Katrin Hedwig
Institut für Romanische Philologie, RWTH Aachen
Para Anne Begenat-Neuschäfer (1953-2017)
Con este tema quisiera invitarles por un momento a abandonar la literatura que nos reúne aquí y a acompañarme a la teología moral de la vetula1. Ya que este cambio de punto de vista es radical, deberían olvidar casi todo lo que saben sobre la forma literaria de esta figura. Si Leo Spitzer estuviese aquí no encontraría en la teología moral ni uno de los 41 nombres con los que se nombra a la Trotaconventos en el libro del Arcipreste de Hita. Guillermo Peraldo2 (1200-1271), tal vez una fuente indirecta para Juan Ruiz3, conoce a la vetula solo como una figura abstracta que representa un pecado (peccatum). Se trata de una pecadora (peccatrix) sin nombre propio y que tampoco posee rasgos individuales, la cual más bien se nos presenta como un tipo. Peraldo describe a esta mujer solamente con una denominación genérica, es decir, como vetula. En esta clasificación él retoma y desarrolla sus doctrinas teológicas mientras que las implicaciones literarias, semánticas e históricas están presentes solamente de una forma indirecta.
Llama la atención que el término de la vetula que conocemos a través de los antiguos textos cristianos no se emplea necesariamente con una connotación negativa: en el AT significa la vetula una mujer vieja (Rut 1,134) y en el NT ni siquiera se encuentra esta palabra. Isidoro de Sevilla5 ofrece una etimología de la vetula, los comentarios de los patrísticos tempranos (Agustín, Hierónimo) siguen utilizando este significado y también Tomás de Aquino dirá que el papel de la teología consiste en explicar con palabras simples el contenido de la Biblia de tal forma que incluso una mujer vieja, la vetula, pudiera comprenderla aunque no supiera leer ni escribir.
La riqueza semántica y a la vez la transformación de la terminología y los nuevos matices que se refieren a la figura de la vetula como mediadora y que acentúan sobre todo los motivos de seducción en los encuentros eróticos, se remontan a la Edad Media. En este contexto la amplía recepción de la poesía latina (Ovidio, Amores6) es decisiva, también los diálogos árabe-judíos que conocemos en España. Poseemos una investigación relevante sobre las recepciones histórico-culturales que reflejan la gran complejidad acerca de la figura de la «Medieval Go-Between»7. Las sentencias bíblicas son de carácter afirmativo y apelativo, mientras que los textos antiguo-paganos y árabes presentan otro paradigma literario. No es seguro que Peraldo a pesar de su gran erudición haya conocido todas estas facetas de la tradición clásica e islámico-judía de la vetula8. Y lo mismo vale para la comedia elegíaca De vetula del siglo xiii cuyo autor9 no conocemos hasta hoy.
Por otra parte es seguro que Peraldo conocía el tratado sobre la luxuria de su compadre Vincent de Beauvais10, ya que ambos eran dominicos. Los predicadores conocían muy bien la vida cotidiana de la gente de los diferentes estamentos sociales, también la de los grupos marginalizados a los cuales pertenecían las prostitutas y los proxenetas, que no estaban excluidos de la cura pastoral y que asistían a sus misas (siempre en los últimos bancos de atrás) y se confesaban11. En su Speculum12 Vincent de Beauvais analiza la figura de la vetula teológicamente de manera similar pero menos concreta que su confraile. En la enumeración de las situaciones de seducción13 aparece, casi al final, la vetula.
Los dominicos de actividad pastoral conocían las situaciones sociales de las mujeres viejas, parteras y viudas que, cuando no tenían familia que les ayudase, con frecuencia trabajaban como alcahuetas externas en las tabernas, aux étuves o en los prostíbulos. La situación social de la vetula era difícil. Vivía en condiciones que eran parte de la sociedad aunque poco estimadas14.
On trouve bien quelques veuves «antiques» parmi les maquerelles, mais 41 des 67 femmes sur lesquelles nous possédons quelques renseignements sont mariées et mènent, en accord avec leurs époux —artisans, charretons, hôtes —, ce commerce fructueux qui arrondit sensiblement les gains familiaux. D’ailleurs, que de degrés dans cette profession! Les unes se bornent à s’entremettre pour des rendez-vous galants, d’autres fournissent les jeunes, certaines tiennent ouvertement bordelage en leur hôtel, une élite enfin travaille pour une clientèle d’estat15.
