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La Ruta de la Plata y la primera globalización

  • Autores: Peter Gordon, Juan José Morales
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 32, Nº 181, 2018, págs. 128-135
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Durante 250 años el Galeón de Manila unió Asia y América a través de una red transpacífica. La narrativa anglosajona olvida el papel de China y la América española en la globalización.

      "(...) no hay más que un mundo, y aunque llamamos Mundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse descubierto aquél nuevamente para nosotros, y no porque sean dos, sino solo uno." Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los incas, 1609 Nuestro mundo contemporáneo - interdependiente, más o menos integrado económicamente, mejor o peor globalizado - tiene una fecha precisa de nacimiento. Se originó en 1565 con el descubrimiento por Andrés de Urdaneta (1498-1568) del llamado "tornaviaje", una ruta marítima hacia el Este, desde Filipinas hasta Nueva España, que unió por fin Asia y América. Con este último eslabón se culminó la ansiada ruta a Asia, cuyo desarrollo había sido jalonado por eventos de enorme trascendencia: el descubrimiento de América, la primera circunnavegación del mundo y las primeras expediciones en el océano Pacífico.

      El tornaviaje y la fundación de la ciudad de Manila por Miguel de Legazpi en 1571 dieron lugar al establecimiento de una línea mercantil, conocida como el Galeón de Manila o la Nao de China, que durante casi 250 años unió China y el resto de Asia con la América española. Esta ruta transpacífica, catalizadora de intercambios económicos y culturales, no sería otra ruta de la seda, sino su continuación; en realidad una "ruta de la plata", nombre más apropiado cuyo alcance y significación intentaremos explicar.

      El hecho de que la globalización date del siglo XVI, antes de la revolución liberal, y no, como daba por sentado la sabiduría convencional, de los siglos XVIII o XIX; y que nació entre Asia y América bajo una soberanía ibérica y no anglófona, permite observar el momento actual, con una China emergente como reflejo de los siglos pasados. Este capítulo olvidado de la historia ofrece claves que permiten entender la nueva configuración del orden internacional, en el que China vuelve a ocupar su antiguo lugar.

      Ida y vuelta por el Pacífico Las historias es mejor empezarlas desde el principio. Andrés de Urdaneta fue uno de los últimos exploradores y navegantes de la península Ibérica cuyos viajes contribuyeron a configurar el mundo casi como lo conocemos hoy. Sin embargo, son pocos los que identificarán su nombre, al margen de historiadores especializados. Mientras que Cristóbal Colón dio nombre a todo un país, y varias ciudades y universidades, y Fernando de Magallanes tiene su famoso estrecho, Urdaneta carece de conmemoraciones similares. Esta omisión puede deberse a que Urdaneta no descubrió cómo llegar a ninguna parte. Su hazaña consistió en el hallazgo de cómo regresar. Desde 1519, los españoles habían cruzado el Pacífico en dirección oeste en varias ocasiones, bien partiendo desde la península Ibérica o desde Nueva España, hasta alcanzar las Molucas o las Filipinas. Pero hasta 1565 ningún barco había logrado regresar, navegando por el Este desde Asia hasta las Américas. Fue Urdaneta, superviviente de una expedición anterior a las Molucas, quien por primera vez supo servirse de los vientos y corrientes para atravesar las aguas apenas exploradas del vasto océano Pacífico. Este descubrimiento fue llamado el "tornaviaje".

      La importancia de esta gesta fue reconocida ya en su tiempo: el rey de España lo había incluido como objetivo específico del viaje, y la llegada de Urdaneta a México fue motivo de celebración pública. En una carta de la época se puede leer: "Y los de México están muy ufanos con su descubrimiento, que tienen entendido que serán ellos el corazón del mundo".

      Estuvieron acertados en su suposición. La resultante línea mercantil entre Manila y Acapulco, el Galeón de Manila, transportó mercancías desde China y Asia en general a América. A cambio, y en sentido contrario, el mismo Galeón llevó plata extraída de las minas americanas. Los juncos chinos, que zarpaban desde los puertos de Fujian transportando finas sedas de Nanjing y preciadas porcelanas de Jingdezhen, completaban esta red comercial con centro en Manila, en cuya bahía también anclaban barcos mercantes procedentes de India, Camboya o Siam. El Galeón constituyó lo que llamaríamos hoy una línea naviera, con salidas programadas, conocimientos de embarque, espacio de carga arrendado y facturas, una línea que sobrevivió durante dos siglos y medio, la más longeva en la historia del transporte marítimo ...


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