Lo que emocionaba de aquel Excélsior era su audacia, su capacidad para sorprender cada día a los lectores con los personajes entrevistados, los temas que abordaba y el tratamiento informativo. Los articulistas, que en no pocos diarios tenían como mayor mérito mantener lo importante en el silencio, en Excélsior buscaban la manera de mostrarnos la cara oculta de las cosas, y cuando no era posible, nos sugerían otras lecturas o nos daban pistas para descubrir los tesoros enterrados entre el montón de noticias.
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