No menos bien conocía Peraldo la situación de las chicas jóvenes de 15 o 16 años, frecuentemente huérfanas o criadas, que en la ciudad, sin amparo familiar, eran arrastradas hacia la prostitución. Desde hace algunos años disponemos de provechosos estudios sociales acerca de este tema.
...filles d’artisans ou de manouvriers, épouses de maîtres et de valets, une sur cinq seulement sortait de milieux aisés. L’éloignement familial, la disparition du père ou de la mère les avaient rendues tôt vulnérables. Pour presque toutes, la prostitution avait commencé vers 17 ans, mais un tiers d’entre elles avaient dû se vendre avant 15 ans. La moitié y avaient été contraintes par violence (27% étaient les victimes des viols publics) et près d’un quart avaient été prostituées par leur famille ou entraînés dans le malheur par le caractère répulsif du milieu familial. Seules 15% des filles semblent avoir de leur propre initiative et sans aucune contrainte, même de pauvreté, fait service de leur corps16.
Si consultamos el tratado de Peraldo De peccatum vetularum turpitudinem consulentiam, se puede observar que quedan marginalizadas u ocultas las circunstancias individuales, familiares y sociales de las alcahuetas y prostitutas. La figura de la vetula se analiza como representante de un vicio que pertenece a los siete pecados mortales, es decir, a la luxuria17. Es interesante que se denomina la luxuria (aquí notablemente siguiendo a Agustín) sobre todo por vía de sus delitos que suceden preferentemente ex parte feminae18 y que se dividen en distintas especies: fornicatio, adulterium, incestus, stuprum, raptus, contra naturam mientras que se considera la lujuria de los curas como un scandalum19. La vetula no comete estos pecados pero sí conduce hacia ellos y por lo tanto le corresponde un tratado propio. En este contexto se introducen y discuten psicológicamente sutil y detalladamente analizadas las etapas de la seducción: otium, peccatum vetularum turpitudinem consulentium, malum exemplum, aspectus mulierum, colloquium, auditus cantionum, tactus. A primera vista se trata de un pecado solo transiente o instrumental al cual atribuye Peraldo no obstante una «magnitud».
Peraldo ofrece varios criterios según los cuales se define la magnitudo20 de los pecados. El término se aplica en la ética medieval a las acciones humanas, que se pueden cuantificar variablemente. La relación entre lo «verdadero» y «falso» siempre implica una contradicción, mientras que la diferencia práctica entre «bueno» y «malo» contiene una contrariedad o privación, que incluye una «mitad» que se puede aplazar y que por lo tanto varía en su extensión o «magnitud». En las acciones se halla entonces una gradación de magis o minus, de lo bueno y de lo malo. El pecado de la vetula21 consigue aparentemente una máxima magnitudo, en cuanto que se acerca al diablo y amenaza al final, con suspender la redención de Cristo. Esta magnitudo huius peccati se discute bajo cinco aspectos.
1) La primera característica que describe la magnitud del pecado consiste en aquello que es diabólico. La gravedad se deriva del hecho de que la vetula actúa de modo similar al diablo. Sin embargo aquí hay que tener en cuenta una cierta diferencia: mientras que la obra del diablo consiste en «dejar caer» al hombre («ut hominem deicat in peccatum»), intentan las vetulae solamente «inclinar» a las mujeres al pecado («ut mulieres inclinent») y además no ganan mucho por su seducción — solo un vaso de vino22. Aquí Peraldo alude concretamente a las tabernas y a la vez interpreta esta situación con una cita bíblica que se refiere a la venta de las puellae23.
