Medio siglo después de Medellín, seguimos tratando de comprender la pobreza en sus variedades físicas, metafísicas, opresivas y voluntarias. La espiritualidad de los pobres nace de su condición material, que les exige adaptarse al entorno, en vez de obligarlos a acomodarse a los afanes humanos. La tecnología poderosa debilita esta espiritualidad de adaptación, sustituyéndola por un espíritu de apropiación y dominación. Los pobres y los desposeídos heredarán la tierra, porque reconocen su dependencia de ella.
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