En los años 70-80 del pasado siglo cuajó en el panorama lírico internacional Veriano Luchetti, un tenor propulsado con fuerza hacia los primeros puestos del escalafón. Sin llegar a amenazar el estatus de los Pavarotti, Domingo, Carreras o Aragall con su repertorio a menudo afín, no hay duda de que fue temido por algunos como un rival al que había que vigilar de cerca.
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