Durante mucho tiempo se ha mirado con desconfianza la espiritualidad infantil por considerar que los niños eran demasiado pequeños para algo tan elevado. Sin embargo, cada vez entendemos mejor que la espiritualidad es algo que empieza en Dios, que está presente desde el principio en todo niño, de manera inherente a su dignidad, y que es importante para su desarrollo. El primer paso para cuidar esta espiritualidad es reconocerla para lo que proponen cuatro movimientos sucesivos e interconectados: definir, confiar, conocer y valorar.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados