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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.19 no.63 México oct. 2003

 

Artículos

 

Las cuadrillas de costaleros en Sevilla: estudio antropológico del "costal" y la "trabajadera"1

 

"Costalero" Groups in Seville: An Anthropological Study of the "Costal" and the "Trabajadera"

 

María del Pilar Fernández Angulo*

 

* Departamento de Antropología, Universidad Católica de San Antonio, Murcia, España.

 

Texto recibido el 9 de marzo de 2001
Aprobado el 26 de agosto de 2002.

 

Resumen

La autora estudia un espacio conformado por un cúmulo de relaciones perfectamente estructurado en el que nada es casual: las cuadrillas de costaleros. A partir del estudio de la honrosa labor de portar sobre los hombros las imágenes que van por las calles en procesión, este trabajo analiza la figura del costalero en la Semana Santa de Sevilla, y pone de relieve su significación, representatividad y protagonismo en la fiesta.

El trabajo parte de una reflexión en torno al papel de la fiesta en general y de la Semana Santa en particular, para desembocar en el protagonismo que adquiere el colectivo de las cuadrillas de costaleros. Después de hacer un breve recorrido por la evolución histórica de este colectivo y poner de manifiesto las transformaciones que en él han tenido lugar, se estudian aspectos concretos y significativos que van definiendo al costalero, a pesar del cambio de valores que hoy va extendiéndose entre los jóvenes. Se tratan las nuevas formas de sociabilidad en grupos sumamente heterogéneos que se identifican como un nosotros frente a un los otros.

Palabras clave: cuadrillas, costaleros, procesión, fiesta, Semana Santa, sociabilidad, masculinidad.

 

Abstract

The author studies an area composed by an accumulation of perfectly structured relationships where nothing is accidental: the "costalero" groups (cuadrillas de costaleros). This work analyzes the figure of the "costalero" in Seville's Easter, beginning with the honorable task of carrying images on their shoulders in street processions and emphasizing its signification, representativeness and prominence in the celebration.

The article explores the role of the fiesta in general and of Easter week in particular as a starting point, ending up in the prominence acquired by the "costalero" group collectives. After a brief examination of the collective's historical evolution and a demonstration of the transformations that have taken place, the article studies concrete and significant aspects that define the "costalero", despite the growing change in values among youth. These are new forms of sociability in extremely heterogeneous groups that identify as an "us" as opposed to the others.

Key words: cuadrillas (groups), costaleros, procession, fiesta, Easter, sociability, masculinity.

 

 

Cruzan las procesiones, pero bajo los
"pasos", tan apuestos de relumbridos, hay
otro mundo de omoplatos y sudores, donde
jadean los forzados de la santa galera.

(Núñez de Herrera, A., 1993)

 

Echaron de ver los muchos muchachos de la
esportilla que por allí andaban,
informáronse de uno dellos qué oficio era
aquél, y si era de mucho trabajo,
y de qué ganancia

(Cervantes, 1613)

 

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende estructurar y encauzar la que será mi tesis doctoral de antropología social y cultural. Este estudio profundiza en el mundo del "costal"2 y la "trabajadera",3 ese espacio donde los hombres llevan sobre sus hombros las imágenes que, durante la Semana Santa, procesionan por las calles de ciudades y pueblos de la geografía española. Concretamente, mi interés se centra en la ciudad de Sevilla y en sus cuadrillas de hombres costaleros4 que, por diversos motivos, son grupos que siempre han formado parte de mi cotidianeidad y que, por tanto, nunca he cuestionado; en pocos años han vivido una rápida adaptación ante los cambios socioculturales que acontecían. Supone para mí un reto como investigadora al exigir la inmersión en un mundo de hombres.5 Las referencias a estos grupos han sido constantes y la curiosidad despertada mucha, sobre todo por aquellos que vienen de fuera. Pero no se ha visto, como sería de esperar y desear, interés suficiente desde las ciencias sociales para iniciar estudios en profundidad sobre los hombres que portan las "andas procesionales"6 y aquellos que guían su camino por las calles de las ciudades y pueblos de Andalucía, en los días de celebración de la Semana Santa.

En la actualidad es posible constatar el enorme auge que han venido experimentando nuevas formas de expresión de la sociabilidad a través de colectivos que, cada vez con más fuerza, constituyen claros marcadores de la Semana Santa sevillana. Me estoy refiriendo a las bandas o agrupaciones musicales, así como a las "cuadrillas de costaleros".7 Es incuestionable el peso y arraigo que la figura del costalero tiene en esta fiesta. Sin embargo, no dejan de ser los grandes desconocidos de la Semana Santa, en torno a los cuales la antropología tiene una importante labor que hacer. Hasta el momento, los estudios que se pueden encontrar sobre costaleros han sido planteados desde enfoques muy particulares (histórico, lingüístico...) o a partir de las inquietudes del propio colectivo. La escasez y la necesidad de estudios antropológicos son patentes. Desde 1982, el profesor Moreno Navarro (1982: 188-189) puso de manifiesto la necesidad de analizar la figura del costalero en la Semana Santa de Sevilla dada su significación, representatividad y protagonismo indiscutible en la fiesta.

Este trabajo parte de la necesidad de describir, analizar, documentar y conservar nuestro patrimonio etnológico, pero sólo como paso previo para hacer un estudio extensivo, tanto descriptivo como comparativo, de esta y otras formas de manifestación de la sociabilidad en la Semana Santa andaluza. La existencia de las cuadrillas de costaleros parece estar hoy a salvo, ya que la afición sigue surgiendo. Es fácil observar en Andalucía, y concretamente en Sevilla, a algún niño pequeño tratando de portar y mecer sobre sus hombros una silla y más tarde crear su propio paso para la celebración de las Cruces de Mayo. Pero a pesar de la continuidad de la tradición, los cambios están presentes tanto en la celebración de la Semana Santa como en el mundo del costal y la trabajadera. Con esta motivación clara decidí adentrarme en esta investigación, consciente de la dificultad que entraña ser mujer e investigar un colectivo compuesto íntegramente por hombres.

En esta primera fase de mi investigación, tal y como podrán ver en páginas sucesivas, parto de una reflexión mínima en torno al papel de la fiesta en general y de la Semana Santa en particular, para desembocar en el protagonismo de las cuadrillas de costaleros en ésta. Tras hacer un breve recorrido por la evolución histórica de este colectivo y poner de manifiesto la transformación a la que ha tenido que hacer frente en un periodo de tiempo relativamente corto, pasaré a estudiar aspectos concretos y significativos que van definiendo al costalero. Así pues, analizaré un léxico peculiar que se va perdiendo, un estilo propio de llevar los pasos, una forma de vestir la ropa, de "hacerse la ropa",8 un modo de sociabilidad característico y en auge, a pesar del cambio de valores que hoy va extendiéndose entre los más jóvenes. Hablo de grupos de hombres que dan forma a una particular masculinidad, hipótesis ésta sobre la que iré trabajando.

 

LA FIESTA

Manifestación sociocultural de gran complejidad que desempeña múltiples funciones en el seno de la sociedad que la celebra, la fiesta es expresión simbólica de la identidad del pueblo o comunidad que la protagoniza. Es un fenómeno social y nunca individual. Ya Durkheim (1988) afirmaba que los rituales son actos colectivos en los que se recrea periódicamente la sociedad a la que se pertenece. Es vivida como un paréntesis en la cotidianeidad, aunque se desarrolla, y cada vez con más fuerza, como fenómeno de importancia capital ya que la sociedad se manifiesta, se expresa y habla de ella misma de forma sincera en tanto que involuntaria. La fiesta es el marco en el que se intensifica la conciencia de pertenencia, en el que se agudiza la percepción del ritual como marcador de identidad. Una vez al año la fiesta nos une. Es el momento para el reencuentro de aquellos que viven distanciados y que sienten en estos días más que nunca sus orígenes. Las fiestas congregan a toda la comunidad en un espacio en el que variables tales como clase social, grupos de edad y sexo desempeñan sus papeles. Constituyen una ocasión en la que los aspectos económicos y políticos pasan a primer plano; es el momento en el que determinadas situaciones o conflictos se hacen patentes y el grupo profundiza en su identificación como tal, marcando sus diferencias con otras comunidades. Son igualmente fenómenos de gran importancia para el desarrollo de la sociabilidad. Proporcionan marcos para la formación de grupos y asociaciones, ya que en torno a la fiesta los individuos se identifican como parte integrante de un nosotros que en última instancia constituye el grupo de referencia.

Uno de los rasgos que identifican a la sociedad andaluza en general, y a la ciudad de Sevilla en particular, es su carácter festivo. Las fiestas constituyen uno de los marcadores más evidentes de la cultura andaluza y Sevilla es reconocida como la ciudad festiva por antonomasia (Escalera, 1984: 145-146). Fiestas como la Feria de Abril o la Semana Santa son el patrimonio vivo de la ciudad, ya que, a diferencia de monumentos y obras de arte que permanecen, aquéllas se repiten cíclicamente, se renuevan y están por tanto sometidas al cambio y a las transformaciones que la sociedad experimenta, lo que exige de ellas una consecuente adaptación. Evidentemente la "semana grande"9 que vivimos hoy no es la que vivieron nuestros abuelos, pero su función sigue siendo la misma: servirnos de referente que nos una e identifique como comunidad al tiempo que nos diferencie de otras.

 

LA SEMANA SANTA DE SEVILLA

Por sus singularidades, la Semana Santa de la ciudad hispalense ha alcanzado fama universal. Es probablemente una de las manifestaciones festivo-religiosas populares más arraigadas que se pueden encontrar. La tradición de la Semana Santa es parte de la historia de Sevilla, de una historia que se hace presente cada año. Pero si nos preguntamos acerca del papel de la ciudad en esta conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, vemos que la participación de la ciudadanía es fundamental, y se hace patente entre los grupos sobre los que se sustenta esta recreación de la comunidad a través de la fiesta. Hablo de las "hermandades"10 que, en torno a sus imágenes, constituyen la "cofradía"11 o colectivo que procesiona por las calles de Sevilla los días de la Semana Santa.

 

COFRADÍAS

Las cofradías, fundadas a partir del siglo XIII, representan la religiosidad y el fervor del pueblo de Andalucía. En Sevilla, El Santo Entierro, que es la cofradía más antigua, data de 1248, pero también encontramos alguna de menor antigüedad. La última en ser fundada, La Resurrección, nació hace menos de treinta años, en 1972. Entre ambas fechas hay cerca de cincuenta y ocho cofradías que hacen referencia a su génesis, tales como Los Panaderos, originada en el siglo XVI por los integrantes de dicho gremio, o Los Negritos, fundada antes de 1400 por los morenos o "negros" de la ciudad.

Las cofradías de penitencia sevillanas nacieron en un contexto netamente religioso, aunque se fundaron en el siglo XIII; a mediados del siglo XVI comienzan a proliferar y adquieren sus propios estatutos. La mayoría nació bajo el más estricto carácter religioso con fines benéficos o dogmáticos. Desde el medievo, han sido asociaciones de carácter laico, unidas por diferentes causas y bajo la adoración de un santo patrón, de la Virgen o de Cristo y su Pasión. Reúnen a personas de distintos gremios, profesiones y estamentos socioeconómicos. Ejemplo clarificador es la Hermandad de los Estudiantes, fundada en 1924 por un grupo de alumnos y profesores de la Universidad hispalense.

Cada una de las 58 cofradías cuenta hoy con entre cien y dos mil quinientos hermanos penitentes llamados "nazarenos",12 así como con el distintivo de sus túnicas y escudos, música e imágenes.

