437)

27Puede también especificarse (al fin y al cabo, es un término genérico) con castellano, combinación que tiene una cierta presencia en relatos (históricos o no), textos didácticos y médicos, y más esporádica en Palencia o Santaella:

en el latino idioma se llama pellis secundina o segundina et en el castellano vulgar se llama la madre (El Tostado, Libro de las paradojas, 1437) [la colocación pospuesta de vulgar no implica en absoluto que se especifique socioculturalmente un tipo de “castellano”]

E quieren dezir las palabras sobre dichas de latin en vulgar castellano Anparaste me señor… (Alfonso Martínez de Toledo, Atalaya de las corónicas, h. 1443-1454)

interpretar los vocablos dela lengua latina segund la declaraçion del vulgar castellano (que se dize Romançe) (Alonso de Palencia, Universal Vocabulario, 1490),

y alguna vez también aparece unido a romance, adjuntándose a él en forma de coordinación (redundante en sentido) o siendo especificado por él:

Esto reduziendo al romançe e lengua vulgar suena… (Villena, Exposición del Salmo “Quoniam videbo”, 1424)

no tiene en vulgar proprio romance (Rodrigo Fernández de Santaella, Vocabulario eclesiástico, 1499),

o con romano, en una de las rarísimas apariciones de este adjetivo para “romance”:

…le embié ofrecer por estrenas la presente, en romano vulgar fyrmada (Siervo libre de amor, p. 73) [la poesía que sigue está en castellano, como todo el texto]

28Como ya se señaló más arriba, vulgar y los elementos relacionados adquieren una amplia difusión textual en el s. XV, en casi todo tipo de textos. En algunos casos: textos médicos, Villena, los lexicógrafos Palencia y Santaella, esa presencia se hace mayoritaria en sus obras. Pero su triunfo no fue arrollador: Nebrija no llegó a emplearlo.

29También en el caso de vulgar el contexto habitual de empleo es la contraposición o la puesta en paralelo de dos (raras veces más) lenguas, una de ellas, la designada por vulgar, normalmente el castellano, y la otra mayoritariamente el latín:

en el latino idioma se llama pellis secundina o segundina et en el castellano vulgar se llama la madre (El Tostado, Libro de las paradojas, 1437)

Torno de lengua latina en nuestra lengua vulgar ciertas obras de seneca que el rey don juan le mando reducir (Fernando del Pulgar, Claros varones de Castilla, 39r)

30Claro que la lengua a la que se opone vulgar puede ser cualquier otra, y ello tanto cuando vulgar se refiere al castellano como cuando lo hace a alguna lengua distinta:

que del su libro lo saque de lengua tuscana enel nuestro materno vulgar segun la infra scripta lectura lo representa por tales palabras (Cancionero castellano de París, h. 1434-1470)

e aqueste río llaman los griegos Flegitón, que en nuestro vulgar quiere dezir 'ardiente todo de fuego' (Pero Díaz de Toledo, Traducción del libro llamado Fedrón, de Platón, 1446-1447)

E los legos dellos segunt diversas naçiones & provinçias usan diversos lenguages en la vulgar palabra & non entienden la lengua de los clerigos que en las divinas escripturas usan; non la entienden & aunque usen la lengua morisca vulgar… (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350) [la “lengua de los clerigos” es, probablemente, el griego, y la “vulgar palabra” corresponde a las distintas lenguas habladas en la zona]

2.3. Lenguaje y lengua para el romance de Castilla

31Los nombres más genéricos de lenguaje y lengua, que ya no se refieren a grupos de lenguas sino a la actividad misma del hablar o al producto de esa actividad en general, en condiciones apropiadas pueden utilizarse también para designar idiomas concretos, y, en el caso que nos interesa, sirvieron igualmente para el castellano.

  • 22 Curiosamente, estos términos son en buena parte arabismos: así, en la Chronica Adefonsi Imperatoris(...)

32En primer lugar, ha de señalarse que para designar lenguas concretas el sustantivo preferido en los siglos XIII y XIV es lenguaje, y lengua, que mantiene en esta época un sentido más abstracto, no se emplea de manera extensa con estos fines hasta el s. XV. Sin embargo en los textos latinos altomedievales es lingua el único término utilizado (en general en la forma (in) nostra lingua), para dar la equivalencia romance de términos latinos22.

33Por otro lado, parece obvio que ambos sustantivos necesitaran alguna precisión para designar una lengua concreta como el castellano. Sin embargo, hay ocasiones en que carecen de ella, y solo el contexto permite interpretar que la referencia es al castellano:

que los llamavan en latín a las vezes velos vela, fascas que dizién en el lenguage por coberturas, e a las vezes capillacia en el latín, e es esto en el lenguage tanto como cobertura fecha de cabellos (General Estoria, Primera Parte, fol. 200rºa)

El moro, como no sabía la lengua, creyó segúnd el aparato e vestiduras que vido en don Áluaro y en la marquesa, que aquellos serían el Rey e la Reyna (Fernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, h. 1480-1484)

  • 23 En el Lapidario también aparece alguna vez, pero en esta obra se halla en especial la expresión est (...)
  • 24 No se entiende pues, en absoluto, que Mondéjar (op. cit., p. 24) diga que “«nuestro lenguaje» no ap (...)

34Lo habitual, sin embargo, es esa precisión. Esta se consigue, por una parte, con el empleo del posesivo nuestro, -a, mucho más frecuente aquí que con otros sustantivos, dada su necesidad en aras de la especificidad designativa. Por tanto, de acuerdo con la preferencia de la época, en el XIII nuestro lenguaje tiene amplia presencia para referirse al castellano, en especial en las obras alfonsíes, jurídicas (Partidas y Setenario) o historiográficas, particularmente en la General Estoria23 (donde, con 30 apariciones, es la tercera denominación por frecuencia, tras lenguaje de Castiella y castellano24):

E arcos en griego tanto dize. cuemo princep. que es por cabdiello en nuestro lenguaje (Primera Partida)

duna palabra latina que dizen uafer que quier dezir en el nuestro lenguage; tanto como entendudo & sabidor Juyzes (General Estoria, Cuarta Parte, 7v)

35En el XIV ni nuestro lenguaje ni nuestra lengua (de aparición ocasional en la General Estoria) hacen apenas acto de presencia. Será el s. XV el que vuelva a hacer uso frecuente de sintagmas de este tipo, solo que con una clara inversión respecto del XIII: nuestro lenguaje aún tendrá cierto uso en Alonso de Cartagena, en algunas traducciones del latín (de textos didácticos, manuales de caballería…), y en menor grado en Villena. La forma que se impone ahora es nuestra lengua, que por su lejanía no parece ser la continuación ininterrumpida de la nostra lingua de las Crónicas latinas del XII, sino una nueva acuñación, debida quizá a la ampliación de sentidos del término lengua:

que en la nuestra lengua dize… (Santillana, Proverbios o Centiloquio, 1437) [traduce una frase latina]

E traídas del latín a nuestra lengua, quieren dezir… (Diego de San Pedro, Sermón de amores, h. 1485)

36La culminación de esta tendencia se da en Nebrija, quien usa la expresión en 44 ocasiones, convirtiéndose así en la segunda denominación más empleada en él, tras castellano (58 apariciones), y muy por delante de romance (16 casos).

37El otro tipo de precisión es, naturalmente, el geográfico. Más abajo (cfr. § 2.4.) se analizarán sus contextos de aparición y el sentido de su presencia, pero ya se puede adelantar que, en el XIII, estas precisiones son propias de los textos alfonsíes, donde parecen repartirse en función del tipo de texto: lenguaje castellano se halla en textos astrológicos (5 casos, repartidos entre Judizios, Cruzes y el Libro del Saber de Astrología) e historiográficos (2 casos en la Estoria de España y 4 en la General Estoria). Por su parte, lenguaje de Castiella es exclusivo de los textos historiográficos, pero muy en especial de la General Estoria, donde con sus 210 apariciones es la forma absolutamente predominante, muy por encima de castellano (39 casos). Finalmente, lenguaje de España, aunque se da más o menos esporádicamente en los textos historiográficos, es más afín a las Partidas (aunque la suma total no sea muy elevada: 9 apariciones). En el XIV estos sintagmas casi no tienen uso, salvo en los textos de herencia alfonsí, como las Crónicas, donde lenguaje castellano y de Casti(e)lla tienen, prácticamente, sus únicas apariciones. En el XV la presencia de estas expresiones está también en función del desuso de lenguaje y la preferencia por lengua para la designación de idiomas concretos: lenguaje castellano apenas se halla a lo largo de todo el siglo, mientras que lengua castellana tiene una presencia más nutrida, en especial en Nebrija, donde supera ligeramente a romance (17 casos frente a 16).

  • 25 No se han computado los posibles casos de esta combinación en los repertorios lexicográficos de Pal (...)