2) Sorprende el segundo aspecto de la magnitudo peccati Vetulae. Como comenta Peraldo hay que considerar la obra de las vetulae como magis noxium a lo que puede conseguir el diablo mismo. El diablo queriendo seducir a los otros llega a un límite que no puede sobrepasar, es decir a la libertad del hombre. La vetula parece ser capaz de lograr más porque puede evocar la inclinación de la mujer y aprovecharse de ello. Y en este contexto se puede llamar a la vetula con razón «diabola»24, lingüísticamente un término nuevo y poco empleado en textos medievales. La vetula seduce a una mujer de tal modo en el que ella misma quiere ser seducida: «hic facit vetula.» Como Peraldo insinúa en una cadena de etimologías25 hebraicas, griegas y latinas del término «diablo», la maldad del mismo surge por ser un ángel caído y haber sobrepasado como adversator los órdenes criaturales. La vetula parece estar aún más contrapuesta a la salvación del hombre porque seduce eficazmente al mal, es decir todavía más eficaz que el diablo mismo («efficacius adversatur saluti eius»).
3) El aspecto bíblicamente decisivose refiere al pecado original. Como trasfondo actúan los acontecimientos en el paraíso. En este contexto se traspasa el papel de la seducción por la serpiente a la vetula. Los detalles de la seducción, de la caída y del castigo se han interpretado alegóricamente en la Edad Media y perduran en sus transformaciones seculares hasta hoy en día.
Es el diablo quien escogió a la serpiente («sibi elegit») que en el paraíso caminaba erguida y llevaba la cara de una virgen («vultum virgineum habens»). El motivo se conectaba en el Medioevo con Beda26 y se transmitió iconográficamente27 de manera muy amplia hasta la Edad Moderna en la cual se de-teologizó a la femme fatale28. La vetula se parece a la serpiente por ser castigada de la misma manera. Mientras que el castigo de Adán consistía en tener que ganar su sustento con el sudor de su frente, Eva tenía que parir bajo dolores y quedaba sometida a su marido. A la serpiente se le imponen tres condenas: ya que postró al hombre, ella tendrá que arrastrarse sobre el suelo («prostratus est»), por decir mentiras, llevará veneno en su boca (« in ore mendacium») y además será castigada en su nutrición: «terram comedes, sed carbones comedes omnibus diebus vitae tuae». Las sanciones se completan en la fundación de la enemistad entre la serpiente, la mujer y finalmente, María: « ipsae conteret caput tuum»29.
Así pues la similitud entre la vetula y la serpiente consiste en los tres castigos que le son impuestos. Los castigos pasan de un significado literal a un nivel figurativo. El vino, que recibe la vetula como pago por la seducción de una mujer, se traduce en una comunicación envenenada (« venenum aspidum insanabile»). Como la serpiente misma se arrastra sobre el suelo y come de la tierra, así se alimenta la vetula de carbón30, que alegóricamente expresa el amor vacío y apagado. Y como la serpiente figuraba como puente a la seducción de la mujer, así las vetulae serán expulsadas y pisoteadas («ipsae prostratae conculcabuntur») para que los demonios pudieran pasar sobre ellas31.
4) La cuarta característica se conecta con la tertia lingua, una fórmula y traducción que se remite lingüísticamente a la Vulgata32. Si suponemos que Peraldo sigue la línea de Vincent de Beauvais33, entonces podemos distinguir varios niveles lingüísticos: en primer lugar la lengua Diaboli suggerentis, luego la lengua lecatoris petentis y finalmente la lengua vetulae subducentis. Las seducciones que suceden a nivel de la comunicación y por lo tanto en el contexto de la lengua someten y entremeten a las mujeres en querellas que son peores que el fuego del inferno: «et utilis potius infernu quam illa» (Eccl 28, 25).
5) El último aspecto de la «magnitud» del pecado que comete la vetula sigue una línea descendente con referencia a la lengua34. Peraldo evalúa la comunicación intersubjetiva sobre todo desde una perspectiva negativa y acentúa sobre todo sus deficiencias y equivocaciones35. Las persuasiones falsas de la vetula se parecen al «lenguaje corporal» del diablo, que consiste en una congreatio malorum. Así la vetula asume y sigue en sus seducciones lingüísticas y gestuales al lenguaje del diablo: «sicut lingua in corpore diaboli».
