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Resumen de Paseo de la Ría en el Puerto de Huelva

José Antonio Martínez Lapeña, Elías Torres Tur

  • La fragilidad paisajística del entorno histórico y fluvial de este proyecto ha sido abordada con la experiencia y sabiduría que ofrecen estos arquitectos, autores de algunas de las más interesantes realizaciones arquitectónicas llevadas a cabo en el espacio público.

    El Puerto de Huelva ha ofrecido a la ciudad el nuevo Paseo de la Ría que, de esta manera, ha de convertirse en el frente de la ciudad hacia el Río Odiel, el futuro ensanche urbano situado en la margen izquierda de la ría, junto y a lo largo de la Avenida de Montenegro El paseo, con una anchura media de ochenta metros, tiene un recorrido de un kilómetro a lo largo del frente fluvial, ocupando lo que hasta ahora era una zona de rocalla y fangos. Su anchura es igual a la de los antiguos muelles del puerto, lo que permite que en marea baja los fangos sean casi invisibles, debido al faldón de hormigón perforado del cantil vertical sobre el agua.

    Este espacio público ganado al río se divide en dos zonas, una ocupada por islas diferentes de formas ameboideas, con ondulantes dunas verdes, plantadas con pinos piñoneros —que replican el paisaje del parque protegido de las marismas, en la margen derecha del río— entre las que se van intercalando farolas, bancos y quioscos para bares y servicios. Destacan cuatro elevaciones de formas ondulantes distintas, que configuran otros tantos anfiteatros de tres gradas. Estos están cubiertos en parte por delgadas pérgolas de hormigón sustentadas por columnas de acero, que conforman otro tipo de amebas flotantes que, situadas en la zona de dunas verdes, se enfrentan al río Odiel.

    La otra zona, libre de parterres y construcciones, dispone de una anchura de veinticinco metros, permitiendo el paseo libre en la proximidad de la ribera fluvial. Esta zona limita con el borde del agua mediante una barandilla, réplica de la del antiguo puerto.

    Todos los espacios no ocupados por los parterres verdes están adoquinados con franjas de cinco colores distintos, que evocan el colorido de las tierras de las Minas de Riotinto, franjas que van superponiéndose una a otra a modo de festones.

    El paseo se estrecha y ondula en su encuentro con el antiguo cargadero de mineral de las minas, una obra de arqueología industrial protegida, para acentuar su presencia paisajística.


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