Durante la Guerra Civil, la red ferroviaria quedó fragmentada en dos zonas. Este reparto, equilibrado inicialmente, irá evolucionando a medida que el bando sublevado ocupe la mayor parte del territorio peninsular.
La importancia estratégica del ferrocarril como principal medio vertebrador y de transporte en la España de la época, provocó que ambos contendientes, se lanzaran a la construcción tramos de infraestructura nueva en situaciones tan adversas, con el objetivo de dar solución de continuidad a las líneas que habían quedado interrumpidas, y de este modo poder realizar tanto transporte de mercancías y pasajeros como suministros al frente de guerra y transportes militares.
Al finalizar el conflicto en 1939, la crisis y el problema ferroviario se habían agravado por las numerosas pérdidas materiales y económicas de un sector tremendamente mermado, lo que supuso la nacionalización de la red de los ferrocarriles españoles.
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