Horacio le puso a su sátira unos límites tanto en la franqueza de la crítica como en el uso del humor, al tiempo que rechazaba los ataques nominales y la agresividad del yambo. En su libro primero solo se permite algunos ataques ad personam contra personajes irrelevantes del pasado y contra poetastros contemporáneos que lo han atacado o zaherido a él previamente. En 2.1.44-46 lanza contra estos una dura amenaza: si lo atacan, los someterá a difamación pública, lo que significa que no se quedará en la autodefensa, sino que se vengará de ellos con dardos yámbicos. De todas formas, Horacio no escribió ninguna invectiva sostenida contra ninguno de los adversarios nombrados en el libro segundo. Será Marcial el que, tras sus pasos, en su epigrama 6.64 escriba una sátira que se mueve entre la autodefensa y la agresión vengativa.
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