 

LAS CUADRILLAS DE COSTALEROS EN SEVILLA

Pero quizás lo más característico de la Semana Santa en esta ciudad, y que con más orgullo se pregona, es que los pasos sevillanos son llevados por costaleros, colectivo que se origina a partir de la iniciativa individual de cada uno de los hombres que lo integran. La motivación es fundamentalmente la afición al "oficio del costal" con una fuerte devoción por la imagen. El acceso a las cuadrillas dependerá de "la igualá".13 Unos meses antes de la celebración de la Semana Santa, cada cofradía hará un recuento público de los hombres de sus cuadrillas y, en caso de haber bajas —y por tanto, huecos libres—, el "capataz" podrá disponer de los que allí se han congregado con la esperanza de acceder a ellas. Todo se reduce a que la estatura del aspirante coincida con la estatura requerida para la plaza vacante. Así se generan los grupos de costaleros que, junto a otros —como las bandas de música que acompañan a las cofradías—, se presentan como claros protagonistas de la expresión del patrimonio festivo. Este colectivo sólo aparece al margen de la celebración de la Semana Santa y en fiestas que también necesitan de estos hombres como portadores de imágenes. Son además nuevas formas de manifestación de la sociabilidad en evidente crecimiento, muy al contrario de lo que se pudiera pensar al asistir a diario a un fuerte cambio de valores entre los más jóvenes, y que en algún momento pudo llegar a percibirse como el fin de las cuadrillas.

Particularidades: ropa y léxico

Los costaleros son, a grandes rasgos, los hombres que portan las imágenes y que cargan éstas sobre sus hombros. Van provistos de una ropa peculiar para la realización de este "oficio", que les habilita para cargar con el peso de los pasos14 (entre mil quinientos y dos mil kilos). Hablo del costal, la "faja"15 y las "alpargatas",16 aunque estas últimas son reemplazadas en más ocasiones de las que desearíamos por zapatillas deportivas.17 El término costalero deriva de la prenda fundamental que usan para su trabajo: el costal. Es una pieza de arpillera o tejido de estopa de similar aspecto al esparto aunque menos vasto, de entre metro y metro diez por sesenta o setenta, forrada por una cara de tela usada. El costal, junto con la "morcilla",18 forma el elemento más importante de la vestimenta del costalero, ya que una vez hecho el costal y ceñido a la cabeza éste podrá trabajar bajo el paso dejando descansar la trabajadera en su cerviz sobre la morcilla.

El costalero sevillano debe su nombre al costal, imprescindible por la forma de cargar los pasos, mientras que en otras zonas geográficas son otras las maneras de llevarlos y por tanto otros los modos de llamar a los hombres que desempeñan esta labor: "cargadores" en Cádiz, "hombres de trono" en Málaga, "hombres de carga" en Salamanca, y "hermanos de paso" o "cargadores" en Zamora.

Centrándome en mi objeto de estudio, considero fundamental ver cómo están distribuidos los hombres bajo los pasos para poder entender las distintas posiciones que pueden ocupar, su tarea y su nombre; pues la ubicación bajo las tablas implica mayor o menor responsabilidad, ser más o menos imprescindible, tener mayor o menor prestigio en el grupo. Están distribuidos en trabajaderas que corren paralelas al frontal del paso y varían en número entre seis y nueve, en las que van entre cinco y seis costaleros que deben "calzar"19 la misma altura; un total de entre 36 y 54 hombres bajo un paso. Las trabajaderas se distribuyen entre el frontal y la trasera del paso y los costaleros que las ocupan pueden ser "pateros", "costeros", "fijadores" o "corrientes", según el lugar que ocupen y el trabajo que desempeñen en éstas. Aquellos que ocupen los extremos de la primera y última son los pateros, ya que van junto a las patas o zancos en las esquinas del paso. Son esenciales para el trabajo de toda la cuadrilla ya que son los que inician las "llamadas"20 ordenadas por el "capataz".21 Junto a éstos encontramos en su misma trabajadera a los fijadores, que ayudan a los pateros y refuerzan sus movimientos. Los costaleros que van pegados a los laterales del paso son los costeros, excluyendo claro está a los pateros. Y el resto son los denominados corrientes, al ser los que trabajan en el interior y tienen contacto con el centro de la calle por donde tradicionalmente corría el agua al no haber los sistemas de alcantarillado que hoy conocemos.