En lo siguiente Peraldo cambia el análisis moral-teológico y añade otras reflexiones que se pueden considerar como digressiones. Se trata de apéndices, que se introducen con un praeterea o item. Aquellos ofrecen desde una perspectiva bíblica una cierta relación con la figura de la vetula. En la concretización de los temas hallamos una cierta cercanía con el estilo de la predicación eclesial, lo que no sorprende ya que Peraldo pertenecía al orden de los dominicos.
En un primer acceso Peraldo compara recurriendo a una cita bíblica36 las vetulae con fuelles (folles) los que utiliza un herrero para encender el fuego. Es interesante que Peraldo aluda aquí a la negritudo vetularum, es decir, a la ropa negra de las alcahuetas que históricamente se remite al estatus social de las viudas y viejas. Peraldo mismo la relaciona con el hollín, que rodea al diabolus ut faber. Igualmente se comparan las vetulae con las larvae que utiliza el diablo para ocultarse. Y a la vez se muestran como reae proditionis que sondean y espían a sus víctimas para dárselas al diablo. — Praeterea. En lo siguiente Peraldo se refiere a una explicación exhortativa de Lc 23, 43 que también sugiere Vincent de Beauvais37. Jesucristo muriendo en la cruz promete el paraíso a un único hombre, es decir al ladrón de su lado. A la luz de lo expuesto se muestra el grado del pecado de las vetulae cuando seducen tan solo una única ánima: «etiamsi non auferrent nisi unam animam Deo in tota vita sua.» — Item. El siguiente aspecto que comenta Peraldo sorprende porque da un paso más allá y toca a su obligación como praedicator. Si entre todas las prédicas realizadas en su vida no lograra la conversión de más que una única alma, supondría tanto más que todas las riquezas del mundo. Justamente por eso, ya la caída de solo un alma sería demasiado: «nimis esset». — Item. En el contexto eclesiástico y con exhortaciones especiales Peraldo describe las situaciones contemporáneas y el ámbito de las tabernas. Hoy en día condenaríamos a la persona que se reuniera con amigos, comiera y bebiera con ellos para traicionarlos finalmente entregándolos a ladrones que los mataran. Cuánto peor sería («quam mala ergo…»), si festejara una vetula con mujeres y las sedujera corporal y espiritualmente por tan poco como un vaso de vino: «vendit ad interficiendum eas spiritualiter». — Praeterea. En lo siguiente compara Peraldo las vetulae con incendiarios y cohortes que en las guerras invaden y devastan pueblos y regiones: «vetulae autem incendiariae sunt». Y además ponen el fuego de la luxuria (con referencia a citas bíblicas38) en el corazón de los hombres: «in cordibus hominum ponent». Peraldo comenta (implícitamente siguiendo a Pablo) que con el bautizo se convirtieron los corazones del hombre en un templo, pero que el fuego de la luxuria lo devora: «ignis est usque ad consumptionem devorans»39.
El último argumento resume las digresiones anteriores y Peraldo apunta que las vetulae pertenecen a la «familia» del diablo: «Vetulae tales videntur proprie esse de familia diaboli». En un cierto paralelismo Peraldo atribuye las «lenguas ardientes» de Pentecostés por un lado al Espíritu Santo y por otro al diablo, pero con la interesante distinción literaria de que para la primera atribución se usa el indicativo y para la otra el conjuntivo. Cristo quiso («voluit»), que aparecieran las lenguas ardientes sobre los apóstoles, que se encendieran los corazones de los hombres con el fuego celestial, es decir, con amor y caridad. En contra, el diablo, si quisiera querer («si vellet») demostrar los efectos de la vetula, dejaría aparecer lenguas fogosas que conllevarían el hedor del tizonazo sobre ellas, es decir las vetulae: «igne ne foetido inferni facaret super eas apparere».
Se puede observar que en esta comparación resta un espacio en blanco: mientras que las lenguas ardientes del Espíritu Santo sobre los apóstoles debían encender los corazones de los hombres, las lenguas ardientes del Diablo que aparecían sobre las vetulae no tuvieron ningún efecto. Lo que queda de la seducción es finalmente, nada.