38Como se señaló más arriba (§ 2.2.) una de las combinaciones preferidas de vulgar como adjetivo es con lengua, de acuerdo nuevamente con el desarrollo en el XV de esta voz para idiomas específicos: 23 apariciones25. En cambio, lenguaje vulgar no llega a la media docena de casos. Otras combinaciones son más esporádicas y se limitan también al s. XV: el cultismo materno lo usa Villena en varias ocasiones (también alguna vez Juan de Mena) unido a castellano para especificar lengua:

por cuya contemplaçión e mandado se atrevió mi desusada mano tractar la péñola escriviente la virgiliana doctrina en la Eneida contenida, vulgarizando aquélla en la materna lengua castellana (Villena, Traducción y glosas de la Eneida, h. 1427-1428);

materno puede sumarse a vulgar:

nuestro señor el Rey. deseando veer algunas delas obras notables delos. antiguos en lengua clara vulgar & materna por que lo pudiesedes entender (Alonso de Cartagena, Traducción de De Officiis de Cicerón, 1422);

o puede utilizarse solo como especificador:

E por esta rrazon que todos asy letrados commo non letrados oujesen parte por mano de vuestra Señoria concluy deuer la ordenar en plano estillo e ditar en lengua materna (Alfonso de Toledo, Invencionario, 1453-1467)

no pueden mas ala estrecha escudriñar las elegancias & propriedades delos vocablos latinos si non se interpretassen segund la lengua materna (Alonso de Palencia, Universal vocabulario en latín y en romance, 1490) [por el entorno textual, no parece ser otra que el castellano]

39Finalmente, podemos hallar precisiones de lenguaje o lengua de connotaciones en principio religiosas:

Colgava delant ella un buen aventadero, / en el seglar lenguage dízenli moscadero (Berceo, Milagros, 321a-b)

…e luego vn moro que venia con el rey Bermejo, que sabia fablar lenguaje christianiego, dixo al rey assi… (Crónica del Rey don Pedro, XIII, cap. 4, 127) [la tensión étnica y religiosa entre los dos grupos se traslada a la denominación lingüística]

40El término equivalente de idioma aún no era castellano en la Edad Media: de hecho Nebrija lo da como el equivalente griego de lenguaje. Como se verá más abajo, aparece en textos latinos aunque aludiendo al romance (el idioma “hispánico” o “materno” de los traductores alfonsíes). Solo en una ocasión se documenta en un texto castellano medieval para referirse a esta lengua, y empleando el gentilicio especificador:

…lo passedes vos el segundo, que es de la lengua latina al nuestro castellano idioma (Santillana, Carta del marqués de Santillana a su hijo, h. 1452)

3. Las denominaciones específicas

  • 26 Véase J. KRAMER, op. cit., para el conjunto de la Romania.

41En los parágrafos precedentes se ha observado cómo ciertos términos, cuya dimensión conceptual en principio está por encima de las lenguas individuales (denominan la actividad del hablar como tal, o su resultado general, o un grupo histórico de lenguas concretas), pueden en circunstancias contextuales determinadas acabar denominando un idioma específico, el castellano en este caso. Junto a ellos, desde los primeros textos se encuentran términos que nacieron, precisamente, para esa función de identificar una determinada lengua. De acuerdo con una tendencia habitual en las sociedades humanas, se recurrió al origen y a la zona de empleo, en términos geográficos, para dicha denominación: castellano, lengua(je) de Castilla. Pero también el nombre propio de la lengua que había generado esta (latín y sus derivados) pudo desplazar su referencia hacia la lengua hija26.

3.1. Castellano para el castellano

42El empleo del gentilicio derivado del ámbito geográfico donde se desarrolla una comunidad lingüística es quizá la práctica más común para las denominaciones de las lenguas. De ahí, entre tantos otros nombres de hablas románicas, el de castellano para la lengua principal del reino de Castilla.

  • 27 Véase, aparte del estudio de Kramer: Germán COLÓN, “Los nombres de las lenguas hispánicas”, in: Jos (...)

43Esta denominación solo empieza a consolidarse en la segunda mitad del XIII, en los textos elaborados en el taller de Alfonso X. El empleo de castellano se inicia de forma paralela en el tiempo al de las formas correspondientes para algunas de las variedades románicas medievales, en especial las que empezaban a desarrollar su propia escritura, y por tanto una incipiente estandarización y creación de modelos lingüísticos. Este proceso se observa con especial claridad en Francia, ya en el siglo XII, y también, dentro de la Península Ibérica, en Aragón, en el XIII, y más tarde en Cataluña, a mediados del XIV; en menor grado en el Oeste peninsular (Galicia y Portugal) o en Italia27. Para el surgimiento de castellano con valor lingüístico son necesarias varias condiciones previas: a) la plena conciencia de diferencia objetiva entre la lengua tradicional de la escritura elevada (el latín) y las formas habladas, orales, conciencia que en España aflora en el XII, si no antes (aunque algunos historiadores quieran traerla a las primeras décadas del XIII); b) el asentamiento de una entidad política y social, Castilla, que, más allá de su independencia o su unión a otras entidades, da nombre a sus habitantes, sus hábitos y sus modos lingüísticos: esta conciencia es muy anterior, nace en el siglo IX, se consolida en el X y se fija, ya como reino pujante, en el XI; y c) la conciencia de la diferencia con otras hablas del mismo origen, con las que durante mucho tiempo constituyó un conjunto indiferenciado. La primera condición es la que justifica el uso de romance (y, como veremos, también el uso de ciertos derivados de latinus, latine), cuyo contrincante es solo el “latín”; para castellano son imprescindibles las otras dos condiciones, y ahí ya pueden entrar en el contraste las otras hablas románicas, vecinas o no.

44En el corpus utilizado solo se ha hallado antes de los textos alfonsíes una única aparición de castellano, acompañando como adjetivo a nomen (“nombre”), para calificar así epítetos injuriosos como gafo o cornudo, que se citan sin ningún disfraz formal “latino”:

Quicumque dixerit ad alium, "gafo", aut "cornudo", aut nomen castellano que non est dicendum (Fuero de Uclés, 1179-1184)

  • 28 “Preçinxisti me uirtute. que quiere dezir en el castellano. Çeniste me de uertud”.
  • 29 De nuevo hay que desmentir aquí la afirmación de Mondéjar (op. cit., p. 24) sobre la inexistencia e (...)

45Como se ha dicho, hasta la época alfonsí no se vuelve a documentar este uso. En ellos es propio de los textos científicos e historiográficos, pero ausente de los jurídicos (ni un solo caso en Partidas o Setenario). En los científicos es de destacar lo que parece una progresión cronológica: en aquellos de los que se conservan las versiones de la década de 1250 (Judizios, Cruzes) se prefiere lenguaje castellano (en algún caso, en Judizios, lengua castellana), al igual que en Lapidario. Son los libros reunidos en el Libro del Saber de Astrología, códice compuesto hacia 1276, los que prefieren claramente castellano ya solo, como sustantivo (antes, pues, de la fecha de 1289 supuesta por Mondéjar para su arraigo, a partir de su presencia, o no, en las distintas partes de la Estoria de España (2002: 26)). Esa progresión en la liberación de su función parece, en principio, mostrarla también castellano en la Estoria: salvo un caso (cap. 436 del códice E1, fol. 153r28), los demás ejemplos de castellano sustantivo pertenecen al códice E2, confeccionado a mediados del XIV con fragmentos post-alfonsíes de fines del XIII y otros del XIV. Sin embargo, ya la Primera Parte de la General Estoria matiza dicho supuesto avance, pues en ella coexisten muy próximos lenguaje castellano29 (no conoce lengua castellana) y (el) castellano:

de sacro en latín, que deziemos por santidat en el nuestro lenguage castellano, e facere por fazer (General Estoria, Primera Parte, fol. 224rºa)

e peporso en el nuestro latín tanto quiere dezir en el castellano como aborrecient o aún aborrido (General Estoria, Primera Parte, fol. 127vºb)

e poetas dizen en el latín por aquello que dezimos nós en castellano enfeñidores e assacadores de nuevas razones (General Estoria, Primera Parte, fol. 167vºb)

46Ahora bien, como ya se indicó más arriba (cfr. § 2.3.) la denominación específica de raíz geográfica más frecuente en los textos historiográficos, especialmente en la General Estoria, es lenguaje de Casti(e)lla: no se documenta en ninguno de los otros tipos de textos salidos del taller alfonsí. Observando la distribución de estas formas en la GE parece que se van alternando en tandas sucesivas castellano y lenguaje de Casti(e)lla como si ello obedeciera a cambios en la mano redactora. Es digno también de notar que el posesivo nuestro, que en principio solo sería de esperar en las denominaciones genéricas, aparece igualmente, en estas obras, junto a lenguaje castellano (3 casos) y, sobre todo, junto a lenguaje de Casti(e)lla (66 casos), en lo que se trata, evidentemente, de una redundancia más bien de naturaleza expresiva que de función especificadora:

E Caín, assí como dize Ramiro en los Esponimientos de la Biblia, tanto quiere dezir en el nuestro lenguage de Castiella como heredamiento (General Estoria, Primera Parte, fol. 3rºa)

Calmana tanto quier dezir en el nuestro lenguage castellano como compañera (ibid.)

47En cambio, nuestro castellano podría considerarse inexistente, a no ser por dos tardíos casos aislados del siglo XV.

48Pero la historia del uso de castellano, o variantes relacionadas, para la lengua no es en absoluto una progresión creciente continua e ininterrumpida. En el siglo XIV apenas se halla fuera de los textos de tradición alfonsí (Gran Conquista de Ultramar, Crónicas de Veinte Reyes y de 1344, Don Juan Manuel…), y tampoco en cantidades elevadas: 4 casos de lenguaje castellano, 6 de lenguaje de Casti(e)lla y otros 4 de castellano. Solo al final de este siglo empieza a repuntar su uso, pero de forma desigual: escasez para lenguaje castellano (en este, más pronunciada) y castellano, pero mayor frecuencia y distribución textual para lengua castellana, hasta ahora prácticamente inexistente. De ahí que, como ya se dijo también en su momento (cfr. § 2.1.), los usos nebrisenses constituyan una verdadera revolución: frente a las 16 menciones de romance la mayoría abrumadora es para castellano (58 casos), seguido de lengua castellana (17 casos). Si comparamos estos cómputos con los de otros dos autores, próximos a Nebrija en el tiempo y en la intención de sus obras, los lexicógrafos Alonso de Palencia y Rodrigo Fernández de Santaella, el contraste es claro: ambos dan clara preferencia al cultismo vulgar y al tradicional romance, y solo Santaella hace uso de castellano (en tercer lugar, relativamente próximo a romance: 14 / 18 casos respectivamente), pues en Palencia castellano solo aparece una vez. La historia posterior de todas estas voces, que aquí no trataremos, parece indicar que era ciertamente Nebrija quien recogía la tendencia quizá más arraigada en el uso general, pues romance y vulgar, este en mucho mayor grado, entrarían en franca decadencia en los siglos posteriores.

