Resumen de Sala Beckett. Obrador internacional de dramaturgia
La intervención sobre esta antigua cooperativa obrera pone en valor la pátina histórica del edificio, consolida y dignifica la materialidad de sus muros y acabados, reconvertida con imaginación al nuevo uso, en un diálogo entre la intervención contemporánea y la rehabilitación arqueológica de lo existente. La riqueza material puesta al servicio de una nueva lectura, jerarquizando un apropiado discurso en la reutilización de las carpinterías y los pavimentos, le ha permitido aumentar el valor instrumental de los espacios, dotarles de visuales y circulaciones inesperadas, potenciando así el uso escénico de este edificio, ahora teatro.
La nueva Sala Beckett es un lugar en el que creadores, público, directores y alumnos se encuentran y donde los viejos fantasmas de la cooperativa de consumo, aún presentes, esperan la llegada de los nuevos actores para, juntos, imaginar mundos distintos y crear ficciones nuevas.
Para el director de la Sala Beckett, los “fantasmas” que habitaban el edificio cuando llegaron los arquitectos “no se tenían que espantar”, ya que eran una ayuda para desarrollar la actividad de teatro experimental, en cuyo marco actores y dramaturgos encuentran una complicidad con la historia ya comenzada de la que hablan esas paredes. Para ellos, que desarrollan un teatro de la palabra, las paredes están llenas de historias de las vidas que han pasado por este lugar. Ahora resulta más fácil acercarse a esa historia abierta, tocar esas paredes y actuar sobre ellas si ello es necesario. El reto de este proyecto ha consistido en adaptar el edificio al nuevo uso sin que se vayan de ahí los fantasmas: adaptar la antigua cooperativa a las nuevas necesidades técnicas de un teatro contemporáneo, manteniendo a la vez esa belleza tan frágil y delicada de la construcción original.
El proyecto valora tanto las cualidades espaciales como decorativas del edificio existente. Dividir esos enormes espacios hubiera sido convencionalizar la herencia, partirla y quitarle su riqueza, la espacial. También la decoración es clave, pues refiere a la época en que se construyó; materiales y decoraciones fijan un momento de la ciudad en el que aparecieron las asociaciones obreras, capaces de crear un entorno apropiado a sus actividades de recreo, así que, al empezar a trabajar, los arquitectos hicieron un inventario de todo lo que se podía recuperar del edificio y que se pretendía reubicar, aunque fuera en lugares y de forma distinta a la original. Estos elementos, hasta los más pequeños —rótulos, pavimentos, ventanas, puertas, escaleras, colgadores, molduras y rosetones—, vuelven al edificio en una operación de recuperación o reciclaje y de aprovechar todo lo posible.
