Los movimientos nacionalistas catalán y vasco, derrotados en la Guerra Civil, comenzarían a resurgir a finales de los años cincuenta de la mano de una nueva generación de activistas. El PCE y los comunistas catalanes y vascos se propondrían confluir con estos movimientos, incorporando algunas de sus reivindicaciones al programa político comunista para transformar España en una república democrática y federal. Los resultados de esta apuesta por un comunismo plurinacional serían muy desiguales en Catalunya, donde el PSUC cosecharía un gran éxito, y en el País Vasco donde la colaboración del Partido Comunista de Euskadi con el nacionalismo sería siempre muy difícil.
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