  • 30 De ahí lo incomprensible de la afirmación de Mondéjar (op. cit., p. 34) de que “en los textos nunca (...)

49Más arriba se ha dicho que una de las condiciones para el desarrollo de castellano como nombre de lengua es la conciencia de su diversidad frente a otras hablas románicas, de su entidad propia. Sin embargo, ello no se refleja en los textos medievales sino hasta muy tarde. En general, castellano y las denominaciones próximas presentan las mismas contraposiciones que los nombres genéricos (romance o vulgar). Sus oponentes son las grandes lenguas de cultura (griego, latín, árabe), las de los textos sagrados (hebreo, griego, latín), u otras más lejanas (caldeo, egipcio…), en situaciones de traducción, de paráfrasis de contenido o de equivalencia léxica (naturalmente, la contraposición puede darse también con varias de estas lenguas a la vez)30:

De la piedra a que llaman magnitat en caldeo & en arauigo. & en latin magnetes. & en lenguage castellano aymant (Lapidario, fol. 1vºb)

pusieron a aquel mont este nombre Sigeo que muestra tanto como sigith en la lengua de grecia. & sigith en la de castiella tanto como Chith o callar (General Estoria Primera Parte, 286rºa)

e dixiéronle los ebreos asarta, e los griegos pentecoste, que quiere dezir segund el lenguage de Castiella tanto como cinco vezes diez días, que son cincuaenta (General Estoria, Primera Parte, 312vºb)

la Ylíada de Omero, de griego sacada en latín y de latín en la nuestra materna y castellana lengua vulgarizar (Juan de Mena, Homero romanzado, 1442)

y apostolos enel griego. y missus enel latin. y embiado o mensajero o embaxador en vulgar castellano (Rodrigo Fernández de Santaella, Vocabulario eclesiástico, 1499)

  • 31 Véase Rafael CANO, “Cuando las lenguas no eran un problema. El contacto lingüístico en la Castilla (...)

50Por el contrario, la contraposición a otras lenguas vulgares, románicas o no, frente a las cuales se podría construir la propia identidad, apenas se da. En los textos alfonsíes, aparte de una esporádica referencia al aragonesismo del apodo Batallero para Alfonso I de Aragón31, solo se halla la contraposición por equivalencia de alevoso (según el fuero de Castilla) y bauzador o engañador (al fuero de Francia, quizá en referencia a Cataluña) (véase R. CANO, art. cit., p. 213-214), que en la Crónica de Veinte Reyes pasa de lo jurídico a lo lingüístico:

  • 32 Pero el origen de esta contraposición ya está en la Historia Roderici, donde se contrapone “in uulg (...)

Seras bauzador ssegund el lenguaje de françia que qujere dezir por el lenguaje de castilla aleuoso (Crónica de Veinte Reyes, h. 1325, fol. 141rºa)32

51Ya a finales del XIV y sobre todo en el XV se hallan algunos casos de contraposición con otras formas románicas, pero siempre muy inferiores en número a los que muestran la tensión con las tradicionales lenguas de cultura, en especial el latín:

A mí más me plaze oír a Martín / quando canta o tañe algunas vegadas / sus cantigas dulçes, muy bien concordadas, / assí en castellano como en limosín (Villasandino, Cancionero de Baena, h. 1379-1425)

La carta, tornada de françés en castellano, dezía en esta manera (Gutierre Díaz de Games, El Victorial, h. 1431-1449)

Allende desto, os deuéys conortar con el señor rey de portugal, a quien costó más dineros aprender la lengua castellana que a vos la portuguesa (Fernando del Pulgar, Letras, h. 1470-1485)

52Parece, pues, evidente, que las razones de la singularización del castellano siguen estando más en una dimensión vertical, sociocultural (tensión con las lenguas “de arriba”, latín, árabe, etc.), que en otra horizontal, en la que primen los usos específicos de cada variedad enfrentada a las demás procedentes del mismo origen y presentes en los mismos ámbitos de empleo. Castellano, sustantivo o adjetivo, o de Casti(e)lla aluden, naturalmente, a una variedad propia, diferenciada, pero las razones de su uso radican más bien en constituir la forma de hablar común a las gentes de un espacio geográfico y sociopolítico, a su uso ordinario: razones, pues, muy próximas a las que están tras el empleo de romance o de vulgar.

3.2. España, de España, mejor que español

  • 33 El origen foráneo de español es hoy aserto común entre los lingüistas: véase Rafael LAPESA, Histori (...)

53El empleo del occitanismo español es escaso en la Edad Media, no solo como gentilicio correspondiente a la habitual España, sino muy especialmente como denominación lingüística33. Como es bien sabido, el único testimonio que se aduce constantemente se encuentra en el capítulo 183 de la Estoria de España, dentro, pues, de la parte elaborada enteramente por el taller alfonsí:

…engennos que son llamados en latin arietes, que quier tanto dezir cuemo carneros […] et en espannol llaman los bozones por que los maderos con que fieren el muro son ferrados… [bozón, o boçón, es también, por cierto, voz de origen inmediato provenzal]

  • 34 Véase G. COLÓN, art. cit., p. 520.

54Alonso (op. cit.) cita un romance español, al parecer título de un texto castellano del siglo XV, pero no ofrece más datos. Se trata, pues, de usos completamente aislados. Frente a ello, pueden rastrearse algunas muestras más en textos extrapeninsulares. La necesidad de un nombre común para los cristianos peninsulares parece reproducirse también en el sentido lingüístico. En poemas épicos franceses del siglo XII y principios del XIII hay algunas muestras de espaignol34, que podrían referirse al “castellano”, pero que podrían ser también una denominación imprecisa para cualquier lengua hispánica: ha de tenerse en cuenta que en estos poemas se habla de los caballeros de Carlomagno, época en la que aún no puede hablarse de “castellano” (ni propiamente de ningún otro romance peninsular).

55Ahora bien, ello no quiere decir que en la Edad Media no estén presentes denominaciones lingüísticas que aludan a esa realidad histórica y mental que venía a ser España para las gentes peninsulares del Medievo. Esas referencias pueden darse en textos latinos o, ya en romance, con mención al espacio definido por la voz España.

  • 35 Es el pasaje cantado en los poemas épicos citados por Colón (ibid.) donde se usa espaignol. Como en (...)

56Así, en el Liber Sancti Jacobi se emplea el sintagma lingua Yspanica en el marco histórico en que se mueven Roldán (Rotolandus) y sus caballeros35. Por su parte, Lucas de Tuy, en su Chronicon Mundi (IV, 39), da en castellano el equivalente, “modo Yspanico”, de lo que fue emitido originariamente en árabe (“modo Caldayco”): “en Canatanazor perdio Almanzor el tambor”. Y el Toledano, en la Historia de rebus Hispanie siue Historia Gothica, da el equivalente Hispanice de la voz mulctam, si bien (mal) disfrazado de latín: “mulctam, que Hispanice pecta dicitur…”. En estos dos últimos casos, no así en el primero, es evidente que los derivados de Hispania se refieren inequívocamente al castellano. Las referencias al castellano son también claras en las traducciones al latín de textos árabes, dentro del marco de la Escuela de Traductores toledana o del taller alfonsí. Así, una de las versiones latinas del Libro conplido en los judizios de las estrellas, la debida a Egidius de Thebaldis y Petrus de Regio (se conserva en la Biblioteca Bodleiana de Oxford), dice:

…quem Jhuda filius muce praecepto domini Alfonsi romanorum et castelle dei gratia Regis illustris transtullit de Arabico in maternum videlicet yspanicum ydioma… [es significativa la atribución de “hispánico” al idioma “materno” de Yehudá ben Mosé, idioma que, siendo Yehudá toledano de nacimiento, no podía ser otro que el castellano]

57La traducción latina del texto árabe que contenía el Quadripartitum de Ptolomeo, hecha por el mismo Egidio de Thebaldis, emplea también una fórmula parecida:

  • 36 Esta cita y la anterior están tomadas de: Evelyn S. PROCTER, “The scientific Works of the court of (...)

…verum tamen librum istum de arabico transferri mandauit primitus in yspanicum ydeoma…36

58Igualmente, en el prólogo de la versión latina del Picatrix:

  • 37 Referencia tomada de: Fernando GÓMEZ REDONDO, Historia de la prosa medieval castellana, Madrid: Cát (...)

…precepit hunc librum summo studio summaque diligencia de Arabico in Hispanicum transferri…37

59Este mismo tipo de referencia aparecerá en la versión latina del Calila y Dimna de principios del XIV realizada por el francés Raymond de Béziers (Raimundus de Biterris): “transferre inceperam de lingua yspanica in latinum”. Finalmente, los lexicógrafos de finales del XV utilizarán igualmente diversas formas derivadas de Hispania para aludir a formas léxicas propias de Castilla. Así, Alfonso de Palencia empleará expresiones como “hispani vtuntur”, “hispani vocant”, “in hispania”, “dicunt hispani” para dar equivalentes castellanos, si bien en forma latina a voces del latín general (respectivamente: hasta (“lanza”), mantum, vnguentus, ciconiam); más aún, el “vulgar castellano (que se dize Romançe)” tiene la siguiente correspondencia latina:

…secundum hispani ydiomatis (quod romancium dicitur)

60Y Nebrija usa constantemente en sus obras en latín hispanus e hispanicum para referirse al castellano. Incluso, en el Vocabulario español-latino de 1495 se dan las siguientes equivalencias:

Castellano cosa de castilla. hispanus .a .um

Castilla. hispania .ae. hesperia .ae. iberia .ae

61El otro modo de denominar como “español” la forma idiomática castellana es con la referencia al lugar, en general en esquemas que suman un verbo de “decir” en forma impersonal (dizen, llaman…) y un sintagma locativo (en España). Puede aparecer también la expresión lenguaje de España (rarísima lengua de España). Y finalmente, la referencia puede ser a través del gentilicio, en general bajo la forma “los españoles dizen…”. De todas ellas, la más antiguamente documentada es la expresión como circunstante de lugar:

e segund que dize sannt ysidro que / este viento llaman en españa gallego porque viene de parte de galljzia (Semejanza del mundo, fol. 152rºa, h. 1222-1223)