Guillelmi Peraldi, Ordinis Praedicatorum SS. Theologiae Professor ac Episcopi Lugdunensis. Summae virtutum ac vitiorum. Tomus primus et secundus. Iuxta Exemplar charactere Gothico impressum Basileae 1497, diligenter expurgatae. Lugduni [Lyon] 1668. Apud Petrum Compagnon & Robertum Taillandier. Cum Privilegio Regis, et Permissu.40 [Google e-book: Ex Bibliotheca Publica Collegii Lugdunensis].
Tomus Secundus, Qui Appellatur Summa Vitiorum, dividitur in novem Tractatus: Tertius Tractatus de luxuria, et divditur in sex partes. Tertia pars subdividitur in septem Capita, agens de incitamentis luxuriae. Tertius Tractatus, Pars Tertia: quae habet septem apitula: agens de incitamentis luxuriae41.
[f. 28b]
Caput II.
De peccato vetularum turpitudinem consulentium. Multa autem sunt, per quae potest ostendi magnitudo huius peccati. Primum est hoc, quod peccatum istud est diabolicum. Opus enim diaboli est operam dare, ut hominem deiciat in peccatum. Sic studium vetularum talium est, ut mulieres inclinent ad peccatum. Nec habent de illo peccato quandoque nisi foerorem & potum unum vini. Unde Ioël 3. Puellam vendiderunt pro vino, & biberunt42.
Secundum est hoc, quod opus earum magis est noxium quam opus diaboli. Ubi enim nec homo nec diabolus possunt aliquid facere per se, ibi facit vetula. Unde posset recte dici diabola, eo quod in peccato diabolo assimiletur. A peccato enim habet diabolus, quod sit diabolus, qui est a creatione angelus. Posset etiam dici satan, quod interpretatur adversator. Efficacius enim adversatur saluti eius quam movet ad malum, quam ipse diabolus.
Tertium per quod potest ostendi magnitudo huius peccati, est poena serpenti a / [f. 29a] Domino inflicta. Serpens enim quem diabolus sibi elegit, ut per eum mulierem deiceret, eo quod mulieri assimilaretur (erectus enim tunc erat, & secundum Bedam43, vultum virgineum habens) significat recte has vetulas, quas diabolus elegit, ad alias mulieres deiciendas, eo quod sint eis similes. Licet autem serpens, tanquam creatura irrationalis, non intellexerit quid fecerit, tamen in tribus punitus est, cum mulier in duobus punita sit tantum, & vir tantum in uno. Vir etiam qui in solo esu peccavit, in labore quaerendo sibi edulium punitus est. Unde dictum est ei: Maledicta terra in opere tuo, etc.44. Mulier superbivit, & in fructu peccavit: ideo Deus eam humiliavit, dicens, Sub viri potestate eris45. Et in fructu eius punivit eam, dicens: In dolore paries46. Serpentes vero, quia hominem deiecit, prostratus est, quum prius erectus incederet. Unde dictum est ei: Super pectus tuum gradieris47. Quia habuit in ore mendacium, ideo in ore eius positum est venenum. Et in cibo punitus est. Unde dictum est ei: Terram comedes omnibus diebus vitae tuae48. Quia mulierem decepit, ideo dictum est ei: Inimicitias ponam inter te & mulierem49. Et post: Ipsa conteret caput tuum50. Et est argumentum quod mulieres sanctae multum debent odio habere tales vetulas, non naturam, sed vitium earum. Et nisi se correxerint, procurare eo modo quo secundum Deum poterunt, ut a vicinia sua expellant eas.
Qualiter ergo punientur vetulae, quae intelligunt peccata quae faciunt, si sic serpens punitus est, qui non intellexit? Sicut serpens in ore punitus est, sic punientur & ipsae. Et quia vinum pro peccato quod faciunt bibunt, fel draconum erit vinum earum, & venenum aspidum insanabile. Ipsis etiam dicetur51. Non terram comedes, sed carbones comedes omnibus diebus vitae tuae. Et quia se planctam vel pontem diabolo fecerunt, ut per eas ad mulieres / [f. 29b] diabolus transiret, ipsae prostratae conculcabuntur, & vadent super eas horribiles, ut ait Iob52.