Independientemente del lugar que ocupen en el paso existe otra clasificación: los "costaleros de refresco", que esperan hacer el relevo durante la procesión. Los costaleros que realizan alguna penitencia son llamados penitentes. Y, por último, la diferenciación entre profesionales y hermanos que comentaré con más detalle.

 

CAMBIOS SOCIOCULTURALES EN TORNO A LAS CUADRILLAS

Consta documentalmente, por un grabado hallado en la catedral de Sevilla, que ya existían costaleros en el siglo XVII. Incluso en el siglo XVI, la custodia del Corpus Christi era llevada a hombros por una cuadrilla de hombres conducidos por un capataz. Cargadores del muelle, inicial-mente doce, que recibieron un ducado y la invitación a almorzar ese primer año de salida en 1587. Incluso bien entrado el siglo xx, se les llamaba "gallegos" por tratarse de personas que realizaban trabajos de fuerza. El puerto de Sevilla fue cantera de costaleros, y los bares y tabernas de la Puerta Osario y Triana lugares míticos de encuentro y formación de cuadrillas, donde el capataz citaba a su "tela"22 para confeccionar la lista y ver con quiénes contaba ese año. Los primeros costaleros recibían un salario a cambio de su trabajo. Pero esto iba a cambiar. Así, el costalero no estaba bien considerado, al dedicarse a una ocupación negativamente privilegiada, como diría Max Weber (1988), por ser hombres de carga, simple trabajador ajeno al mundo oficial de las hermandades. Pero a partir de la década de los setenta serán merecedores de todo respeto y admiración, vistos como héroes y abanderados de las tradiciones sevillanas. Cuentan incluso que el costalero era invitado por desconocidos en los bares en los que entraba o abanicado por señoras que tampoco conocía. Consideré importante analizar a qué se debió un cambio de opinión tan radical en tan escaso margen de tiempo y seguí caminando mano a mano con la historia.

La Semana Santa de Sevilla, en el aspecto de capataces y costaleros, alcanza su edad de oro entre los años cincuenta y sesenta. Fue la época de los que vinieron a llamarse "el grupo de los seis". Seis capataces, que llenan un amplio periodo de años como auténticas figuras, crean estilos y formas de andar, y dan lugar al buen hacer de los costaleros que trabajan bajo su mando. Crearon escuela y hoy en día ejercen el mando del "último tramo",23 discípulos de aquellos maestros. A estos años de esplendor siguieron otros de dudas. Los cambios acaecidos en la España de los años sesenta, crecimiento económico en el país a raíz del plan de desarrollo del primer gobierno tecnocrático del general Franco, hicieron tambalearse las bases de este colectivo ya que las retribuciones al costalero profesional eran cada vez menos rentables. En esta situación de incertidumbre llegamos a una fecha clave en este breve recorrido histórico; el 14 de mayo de 1972, un grupo de hermanos de Amor y Pasión24 sacan en procesión la Virgen de las Aguas de la Parroquia del Salvador, con recorrido exterior alrededor de la citada parroquia.

 

Cuadro 1

 

Tan sólo un año después, en la Semana Santa de 1973, el paso del "Cristo de la Buena Muerte" de la "Hermandad de los Estudiantes" es sacado de la capilla de la Lonja universitaria por la primera cuadrilla de hermanos costaleros. Este hecho no se percibió como una alternativa a la comentada crisis, que no era vivida como tal por esta hermandad, en particular con una numerosa "cantera".25 Fue sin más un voto de confianza a aquellos jóvenes hermanos que quisieron experimentar con esta labor u oficio. El universo de los costaleros entró como un torrente en la vida interna de las hermandades y cofradías, corporaciones que hasta la fecha sólo se habían ocupado puntualmente de este colectivo.

En las cuadrillas de costaleros existen desde entonces dos grupos bien diferenciados. De un lado quienes, siendo hermanos de una determinada corporación, decidieron un buen día, por diversas razones, cambiar la "túnica"26 por el costal. De otra parte quienes, por el contrario, ingresaron de manera más o menos voluntaria en la hermandad a través de la cuadrilla de costaleros. A los primeros se les ha venido denominando hermanos costaleros, mientras que a los segundos se les ha llamado costaleros hermanos.