62Este modo denominativo aparece esporádicamente en la General Estoria (solo 4 casos), y halla su máxima expresión en las Partidas, si bien tampoco en una cantidad absoluta demasiado elevada (10 casos):

nuezes grandes como aquel fructo a que en espanna en el regno de Toledo & en otros lugares dizen sandias (A. X, General Estoria. Cuarta parte, h. 1280)

Encha llaman en españa a las emiendas que los onbres han de reçebir por los daños que reçiben en las guerras (A. X, Segunda Partida, tít. 25, ley I)

63No se halla en el XIV (salvo algún caso aislado en Don Juan Manuel), y reaparece en el XV, en textos muy concretos: el Nobiliario vero de Fernando Mejía (obra que debe mucho a las Partidas), y el Universal vocabulario de Alonso de Palencia, si bien en este texto se prefiere personalizar el sujeto del “decir” en “los de España”:

prinçipio de generaçion de pendençia sin contradiçion rresenblança de perfeçion. a esta llaman en españa fidalgja (Fernando Mejía, Libro intitulado nobiliario vero, 1477-1485)

Francisce son señas que llaman los de españa franciscas por que las vsauan los franceses (Alonso de Palencia, Universal vocabulario de latín en romance, 1490)

Mantum. es mantonete corto que cubre las manos es vocablo que vsan los de españa (Alonso de Palencia, Universal vocabulario de latín en romance, 1490);

y alguna vez “los españoles”:

Tuces. llaman los españoles cuclillos por la boz (Alonso de Palencia, Universal vocabulario en latín y en romance, 1490)

64De acuerdo con lo visto en otros contextos para la distribución de las voces lenguaje y lengua, la expresión lenguaje de España es propia del XIII, mientras que lengua de España, mucho más infrecuente, tiene casi todos sus casos en el XV (si bien lo escasísimo de su presencia absoluta hace prácticamente irrelevante cualquier consideración de frecuencias en este sentido). Aparte de dos apariciones en la General Estoria (donde, además, se halla el único caso de lengua de España anterior al siglo XV), la presencia de lenguaje de España es casi exclusiva de la tradición jurídica, con 10 casos en las Partidas y 4 en el Setenario:

Rayz segund lenguaie de españa es llamada toda cosa que no es mueble (A. X, Segunda Partida, tít. 18, ley I)

Desnaturar segund lenguaje de españa tanto quiere dezir como sallir onbre de la naturaleza que ha con su señor (A. X, Cuarta Partida, tít. 24, ley V)

  • 38 ¿A cuál de las formas posibles en la época del nombre Fernando (8 letras) se refiere el texto?

…rrey don Ffernando, que ffué nuestro padre naturalmiente e nuestro sennor, en cuyo nonbre, ssegunt el lenguaie de Espanna, ha ssiete letras (A. X, Setenario, p. 8)38

65En algún caso se da una variante diferente, que además evoca una etapa histórica (y lingüística) ya pasada, aunque el nombre siga vigente:

Merino es nonbre antiguo de españa quiere tanto dezir como… (A. X, Segunda Partida, tít. 9, ley XXIII)

66Las muy pocas muestras de lengua de España (la expresión con lenguaje no se vuelve a encontrar después del XIII) se dan ya a finales del s. XV. Dos de ellas se refieren inequívocamente al castellano, tal como se infiere del contexto de la obra:

por tanto la presente obra de latin en lengua de España trasladada (Gonzalo García de Santa María, Evangelios e epístolas con sus exposiciones en romance, h. 1485)

& dizen bueltos de latin enla lengua de españa. ya llega la vltima edad / del cantar dela sebilda Cumea (De las mujeres ilustres en romance, 1494)

67En el caso de Nebrija podría suponerse la misma referencia, si bien en teoría la definición por equivalencia que ofrece es aplicable a cualquier lengua, antigua o moderna, de la Península:

Hispane. aduerbium. por en lengua de España (Nebrija, Dictionarium latino-hispanicum, fol. 74rºa)

68Por tanto, las formas léxicas que se aducen en los textos como propias “de España”, de “los españoles”, del “lenguaje” o de la “lengua de España” son siempre claramente castellanas. Es de notar, por cierto, que los casos de lenguaje / lengua de España muestran el sustantivo mayoritariamente sin determinante, por lo que podría caber la interpretación de “en cualquier lengua de España”, una lengua que se caracterizaría por ser, precisamente, de España, sin apuntar necesariamente a una concreta. Claro que en otros casos (véanse arriba los ejemplos del Setenario o de De las mujeres ilustres…) sí aparece ese artículo que referiría a una sola lengua, o a la lengua por antonomasia de España, anunciando así el futuro uso de español o lengua española exclusivamente para el castellano. Sin embargo, la razón del uso de estas expresiones, más que elevar una de las lenguas hispanas como representativas de toda España, es fundamentalmente contraponer usos idiomáticos propios de España, en principio sin diferenciaciones internas, a otros, bien propios del latín o del árabe, o bien extrapeninsulares:

…a que llaman en arauigo hazez. & en lenguaie despanna empeines (A. X, Lapidario, fol. 91vºb)

Jnduantur confusione & reuerentia qui uolunt mala michi. Que quier dezir. segund el lenguage de espanna. Vestidos sean de confusion & de uerguença los que… (A. X, General Estoria. Cuarta parte, h. 1280)

Es de saber que ynfançones son dichos en españa aquellos los quales en ytalia dizen capitanes y guarnasores (Fernando Mejía, Libro intitulado nobiliario vero, 1477-1485)

en ytalia las llaman millas en griego estadios/ en françia y españa leguas en egipto signos (Bartolomé el Inglés, Liber de proprietatibus rerum; Propiedades de las cosas, 1494)

69Así pues, el uso de España o de sus elementos cognados se da, como es general en las denominaciones de lenguas, en contraste y comparación con otras entidades, lingüísticas, geográficas o políticas. Solo que en este caso prima la idea de que “España” constituye un espacio (histórico y mental) común, compartido, hasta el punto de que los nombres o expresiones de una de sus variedades lingüísticas pueden considerarse representativas del conjunto. Extraña, por ello, que Nebrija, tan afecto a la idea histórica de España, desde su raíz romana a la “restauración” realizada por los Reyes Católicos (“los miembros & pedaços de España, que estavan por muchas partes derramados, se reduxeron & aiuntaron en un cuerpo & unidad de Reino…” dice en el prólogo de su Gramática), no empleara casi nunca para la lengua ninguno de sus derivados.

3.3. De latinus a castellano

  • 39 Véanse: Roger WRIGHT, “Early Medieval Spanish, Latin and Ladino”, in: I. BENABU (ed.), Circa 1492. (...)
  • 40 Claro que si latín desciende del adverbio latine se podría obviar el intermediario franco (al igual (...)

70Es de sobra conocido que latinus / latine tuvo una derivación general en el mundo románico (y no románico) de tipo “cultista”, y otra más limitada de carácter “patrimonial”. En castellano, tal diferenciación se marca por el distinto comportamiento de la –t–, conservada en latín, latino, etc., sonorizada en ladino. Ahora bien, el sustantivo latín, a diferencia del adjetivo latino (que también se usó como sustantivo), podría ser galicismo más bien que cultismo39, teniendo en cuenta la caída de la –o: según esta hipótesis latín habría sido introducido por los clérigos francos que llevaban siglos pronunciando la –t– de latinus como [-t-], frente a los hispanos que seguirían el viejo hábito anterior a la reforma carolingia y cluniacense de escribir –t– y pronunciar [-d-] (es decir, [ladíno])40.

3.3.1. Ladino

  • 41 Véase en especial M. ALVAR, art. cit. El trabajo de Wright de 1992 es más bien la aplicación de su (...)

71La voz ladino ha sido ya bien estudiada a lo largo de su complejo devenir semántico en la historia del español41. Los textos aquí analizados confirman, y en algún caso matizan, lo ya conocido.

72En efecto, ladino pudo designar a los cristianos, en boca de un judío:

& alumbro & cumplio la grant mengua que era en los ladinos por defallimiento de los libros de los buenos philosophos & prouados (A. X, Libro de los judizios de las estrellas, fol. 1rºa, prólogo de “Yhuda fide Mosse alcohen”);

en boca de cristianos, y con referencia a seres humanos, ladinos designa a los cristianos católicos, de rito romano, en oposición clara a griegos, cristianos de rito ortodoxo (los bizantinos), en textos que cuentan situaciones producidas en el oriente europeo o en Tierra Santa (en general, son textos de la segunda mitad del XIII y del XIV):

los mandamientos de dios no se han de guardar segund la escriptura del ebraygo. mas segund el entendimiento uerdadero de los xpistianos. que les uiene de la fe catholica. Ca esta fe an los ladinos & los griegos. mas que las otras yentes (Primera Partida, fol. 79rºa, 1256-1263)

…costunbres de los griegos; los sus clerigos tienen redondas las coronas & los ladinos las tienen quadradas (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350)

73Puede designar el alfabeto latino, en oposición al griego, hebreo…:

& son las letras ladinas. & griegas. & no ebraygas (Primera Partida, fol. 79rºa, 1256-1263);

74o la letra francesa, carolina, en oposición a la visigótica:

E sabe que el bispo don Rrodrigo, que yera aquela sazón, mandó trasladar el Liuro Iudgo en letra ladina, ca enante yera en letra toledana (Documentos de la catedral de León, 1266)

  • 42 No ha de olvidarse que se trata de textos de una época en donde la diferencia “latín” / “romance” e (...)

