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Resumen de La política exterior de Rusia en Oriente Medio: su intervención en Siria

José Abu-Tarbush Quevedo, Javier Granados

  • español

    La intervención militar de Rusia en Siria a partir de septiembre de 2015 señala un indudable punto de inflexión en la trayectoria de su política exterior desde inicios de la posguerra fría, cuando heredó el legado estatal de la desaparecida Unión Soviética. Más allá de sus intereses inmediatos en Siria (bases militares, explotación energética y alianzas regionales) e incluso en Oriente Próximo y Medio, Moscú posee unas metas más ambiciosas que apuntan al sistema internacional. Esto es, hacia la reconfiguración de la estructura del poder mundial desde el superado momento unipolar, posterior al fin de la Guerra Fría y a la propia implosión soviética, hacia otro multipolar. Una Rusia más segura, fuerte y asertiva busca reafirmar su condición de gran potencia mundial y, al mismo tiempo, contener e incluso erosionar el predominio geoestratégico estadounidense. Los fiascos de las políticas intervencionistas de cambio de régimen en Afganistán (2001), Irak (2003) y Libia (2011) contribuyeron a una mayor cautela de Washington en Siria, que fue interpretada como una debilidad y retroceso del poder e influencia de Estados Unidos en la región. Semejante vacío fue aprovechado por la iniciativa diplomática y acción militar de Rusia para mantener y reforzar sus bazas geoestratégicas en ese escenario regional. El regreso de Rusia a Oriente Medio introduce un nuevo equilibrio de poder en la rivalidad regional entre las grandes potencias sin comprometer ni alterar sustancialmente el orden tradicional; por el contrario, a semejanza de dichas potencias, Moscú también apuesta por el actual statu quo y refuerzo del autoritarismo.

  • English

    Russia’s military intervention in Syria since september 2015 marks a turning point in its foreign policy after the fall of the Soviet Union in 1991. Russia has in Syria and in the whole region several interests, like the control of military bases, enegy projects and regional alliances. However, Moscow pursued also other objectives which are capital to its global strategy. Russian authorities aim to change the structure of the International System toward a multipolar order in which it wants to be considered as a great power and, at the same time, to decrease American power in the region. Moscow has seen USA’s failure trying to change authoritarian regimes in Afganistan (2001), Irak (2003) or Libia (2011), as an opportunity to achieve those goals. This Russian strategy has introduced a new balance of power in the Middle East, although it has not change the traditional order of the region or revised the existing order. Moscow seeks to preserve the status quo and reinforce authoritarianism.


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