A principios y mediados de los años ochenta, las "juntas de gobierno"27 comenzaron a preocuparse por la integración de los costaleros como miembros activos de las mismas, lo que se tradujo en una atención especial, homenajes y distinciones, puesto que la irrupción de éstos en la hermandad suponia la perpetuación de la forma sevillana de llevar los pasos, elemento dinámico y esencial de nuestra estética cofradiera. La hermandad eliminaba del presupuesto de salida la partida destinada a la cuadrilla profesional, cada vez más cuantiosa ya que la mejora económica hacía que el costalero fuera cada vez más exigente, aunque ésta se sustituyese por el coste de los almuerzos, las medallas... para los jóvenes hermanos costaleros. Éstos, admirados por el pueblo en general, acceden al espacio público, salen de sus cerrados ámbitos cuasigremiales al ser considerados héroes, abanderados de las tradiciones sevillanas. La otra cara de la moneda es que el costalero profesional se enfrenta a un futuro incierto y, lógicamente, se producen reacciones. El mundo del martillo y el costal se enfrenta a una crisis sustentada en la quiebra fundamental de la relación interna de la cuadrilla o de capataz con costalero. No bastaba con que los jóvenes costaleros llevasen los pasos sin cobrar. Las hermandades, al temer y ser conscientes de la capacidad de un grupo de presión como la cuadrilla, querían más. Había algo de vanidad en este asunto. El prestigio que supone para una hermandad el que sus costaleros sean hermanos por la capacidad de convocatoria de ésta, la sensación de control por parte de la junta de gobierno sobre todos los estamentos de la hermandad, llevaría a ésta a no preguntar por la motivación u origen de los hombres que van bajo el paso. Aunque, de cara a la opinión pública, sus cuadrillas son de hermanos. Hoy día asistimos a la prohibición explícita, por parte de ciertas hermandades, hacia sus costaleros, en lo referente a sacar imágenes de otras cofradías.28

Esta búsqueda del control de las cuadrillas implica en la práctica un tratamiento diferenciado respecto del resto de hermanos. Poco podían imaginar que, con el tiempo, la incorporación forzada en la mayor parte de las ocasiones de los costaleros a la hermandad iba a producir efectos perniciosos para el gobierno de las mismas, por lo que suponía la introducción en su vida interna de auténticos grupos de presión cuya fidelidad a la hermandad era infinitamente más débil que la fidelidad a su capataz. Esto propició el que algunos de los dirigentes de las hermandades apostaran por la vuelta al antiguo régimen, el de los profesionales, ofreciéndose incluso a sufragar de sus bolsillos el coste de las cuadrillas.

En esta cuestión no pudo extraerse una conclusión válida para todas las hermandades. La realidad es que, a pesar de los inconvenientes, la mayor parte de éstas consideran que los costaleros deben incorporarse formalmente a su nómina, lo que, en consecuencia, los hace iguales que el resto de hermanos. Pero no todas son iguales. Unas, con gran capacidad de convocatoria, por la devoción que se profesa a sus imágenes, pueden mantener esta teoría, ya que nunca dejarán de tener una numerosa cantera de devotos hermanos deseosos de portar sus imágenes. Pero, evidentemente, otras viven en lo que podríamos llamar un "engaño estadístico" al mantener ante la opinión pública que sus cuadrillas son de hermanos costaleros ya que lo contrario sería un síntoma de decadencia, aunque sea el capataz quien pague las papeletas de sitio de sus costaleros ante la negativa de éstos.