75Con referencia lingüística, en principio, ladino suele contraponerse también a lo griego, o a otras lenguas extrañas a la familia latina. Ahora bien, según los casos, y teniendo en cuenta las formas que se aducen como “ladinas”, esa referencia puede ser al latín42:

Et en griego que es la .vja. dizenli. Pirtis. Et en ladino que es la septima dizenly. Mars (A. X, Picatrix, fol. 28rºa)

Y el otro tercio de África […] dízenle en ladino Mauritana (Libro del cavallero Cifar, 1300-1305)

76O puede ser al romance:

Ley .va. tanto dize en griego; cuemo cabdiello de los euangelisteros en ladino (Primera Partida, fol. 38rºa, 1256-1263)

Dize el sabio ysidoro que melam en griego tanto qujere dezir en ladino commo fiel negra (Pedro Gómez Barroso, Libro del consejo y del consejero, h. 1293)

77No obstante, hay casos en que cabe la duda de a qué entidad lingüística, latina o romance, se dirige la referencia:

Aquellos cristianos que moran en Africa & en Espanna entre los moros de oçidente & son llamados moçaraves tienen letra latina & usan en las escripturas palabra ladina & obedeçen a la santa Eglesia de Roma con toda homildat & devoçion, segunt los otros latinos quadradas (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350)

78En los lexicógrafos de finales del XV se produce una curiosa situación de ambivalencia. Así, en Fernández de Santaella (1499) la correspondencia “ladina” de voces de variada procedencia puede ser claramente latina:

Pero las mas correctas biblias tienen beelphoegor de beel y phoegor que era nombre de vn monte donde tenían aquel ydolo. el qual llamaron los ladinos priapo

Virgiliocento. tonis. pe. pro. enel accusatiuo del plural ladino virgiliocentones. enel greco. virgiliocentonas,

claramente romance:

et poda en griego que es pie en ladino

Ara. grece. piedra en ladino,

o en función del grado de introducción o no en la lengua de la época de las voces que se citan, latina o romance (el estudio habría de hacerse caso por caso):

Behemoth. hebraice. se interpreta animal. en ladino bestia inota o cosa animal o bestial

Oleum. lei. neutro género en nuestro vulgar tomado del arauigo se dize azeyte. En vero ladino olio

Parabola. le. femenino genero grece. la comparacion o semejança que se vsa enel hablar sicut quando por figura o semejança de palabras se expressa la verdad. llamase en ladino prouerbio

79No obstante, en Santaella la mayoría de los casos de estas correspondencias apunta al carácter “romance” de la voz aludida. Esa vinculación de ladino con el romance castellano parece quedar clara en la siguiente equivalencia:

  • 43 En otra ocasión, la ordenación de la coordinación distributiva impide sacar una conclusión clara: “ (...)

donde parece que este nombre plato. por platel fue en vulgar tomado del greco. como otros muchos de romance o ladino castellano43

80Nebrija es, por el contrario, quien con mayor nitidez manifiesta el valor de “latín” para ladino:

Latine. aduerbium. por en latin Latinitas. atis. por la latinidad Latinus. a. um. por cosa ladina. Latine. aduerbium. por en ladino (Dictionarium latino-hispanicum, fol. 87rºa)

Ladina cosa. {LAT. latinus .a .um.} (Dictionarium hispano-latinum, fol. 62vºb)

81Ahora bien, el contexto de contraposición de ladino con valor de “romance” donde el castellano medieval más claramente especializó el uso de esta voz fue en relación con lo arábigo. En las Partidas, junto a otros usos ya mencionados, aparece ladino para dar la correspondencia castellana de una voz árabe (aunque, como en el primer ejemplo, la palabra estuviera plenamente asentada en castellano):

Alguazil llaman en arauigo aquel que ha de prender & de iustiçiar los onbres en la corte del rey por su mandado de los iuezes que iudgan los pleitos mas los ladinos llaman les iustiçia (Segunda Partida, Tít. 9, Ley 20)

E maguer los que fazen tal pleyto no fablasen amos vn lenguaie como si el vno fablasse ladino & el otro arauigo (Quinta Partida, Tít. XI, Ley I)

82En la misma época alfonsí se empieza a generalizar el valor de ladino como sustantivo, “idioma castellano”, utilizado por gentes de lengua árabe, o contrapuesto al árabe:

E de como lo fizieron, embiaronnos ende su carta escripta en ladino e firmada en aravigo (Documentos andaluces de Alfonso X, 1263)

E ayuntaronsse todos en vn logar que ha nonbre en araujgo cañatanaçor & en ladino altura de bueystros (Crónica de Veinte Reyes, fol. 34vºb, h. 1325)

E enbióle vna su carta, de la qual el su tenor de arábigo en ladino es este que se sigue (Crónica de Juan II de Castilla, p. 334)

83Este valor coexiste con el uso adjetivo, aplicado a personas, en concreto a los “moros” que saben romance (no se ha hallado ninguna referencia de ladino para los judíos):

enbio vna galera que se llegasse bien çerca de la villa por saber mas deste fecho, e que vn moro ladino que dixo a los de la galea que dixessen al almirante que se fuese de allí (GranCrónica de Alfonso X, h. 1348-1379)

Afruendus demandó a un moro ladino la ordenança de su gente (Pedro de Corral, Crónica del rey don Rodrigo, h. 1430) [“romance”, aunque se refiere a la época del rey Rodrigo]

  • 44 En algún caso se usa la variante ladinado: “Ruy blasques apartose estonçes en su palaçio con vn mor (...)

Y ansí ordenados, algunos cavalleros de los moros ladinos vinieron á hablar (Relación circunstanciada de lo acaecido en la prisión del Rey Chico de Granada, 1483-1500)44

84Estos dos últimos sentidos reseñados son los ampliamente mayoritarios en la ejemplificación de ladino encontrada en textos de los siglos XIV y XV, en especial en las Crónicas (tipo textual donde se da la mayor parte de las apariciones de esta palabra), al relatar los encuentros, bélicos o no, con los moros de Granada. Junto a ellos, pueden darse extensiones de sentido, algunas de notable historia en el futuro de la lengua. Así, ladino alguna vez califica una composición poética elaborada:

Johan Garçía, muy ladina / es mi arte que proçedo / e non es, segunt conçedo, / tal la vuestra, vil, mohina, / muy astrosa, fornezina (Juan Alfonso de Baena, Cancionero de Baena, 1406-1435)

85O, por su vinculación a lo romance, puede aludir a personas ignorantes del latín:

  • 45 Obsérvese la etiquetación como “latín” de la voz castellana agua.

& neros en griego es agua en latin & los sinples & ladinos este nonbre neroides, negra lo declaran en palabra vulgar (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350)45;

o quizá a los laicos, personas no pertenecientes a instituciones eclesiásticas:

non solamente los religiosos & clerigos, mas aun a los ladinos, asi a los cavalleros como a los de otra condiçion (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350);

estos dos últimos sentidos solo se han documentado en la obra citada, por lo que podría tratarse de utilizaciones particulares del autor, no de usos extendidos. También parece exclusiva de las Etimologías romanceadas de San Isidoro (h. 1450) la identificación usada para referirse a la lengua de Roma en la época de los reyes:

Latina o ‘ladina’ es la que los Toscanos e los otros fablaron en latín so Ladino e so los reyes; de la qual fueron escriptas las Doze Tablas, fol. 142vºb-143rºa) [a la republicana y clásica se la denomina romana]

3.3.2. Latín y latino

  • 46 Es posible que ese sea el sentido de la siguiente aparición de latinos, respecto de la cual podría (...)

86En los usos de las variantes “cultas” heredadas de latinus / latine se reproducen bastantes de las situaciones que se han señalado para ladino. No obstante, hay ciertas particularidades que impiden hablar de total equivalencia, sin que ello equivalga tampoco a una clara distribución de valores. Así, es también usual que se use latino, sustantivo o adjetivo, como equivalente de “cristiano”, o, más específicamente, de “cristiano de rito católico”46:

dissoli un latino la raíz profundada (Berceo, Milagros, 701c) [referido a un “arcidiano bien de tierras estrañas” (700a)]

Mas nos los xpistianos latinos. llamamos sabbado al dia de Saturno (General Estoria, I, 221v)

e como fizieron los Latinos que eran en Costantinopla quando sopieron que ell Emperador era muerto. [...] Et un cardenal. & ell Obispo de Betina […] enuiaron por los omnes buenos Latinos por tomar conseio. & ordenar cuemo se deffendiessen. si mester les fuesse. ca por un latino. que era estonces. en Costantinopla auie y cient griegos” (279r) / “E por que en la sancta cipdat non auie xpistianos Latinos. si non Griegos. & arminios. saluo ende aquellos mercaderos Latinos; fue llamada aquella Eglesia. La eglesia Latina” (Gran Conquista de Ultramar, 76v)

87Con este mismo valor se halla también en textos historiográficos del XV, cuyos relatos transcurren total o parcialmente en tierras bizantinas o próximas a ellas: la Historia del gran Tamorlán de Ruy González de Clavijo, o la traducción de Martín de Ampiés de la Peregrinatio in Terram Sanctam (Viaje de la tierra sancta) de Breidenbach (1498).

  • 47 Obsérvese el siguiente contraste entre el primer uso de latinos, donde estos son las gentes de la A (...)
  • 48 A veces claramente especificada: “& deste latin dominus tomaron los nuestros latinos estos nombres (...)

88Pero en otros casos, la referencia de latinos pasa de lo religioso, que siempre podrá suponerse, a lo lingüístico, o, mejor, a lo cultural, para apuntar a la tradición que viene de Roma y en la que el autor del texto se siente incluido, y por ello emplea la primera persona del plural47. Es particularmente frecuente en los textos alfonsíes, sobre todo en la General Estoria. De ahí que con nos los latinos se pueda hacer referencia a términos propios del latín (aunque en el otro extremo aparezca la correspondencia romance)48:

E tellus de tolerare que dezimos los latinos por soffrir (General Estoria, I, fol. 38rºa)

que los llamassen de Sarra sarrazinos e agora dezimos nos en latin sarrazinos por moros (General Estoria, I, fol. 140vºb)

El griego es otrossi. Deuteronomio. & aun nos los latinos le dezimos en el latin; Lex Jterata (General Estoria, I, 319rºa)

  • 49 Antonio GARCÍA SOLALINDE, “La expresión «nuestro latín» en la General Estoria de Alfonso el Sabio”, (...)

