La incorporación de los maestrazgos a la Corona por los Reyes Católicos es, al menos, el punto de llegada de dos antiguos procesos convergentes: la voluntad de control de esos maestrazgos expresada con claridad desde los días de Alfonso X (mediados del siglo XIII), y la necesidad de llevar a buen puerto el programa de reformismo religioso en que estaba comprometida la monarquía castellana desde el reinado de Juan I (finales del siglo XIV). Así pues, el lento camino hacia la incorporación viene determinado por antiguas estrategias que Isabel y Fernando integran en su complejo programa de gobierno. A partir de aquí, la materialización del proceso quiso justificarse a partir de tres aspectos negativos de las órde-nes militares en los que la propaganda regia procuró ahondar: la descomposición interna de cada una de las milicias, el abandono de sus funciones y la politización desestabilizadora de sus dignidades.
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