Quartum est, quod legitur Ecclesiast[ico] 28 de lingua tertia53, ubi sic habetur: Mulieres fortes deiecit: vel mulieres viratas, secundum aliam litteram, vel etiam maritatas. Et quibusdam interpositis, subiungitur: Et utilis potius infernus quam illa54. Ignis infernalis non exurit, nisi illos qui adducuntur, & qui hoc meruerunt: sed lingua tertia iniustissime55 urit igne peccati, etiam illos qui sibi nihil nocuerunt.
Quintum est hoc, quod vetula talis se habet, sicut lingua in corpore diaboli, quod est congregatio malorum: Ex quo satis potest ostendi, quod multa malitia sit in huiusmodi mulieribus. Si enim tantum est malitiae in lingua unius hominis, ut habetur56 in Canone Iac[obi] 3: quantum credenda est habere malitiae lingua diaboli? De lingua hominis dicit Iacob[us]: Lingua nostra ignis est, universitas iniquitatis. Et post, quae maculat totum corpus & inflammat rotam nativitatis nostrae inflammata a gehenna. Et iterum: Lingua est inquietum malum, plena veneno mortifero, quae de lingua diaboli verissime possunt dici, scilicet de vetula.
Praeterea cum diabolus ut faber sit, iuxta illud Esa[ia] 54: Ego creavi fabrum sufflantem in igne prunas57. Et iuxta illud Iob 41: Halitus eius prunas ardere facit58. Vetulae istae sunt ut folles ipsius. / [Marginalia] Vetulae incantatrices lingua & folles diaboli. / Attestatur autem nigredo vetularum huic officio. Ipsae etiam vetulae sunt quasi larvae, sub quibus diabolus, & in quibus operatur. Si enim se manifestaret in propria forma, horrorem mulieribus incuteret. Ipsae etiam reae sunt proditionis apud Deum: cuius castra explorant, & procurant, ut diabolo tradantur.
Praeterea, quum Christus in tempore Passionis laboraverit usque ad sudorem sanguineum, & tantum dolorem sustinuerit, quod non fuit dolor sicut dolor eius, & tantum expenderit. Ibi enim fractum est alabastrum, & unguentum misericordiae effusum in tanta / [f. 30a] abundantia, quod eum senserunt caelum & terra, & infernus: unicam tamen animam, scilicet latronis lucratus est ibi. Ex quo satis patet, quantum peccent hae vetulae, etiamsi non auferrent, nisi unam animam Deo in tota vita sua, cum tale damnum faciant ei, quale lucrum fecit in cruce. Item, si praedicator unus non lucraretur in tota vita sua, nisi unicam animam, multum faceret, quum una anima plus valeat, quam omnes divitiae huius mundi. Igitur si aliqua vetula toto tempore vitae suae nullum aliud malum faceret, nec corde, nec ore, nec opere, nisi quod unam animam Deo auferret, nimis esset. Item si aliquis vendidisset unum de vicinis suis comedendo & bibendo cum eo aliquibus, qui eum corporaliter iugularent, valde malus iudicaretur: vel si quis ad tantam malitiam pervenisset, quod pro duodecim denariis hominem unum corporaliter interficeret. Quam mala ergo iudicanda est, quae tot mulieres vendit ad interficiendum eas spiritualiter: comedendo & bibendo cum eis? Et quae non pro duodecim denariis, sed pro potu uno vini, interdum in mortem unius animae consentit?
Praeterea incendiarii qui furtim domos & acervos manipulorum incendunt in guerris, peiores caeteris reputantur, & maxime sunt exosi. Vetulae autem incendiariae sunt. Luxuriam enim, quae ignis est usque ad consumptionem devorans, ut legitur Iob 3159, in cordibus hominum ponunt. Nec parcunt etiam templis: fideles enim templa sunt Deo, in baptismo dedicata.
Item si nullum tale sacrificium est Deo, ut zelus animarum, nullum tale sacrificium est diabolo, ut perditio earum, & nihil sic Deo displicet. Vetulae tales videntur proprie esse de familia diaboli. Et sicut voluit Christus, ut super Apostoles apparerent linguae igneae, ad ostendendum, quod officium eorum erat verbis corda hominum igne caelesti inflammare: sic diabolus, si vellet officium istarum / [f. 30b] vetularum hominibus ostendere, linguas igneas, igne foetido inferni faceret super eas apparere.
NOTAS