89Pero con más frecuencia el término señalado por nos los latinos es romance. García Solalinde49 supuso que, dada la proximidad entre la forma latina y la romance, los redactores alfonsíes prefirieron obviar el elemento intermedio latino. Quizá sea mejor pensar en la conciencia de vinculación con la tradición latina (romana o coetánea) sentida por los redactores de la General Estoria, que los llevaba a no considerar en ciertos momentos la diferencia lingüística latín vs. romance tan claramente explicitada por ellos en muchas otras ocasiones:

& es al que nos los latinos dezimos abril segund lo affirman todos (General Estoria, I, fol. 156rºa)

& daquel nombre licos quelos griegos le pusieron. le dixiemos & dezimos los latinos. lobo (General Estoria, I, 251rºa)

de ybnos que dize el griego por aquello que los latinos dezimos suenno en el lenguaje de castilla (General Estoria, Quinta Parte, fol. 145vºb)

90De hecho, en algún momento parece como si la forma latina fuera más propia del redactor que la romance:

Onde es este nombre Nonacria ayuntado destas dos palabras de nouem que dezimos los latinos por nueue & de archos que dize el griego por mont (General Estoria, I, fol. 267vºb)

91Claro que, en situaciones muy parecidas, puede aparecer también la tercera persona, pero quizá no sea sino un procedimiento de variatio, y no la exclusión del autor de ese decir conjunto:

  • 50 En General Estoria, V, fol. 130rºa: “mes & alos de athenas llaman xandico que es aquel que los lati (...)

del mes cafleu que dizen los latinos deziembre (General Estoria, V, 108v) [más abajo, en 129r, prácticamente la misma frase otra vez; también, en ibid., IV, fol. 133vºb]50

92Tradición cultural y textos que sirven como fuentes y constituyen autoridad, escritos en latín, provenientes de la época romana clásica, de la cristiana o de la contemporánea, es el sentido que adopta latinos, en diversos contextos, y sin que ahí aparezcan correspondencias léxicas como las de los casos anteriores:

Mas pero fallaredes quelos sanctos & los sabios que nos en los nuestros latinos fallamos assi como si lo entendiessen de antigo por spiritu sancto de dios (General Estoria, I, fol. 122rºa)

por los dichos de Ouidio & de paulo Orosio & de lucas obispo de Thuy & de munchas otras estorias delos nuestros sabios latinos (General Estoria, II, fol. 58rºa)

  • 51 Alguna vez, no obstante, se usa latino sustantivo como nombre de la lengua: “En el latino le dezimo (...)

93Esta inclusión vista en latinos, adjetivo o sustantivo aplicado en general a grupos humanos, puede darse con el término propio para la designación de lengua, latín51. En los textos alfonsíes, latín se usa en numerosísimas ocasiones con la inequívoca referencia de “latín”, en oposición al caldeo, el hebreo, el árabe, el griego y, por supuesto, el castellano. Sin embargo, en algunos casos la referencia es más abarcadora, y de nuevo el redactor construye la expresión de forma que engloba tanto lo lingüísticamente latino como lo romance, en una muestra clara de inclusión cultural, pero también con la sólida conciencia de que el romance es continuación histórica del latín. Esta conciencia se muestra de forma nítida en Partidas:

E porende enlas tierras do se fabla lenguaie de latin dizen conbatir atodo fecho de armas tanbien quando lidian en canpo como quando conbaten villa: o castillo o lidiauan vno con otro. Mas los de españa antigua mudaron este nonbre en muchas maneras segund los fechos de armas: & los onbres que los fazian (A. X, Segunda Partida, tít. 23, ley XXVII)

94Y es lo que explica que los redactores de la General Estoria se incluyan a sí mismos entre quienes emplean un término claramente latino para tal o cual realidad, a la vez que inmediatamente dan la equivalencia en una lengua en la que también se incluyen:

e apompeyo quiere dezir en el lenguage de Castiella tanto como sin tornada, e en latín le dezimos emissario, que es otrossí en el nuestro lenguage de Castiella tanto como soltero o enviadero (General Estoria, Primera Parte)

  • 52 Una de las pocas ocasiones en que se usa latino sustantivo como nombre de lengua (junto a, por ejem (...)

En el latino le dezimos Número, o el Libro de los números o los Números simplemientre. E número e números quiere dezir en el nuestro lenguage de Castiella tanto como cuento o cuentas (General Estoria, Primera Parte, fol. 256vºb)52

  • 53 Quizá esta idea de inclusión o pertenencia cultural claramente sentidas explique mejor estos empleo (...)

95En este contexto es donde ha de entenderse la expresión nuestro latín, tan discutida desde que García Solalinde la estudió en 1936. Ha de señalarse que, frente a lo visto para la expresión anterior, con nuestro latín las referencias son casi todas latinas. El posesivo nuestro viene a tener la misma función de nos, la de inclusión en una tradición cultural y lingüística, que viene de lejos y que puede llegar a abarcar las nuevas realidades expresadas en una modalidad de lengua claramente vinculada a la latina53:

& llamamos le domingo. por que enel nuestro latin dizen dominus por señor […] nos los xristianos latinos otrossi (General Estoria, I, fol. 221vºb)

& a aquella manga de los Elefantes con que comen & beuen llaman en el nuestro latín probocida (General Estoria, Cuarta Parte)

96Ello resalta aún más cuando a la voz latina señalada con nuestro latín se le contrapone otra romance, etiquetada como propia de “nuestra lengua” o del “nuestro lenguaje de Castiella”, o de castellano, u otras expresiones equivalentes:

e peporso en el nuestro latín tanto quiere dezir en el castellano como aborrecient o aún aborrido (General Estoria, Primera Parte)

e en el nuestro latín le dizen eglesia triumphans por esto mismo, ca triumphans en el latín tanto es en el nuestro lenguage de Castiella como batallant (General Estoria, Primera Parte)

e avién nombre en el nuestro latín cincendelas, e diziénles mergos otrossí, e cincendelas e mergos quiere dezir en el nuestro romanz de Castiella tanto como somurgujones (General Estoria, Primera Parte)

le llaman en el ebraico fara, e fara quier dezir tanto en el nuestro latín como onager; e onager dezimos nós que es en la nuestra lengua por asno montés o por enzebro (General Estoria, Primera Parte)

97Independientemente de tales correspondencias, ese nuestro latín es la lengua a la que San Jerónimo tradujo la Biblia, latín por supuesto, pero también “nuestro”, propio de los redactores alfonsíes que lo sienten tan suyo por vinculación histórica, cultural y religiosa como el idioma que ordinariamente emplean:

e Jerónimo, otrossí obispo e santo, e que trasladó la Biblia en este nuestro latín (General Estoria, Primera Parte)

98Después y fuera de los textos alfonsíes estas expresiones apenas se encuentran. Pero, al igual que en ellos, sus referencias varían, desde la inequívocamente latina:

En tierra de Persia se faze la piedra que dizen en latin Selenites, e nos le dezimos en nuestro latín lunagis por razon que la luna, que ha esta piedra dentro, creçe e descreçe segun que faze la luna (Traducción del Mapa mundi de San Isidoro, fol. 42rºa, h. 1467)

hasta la romance, algo más frecuente:

por quanto njgron en griego. en nuestra lengua latina quiere dezir muerto (Lope de Barrientos, Tratado del dormir y despertar y soñar, h. 1445)

ydor que enla lengua griega quiere dezir tanto commo agua en nuestra lengua latina (Lope de Barrientos, Tratado del dormir y despertar y soñar, h. 1445)

ca los griegos llaman andros: alo que los latinos llamamos hombres (Boccaccio, De claris mulieribus; De las mujeres ilustres, fol. 2vºb, 1494)

99En algún caso, la referencia al idioma se desliza hacia la cuidada elaboración formal de expresiones en romance (a partir del presupuesto de que los textos latinos eran claramente superiores):

Libro del cauallero et del escudero. […] Et todas las razones que en el se contienen son dichas por muy buenas palabras et por los mas fermosos latines que yo nunca oy dezir en libro que fuese fecho en romançe (Don Juan Manuel, Libro de los Estados, 1327-1332)

  • 54 La intercambiabilidad entre latino y ladino que Kramer (op. cit., p. 125) señala para el siglo XIV, (...)

100De todos modos, ya en el XV, como se comprueba claramente en los lexicógrafos (Alonso de Palencia, Nebrija), latino, casi siempre adjetivo, se restringe a la aplicación al latín como lengua y a sus hablantes54; y, por supuesto, latín se hace unívoco. La conciencia de pertenencia a una misma tradición y a una misma herencia lingüística no se pierde, pero ello ya no se traduce en el uso relativamente indistinto de latino (y latín) para realidades lingüísticas bien diferenciadas (y, a la vez, ladino, salvo excepciones, queda también restringido a su área romance particular).

4. Conclusiones

101En este recorrido por las denominaciones medievales de la lengua de Castilla se ha podido comprobar cómo en esa época la necesidad de nombrar las lenguas procedía de razones eminentemente prácticas: la explicación de palabras por medio de las correspondencias con otros idiomas (en especial, con las lenguas de cultura), o la introducción de palabras de esos orígenes. De ahí que las tradiciones textuales en que se hallan tales denominaciones sean relativamente limitadas. En la lengua jurídica se necesitan referencias con nombre a lenguas en el entorno de los juristas instruidos en el derecho romano que intentan reintroducir este en su tiempo y en su espacio: por ello, abundan en las Partidas alfonsíes, pero no en los documentos, ni siquiera en los fueros (pese al multilingüismo de tantos enclaves castellanos). Los relatos históricos, en concreto las Crónicas, pueden narrar los hechos y sus actores sin necesidad de precisar más que ocasionalmente en qué forma lingüística se expresan (es lo que ocurre habitualmente con los moros o los extranjeros presentes en estas historias desde la segunda parte de la Estoria de España); aunque sí aluden a ello al hablar de sus fuentes o al rastrear la verdad de las palabras en sus orígenes “etimológicos”. Pero la universalidad de la General Estoria, que se abre a mundos culturales hasta entonces muy poco presentes en castellano y que intenta verterlos en esta lengua, sí que necesita en muy alto grado de tales denominaciones. Algo semejante podría decirse de los textos médicos del XV, o, naturalmente, de los diccionarios de Palencia, Nebrija y Santaella. Y también de los (pre)humanistas que en ese siglo, de forma directa o a través de intermediarios, intentan mostrar en castellano la literatura clásica.

102Por otro lado, el análisis de las diferentes formas de denominar el castellano en la Edad Media ha mostrado que no hay propiamente una evolución progresiva y creciente de determinadas denominaciones en detrimento de otras. Romance se erige como la forma dominante durante toda la Edad Media (aún lo será después). Frente a él las denominaciones arraigadas geográfica y políticamente (castellano, lengua(je) de Casti(e)lla, etc.) muestran curiosas alternancias de subidas y bajadas: tras su notabilísima frecuencia en la segunda mitad del XIII, si bien limitada a los textos alfonsíes, decrecen hasta su lenta recuperación a lo largo del XV, consumada en su absoluto dominio en las obras de Nebrija. Estos meandros textuales dificultan comprobar si, como se afirma habitualmente, castellano era ya el nombre tradicional de la lengua en la Edad Media. Otras denominaciones tienen una historia más limitada: vulgar y sus variantes parecen fruto del cultismo de los siglos XIV y, especialmente, XV; mientras que las formas derivadas de latín acaban siguiendo procesos muy específicos (la progresiva restricción de ladino para el castellano de moros; o el sentimiento de ser “latinos” en los redactores alfonsíes). Por último, si bien español es prácticamente inexistente no faltan otros procedimientos denominativos en los que puede adivinarse su futura expansión.

  • 55 Algo así había apuntado ya Mondéjar (op. cit., p. 30-31).

103Finalmente, aun dentro de un solo ámbito de textos, los alfonsíes, hay claras diferencias que apuntan a distintas manos, a distintas escuelas dentro del “taller”: los juristas, los astrólogos, los historiadores. Quizá los astrólogos judíos se sentían más cómodos con castellano porque era un término que los envolvía bajo su rey protector; pero los redactores de la General Estoria posiblemente vieran en las distintas formas de esa palabraun modo de marcar nítidamente la vinculación del poder del rey Alfonso con su reino55. En cambio, los juristas, algunos italianos, verían más bien los usos jurídicos propios de la Península, de España, tal como se traslucían en sus vocablos, como distintos de los desarrollados en otros ámbitos europeos. Quizá con ello se puedan explicar las distintas preferencias que se han ido señalando. Por ello, tampoco aquí el mundo textual alfonsí puede presentarse como homogéneo.

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Notes

1 No hay que olvidar que en la época medieval en Castilla se hablaban muchas otras lenguas: distintos dialectos vascos en su extremo norte; el gallego en el noroeste, y las distintas hablas asturleonesas en el reino de León; hasta un momento aún sin definir, y especialmente en el reino de Toledo, la herencia de los romances andalusíes; también hasta un momento no precisado, los dialectos galorrománicos de los inmigrantes francos; el árabe de mozárabes y mudéjares; y, al menos como lengua escrita y litúrgica, el hebreo de los judíos. Aparte, con un estatus un tanto especial, el latín de clérigos y gentes de leyes, básicamente lengua escrita, pero que podía servir también como instrumento secundario de intercomunicación en algunos sectores, reducidos ciertamente, de la sociedad castellana.

2 Amado ALONSO, Castellano, español, idioma nacional (1ª ed. 1943), 5ª ed., Buenos Aires: Losada, 1979.

3 José MONDÉJAR, Castellano y Español. Dos nombres para una lengua, en su marco literario, ideológico y político, Granada: Universidad de Granada y Ed. Comares, 2002 (profunda renovación y ampliación de: “Castellano” y “Español”. Dos nombres para una lengua, 2ª ed., Granada: Universidad, 1979, con adición de una Addenda, Granada: Editorial “Don Quijote”, 1981).

4 Es significativo que Mondéjar no utilice para la cronología interna de la Estoria de España la exhaustiva división hecha por Diego Catalán, conocida desde, al menos, 1962, y se limite a la antigua de la edición de Menéndez Pidal.

5 Tampoco parece muy acertado considerar un “paso atrás sociolingüísticamente” el uso de romance después del s. XIV frente al de castellano (sí es correcto vincular ese uso con la tensión frente al latín literario escrito) (ibid., p. 33-34). Y tampoco lo parece considerar romance como sinónimo “culto” de castellano (ibid., p. 34).

6 Manuel ALVAR, “Acepciones de ladino en español”, in: Homenaje a Pedro Sáinz Rodríguez. T. II: Estudios de lengua y literatura, Madrid: Fundación Universitaria Española, 1986, p. 25-34; Manuel ALVAR y Carlos ALVAR, “La palabra romance en español”, in: Jesús MONTOYA y Juan PAREDES (ed.), Estudios románicos dedicados al prof. Andrés Soria, Granada: Universidad, 1985, p. 16-25. Sobre romance ha de verse también el viejo estudio de Ludwig PFANDL, “Das spanische Wort romance. Grundzüge seiner Begriffsgeschichte”, Investigaciones lingüísticas, 2 (3/4), 1934, p. 242-253 [versión española: “La palabra española romance”, ibid., p. 254-264].

7 Johannes KRAMER, Die Sprachbezeichnungen Latinus und Romanus im Lateinischen und Romanischen, Berlin: Erich Schmidt Verlag, 1998.

8 J. KRAMER op. cit., p. 85-86.

9 La expresión en que aparece, román paladino, se ha empleado alguna vez en época moderna como un eco del uso de Berceo en el sentido de “expresión clara, directa, comprensible para todos”.

10 A los que habría que añadir el de “romançar su dictado [de Santa Oria]”, si se entiende, como es habitual, por la traducción al romance del original latino (y no como “componer una historia [un romance]”). Tampoco las otras obras del mester de clerecía son afectas a este tipo de denominación: en el Libro de Alexandre no existe romance, y en el de Apolonio sus dos apariciones se refieren a “relato” (1c, 428c).

11 No es cierta, pues, la afirmación hecha por Mondéjar (op. cit., p. 26), si bien con ciertas reservas, de que “Ni una vez siquiera aparece en ninguno de los dos recuentos alfonsíes [los dos relatos historiográficos] el nombre genérico independiente […] de “romance”, “romanz”, “roman” como denominación de nuestra lengua”.

12 La afirmación de Mondéjar (ibid., p. 34) de que romance “era el sinónimo culto […] de «castellano»” tampoco parece tener fundamento en que apoyarse, al menos el autor no aduce ninguno.

13 Y en la equivalencia que da a vulgar castellano, donde parece romance la forma básica de nombrar el idioma: “interpretar los vocablos dela lengua latina segund la declaraçion del vulgar castellano (que se dize Romançe)” (Universal Vocabulario, 1490).

14 P. ej. J. MONDÉJAR, op. cit., p. 34.

15 También acuñó Villena el adjetivo romancial, cargado igualmente de connotación negativa para el romance: “nin equivalentes fallar vocablos en la romançial texedura para expremir aquellos angélicos conçebimientos virgilianos” (Traducción y glosas de la Eneida, 1427-1428), “e maguer adelante se declaró que dezir querié cosa cubierta por mengua de los romançiales vocablos” (ibid.).

16 “el uno en la traslaçión latina y, el más dañoso y mayor, en la interpretaçión del romançe que presumo y tiento de le dar” (Juan de Mena, Homero romanzado, 1442).

17 No obstante, Palencia en su Vocabulario es ambivalente: si por un lado aduce el tópico de la pobreza léxica del romance (“se dexan de romançar por que aquesto tal no sufre transferir se a nuestro vulgar”), también puede señalar la escasez de vocablos en latín para realidades que el romance da como claramente diferenciadas: “segund que son naranias & limones & toronias & limas que llamamos en romançe todas estas cosas confonda la latinidad antigua so vn nombre de çidro por todos los otros arbores suso dichos”.

18 En la Visión deleytable de Alfonso de la Torre (1430-1440) se emplea el sintagma lengua romana para una de las cuatro etapas en que divide la historia del latín, la que parece corresponder a lo que podría considerarse un primer período “clásico” (“La qual començo despues que desfizieron los rreys en roma. & fueron delos poetas. enio. plauto. Neuio. virgilio. E delos oradores Glauco. E cato. E çiçero. Fundadores. & componedores de aquella fabla”).

19 De los 39 ejemplos de la familia de vulgo documentados para el XIV por CORDE, 32 pertenecen a un solo texto (Traducción de la "Historia de Jerusalem abreviada" de Jacobo de Vitriaco, h. 1350). En todos ellos se refiere a distintas lenguas ordinarias, comunes, de un pueblo, no a ningún idioma romance.

20 No siempre con este adverbio hay referencia a la lengua común, frente a la latina, sino a expresiones comunes, opuestas a una denominación, también romance, más “institucional”: “la fiesta de la purificaçion de santa Maria, vulgarmente nonbrada santa Maria la Candelaria” (El Tostado, Libro de las paradojas, 1437).

21 En Villena es habitual encontrar el adjetivo antepuesto: vulgar lengua. Además se hallan en él variantes como vulgada lengua, y alguna tan compleja como “vulgada lengua nativa patrial vuestra” (en el Arte cisoria: único texto medieval donde nativa y el raro latinismo patrial se aplican a la lengua). También emplea vulgarizar y vulgarización para ‘traducir’ y ‘traducción’.

22 Curiosamente, estos términos son en buena parte arabismos: así, en la Chronica Adefonsi Imperatoris, es como se aducen alcázares, algaras, Xerez (pero también celatas). Evidentemente, con nostra lingua el autor se reconocía en su propia lengua. Pero la de los primitivos castellanos, si es que se refiere al castellano antiguo, le resulta extraña: illorum lingua (la del ronco sonido como la tuba o la trompeta), si no es que la expresión viene obligada por el decurso de la descripción de las tropas.

23 En el Lapidario también aparece alguna vez, pero en esta obra se halla en especial la expresión este lenguaje, que parece referirse a la lengua nombrada inmediatamente antes (el griego, el caldeo…), pero introduciendo una equivalencia que apunta más bien al castellano: “piedra a que llaman annora, que quiere tanto dezir en caldeo; como piedra caliza en este lenguaie”, “Blanco es de color & dizenle en arauigo xehera, que quier tanto dezir en este lenguaie apuramiento”, “piedra quel dizen alcarabe que quier dezir en griego; tirador de paias. & en este lenguaie; llamanle alambre”.

24 No se entiende pues, en absoluto, que Mondéjar (op. cit., p. 24) diga que “«nuestro lenguaje» no aparece<n> en la General Estoria”.

25 No se han computado los posibles casos de esta combinación en los repertorios lexicográficos de Palencia y Santaella, precisamente donde vulgar muestra sus mayores índices de aparición.

26 Véase J. KRAMER, op. cit., para el conjunto de la Romania.

27 Véase, aparte del estudio de Kramer: Germán COLÓN, “Los nombres de las lenguas hispánicas”, in: José Luis GIRÓN ALCONCHEL et al. (ed.), Estudios ofrecidos al profesor José Jesús de Bustos Tovar, Madrid: Editorial Complutense, 2003, I, p. 517-528.

28 “Preçinxisti me uirtute. que quiere dezir en el castellano. Çeniste me de uertud”.

29 De nuevo hay que desmentir aquí la afirmación de Mondéjar (op. cit., p. 24) sobre la inexistencia en la General Estoria de lenguaje castellano (si bien, ciertamente, los corpus analizados solo documentan 4 casos en el conjunto de las partes de esta obra despojadas).

30 De ahí lo incomprensible de la afirmación de Mondéjar (op. cit., p. 34) de que “en los textos nunca se opone «castellano» a «latín»”.

31 Véase Rafael CANO, “Cuando las lenguas no eran un problema. El contacto lingüístico en la Castilla medieval”, in: Yolanda CONGOSTO y Elena MÉNDEZ (ed.), Variación lingüística y contacto de lenguas en el mundo hispánico. In memoriam Manuel Alvar, Madrid y Frankfurt a.M: Iberoamericana y Vervuert Verlag, 2011, p. 199-218, p. 213.

32 Pero el origen de esta contraposición ya está en la Historia Roderici, donde se contrapone “in uulgo castellani” para aleuoso (uno de los pocos casos de “castellano” en textos latinos) e “in uulgo francorum” para bauzador y fraudator.

33 El origen foráneo de español es hoy aserto común entre los lingüistas: véase Rafael LAPESA, Historia de la lengua española, 9ª ed., Madrid: Gredos, 1981, p. 200, n. 8, para una síntesis de la cuestión, con las oportunas referencias bibliográficas, a las que nada relevante puede añadirse.

34 Véase G. COLÓN, art. cit., p. 520.

35 Es el pasaje cantado en los poemas épicos citados por Colón (ibid.) donde se usa espaignol. Como en ellos, tampoco aquí queda claro a qué idioma se puede referir esta expresión.

36 Esta cita y la anterior están tomadas de: Evelyn S. PROCTER, “The scientific Works of the court of Alfonso X of Castille: The King and his collaborators”, Modern Language Review, 40, 1945, p. 20 y 21.

37 Referencia tomada de: Fernando GÓMEZ REDONDO, Historia de la prosa medieval castellana, Madrid: Cátedra, 1998, I, p. 628.

38 ¿A cuál de las formas posibles en la época del nombre Fernando (8 letras) se refiere el texto?

39 Véanse: Roger WRIGHT, “Early Medieval Spanish, Latin and Ladino”, in: I. BENABU (ed.), Circa 1492. Proceedings of the Jerusalem Colloquium: Litterae Judaeorum in Terra Hispanica), Jerusalem: Universidad, 1992, p. 36-45; y J. KRAMER, op. cit., p. 122.

40 Claro que si latín desciende del adverbio latine se podría obviar el intermediario franco (al igual que romance puede ser derivado patrimonial del adverbio romanice). Pero la inexistencia de un *ladin en la Península debilita tal posibilidad. No obstante, no está demostrado aún que la conservación de estas sordas intervocálicas (las de latin(o) o noticia, por ejemplo) haya de explicarse obligadamente por la lectura literal de los textos por los clérigos francos instruidos en la reforma iniciada en época carolingia, y no por el mantenimiento erudito de una pronunciación retardataria en ciertas palabras “especiales” (los “semicultismos”, o “voces cultas” heredadas de forma ininterrumpida, pero apegadas a la variante conservadora en el proceso de variación, fónica, que suponía la sonorización).

41 Véase en especial M. ALVAR, art. cit. El trabajo de Wright de 1992 es más bien la aplicación de su bien conocida tesis sobre el paso de la indistinción a la distinción “latino-romance” en la Romania altomedieval.

42 No ha de olvidarse que se trata de textos de una época en donde la diferencia “latín” / “romance” estaba ya, en principio, asentada entre las gentes cultas.

43 En otra ocasión, la ordenación de la coordinación distributiva impide sacar una conclusión clara: “paralipomenon en griego y las palabras delos dias o libro que contiene las cosas que quedaron por contar o relatar enlos otros libros en latino o ladino o romance”.

44 En algún caso se usa la variante ladinado: “Ruy blasques apartose estonçes en su palaçio con vn moro ladinado” (Crónica de Veinte Reyes, fol. 34vºb, h. 1325).

45 Obsérvese la etiquetación como “latín” de la voz castellana agua.

46 Es posible que ese sea el sentido de la siguiente aparición de latinos, respecto de la cual podría dudarse entre la razón religiosa o la cultural de que hablaremos a continuación: “Mas pero destos tres nombres que fallamos que a este libro como es departido aqui. en el griego Leuitico. & enel latin offertorio. & en el ebraygo uagicra. non usamos nos los latinos de llamar. si non por el quel pusieron los griegos” (General Estoria, I, fol. 222rºa).

47 Obsérvese el siguiente contraste entre el primer uso de latinos, donde estos son las gentes de la Antigüedad, y por tanto “otros”, y el segundo, en el que el redactor se incluye: “& desi roma. o los romanos o aun los latinos. que se entienden como dixiemos. por aquel Pan que amaua a Siringa. que querie auer la connoscencia de todas las cosas. por que quisieron auer de los griegos aquellos siete saberes. & ouieron los ende. Ca nos los latinos delos griegos auemos los saberes” (General Estoria, I, fol. 74rºa). Naturalmente, latinos también puede usarse para designar al pueblo itálico distinto a los romanos: “De como mouieron los latinos guerra contra los Romanos” (General Estoria, IV, fol. 155vºb-156rºa) (en IV, fol. 239rºa se iguala a los “latinos” con los “lombardos”).

48 A veces claramente especificada: “& deste latin dominus tomaron los nuestros latinos estos nombres dominicus & dominica. & dieron le a aquel dia. & llamaron le enel nuestro lenguage de castiella dia de domingo” (General Estoria, I, fol. 221vºb); “de.a. que dizie el griego por lo que nos los latinos dezimos.sin. en el lenguaie de castiella” (General Estoria, II, fol. 198rºa).

49 Antonio GARCÍA SOLALINDE, “La expresión «nuestro latín» en la General Estoria de Alfonso el Sabio”, in: Homenatge a Antoni Rubió i Lluch, Barcelona, 1936, I, p. 133-140.

50 En General Estoria, V, fol. 130rºa: “mes & alos de athenas llaman xandico que es aquel que los latinos dizen abrjl & los hebreos. visam”.

51 Alguna vez, no obstante, se usa latino sustantivo como nombre de la lengua: “En el latino le dezimos Número…” (General Estoria, Primera Parte, fol. 256vºb).

52 Una de las pocas ocasiones en que se usa latino sustantivo como nombre de lengua (junto a, por ejemplo, la Vida de Santo Domingo de Berceo, 2c: “por fer otro latino”).

53 Quizá esta idea de inclusión o pertenencia cultural claramente sentidas explique mejor estos empleos que la creencia en que todas las lenguas a que se refieren los redactores alfonsíes comparten el mismo modo de articular la realidad, sobre la supraunidad de la Cristiandad. Véase Hans-Josef NIEDEREHE, Alfonso X y la lingüística de su tiempo, Madrid: SGEL, 1987 [traducción de: Die Sprachauffassung Alfons des Weisen. Studien zur Sprachen- und Wissenschaftgeschichte, Tübingen: Max Niemeyer Verlag, 1976], p. 102-105.

54 La intercambiabilidad entre latino y ladino que Kramer (op. cit., p. 125) señala para el siglo XIV, y aun para el XV, ha de considerarse, pues, muy limitada.

55 Algo así había apuntado ya Mondéjar (op. cit., p. 30-31).

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Pour citer cet article

Référence électronique

Rafael Cano Aguilar, « De nuevo sobre los nombres medievales de la lengua de Castilla »e-Spania [En ligne], 15 | juin 2013, mis en ligne le 04 juillet 2013, consulté le 28 mars 2024. URL : http://journals.openedition.org/e-spania/22518 ; DOI : https://doi.org/10.4000/e-spania.22518

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Auteur

Rafael Cano Aguilar

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