Todo esto ha supuesto la consolidación del nuevo sistema. Según los últimos estudios, tan sólo la Hermandad de Santa Marta conserva hoy cuadrillas de costaleros profesionales. Hoy gran parte de las cuadrillas están conformadas, de modo mixto, con hermanos y no hermanos, lo que en nada perjudica su funcionamiento ni supone ruptura alguna del nuevo modelo. Hay que aceptar la realidad tal y como es, y el nuevo sistema es así, guste o no a los más ortodoxos y oficialistas. Hemos de reconocer que la consolidación del nuevo sistema, y en definitiva de la mayor parte de las cuadrillas existentes, ha tenido su base en auténticos aficionados más que en hermanos, que con el tiempo, convencidos por el cariño y la convivencia, tocados por el hábito espiritual y de manera voluntaria, han terminado siendo costaleros hermanos.

De manera paralela al nacimiento de este nuevo sistema y del hermano costalero, apareció una nueva forma de capataz. Junto a los capataces de magisterio y herencia directa formados por aquel "grupo de los seis", hoy encontramos otro colectivo numeroso que por pura lógica temporal no ha podido adquirir la formación adecuada a la responsabilidad depositada en él; aquellos otros que han accedido a través del ejercicio de su poder económico e influencia. Hoy las hermandades han conseguido que se rompa el vínculo capataz-cuadrilla. La cuadrilla es algo propio de la hermandad, disciplinada y mandada por ésta; se ha convertido en algo que nunca fue, en el último tramo de la cofradía, al tiempo que el capataz ejerce como "diputado"29 de este tramo, siempre mediatizado por quienes mandan en la cofradía.

 

ESTRUCTURA INTERNA DE LA HERMANDAD: RELACIONES EN TORNO A LAS CUADRILLAS

En un principio se puede concebir este mundo del costal como realidad perfectamente limitada, cuyo análisis no tiene por qué trascender la relación del capataz y su cuadrilla. Pero la realidad ya contrastada lleva a estudiar este colectivo no como ente aislado, sino como parte activa de esta estructura o red de relaciones perfectamente tejida para la consecución de un fin y en la que existen funciones claramente establecidas. Este mundo comparte la complejidad de cualquier realidad social inmersa en todo un mar de relaciones que le dan sentido, por lo que es fundamental analizar este colectivo en relación con su historia y su contexto.

Vista ya la cuadrilla de costaleros desde un punto de vista diacrónico, considero imprescindible analizar qué lugar ocupa en el entramado de relaciones de la hermandad y la cofradía de la que forma parte. Cada cofradía está compuesta por hermanos congregados en torno a sus imágenes. Estos se estructuran dando lugar a un verdadero organigrama en puestos y estamentos que han de desempeñar una o varias labores establecidas por el bien de la hermandad. Hablo de una junta de gobierno elegida por los hermanos a través del voto, que a su vez establecerá los cargos de control de la cofradía. En este sentido podríamos hablar de la existencia de un triunvirato, de un triángulo entre cuyos vértices se va forjando el mando del paso portado por la cuadrilla de costaleros. Son tres los vértices de este triángulo y, por tanto, tres los cargos que mandan sobre estos hombres.

El diputado mayor de gobierno, elegido por los hermanos que componen la junta de gobierno, debe conocer a la perfección la forma de andar los pasos de su cofradía, cuánto avanzan en cada "chicotá"30 y la capacidad de recuperación de tiempo en caso de necesidad. Su misión directa es cumplir el horario y controlar el comportamiento y estilo de la cuadrilla.

El fiscal de paso, miembro de la junta de gobierno, recibe indicaciones directas del diputado mayor por el que fue asignado.

Por último, el capataz es el máximo responsable ante la junta de gobierno al ser elegido por ésta. Gran conocedor de la capacidad de los hombres que forman su cuadrilla, debe mandarla para que, según las indicaciones del fiscal, el paso ande según lo previsto por el diputado.

Estos tres vértices constituyen las fuerzas que tratan de dirigir los pasos llevados en última instancia por cuadrillas de hombres, los costaleros. Éstos, formados por el capataz, son, desde mi punto de vista, los que mandan, ya que son grupos de presión fuertemente unidos. Viven más en comunión con el capataz que con la propia hermandad, por lo que la mediación de ésta los hace más fuertes como grupo.

 

REFLEXIONES

La enseñanza que puede extraerse de esta aproximación etnológica al mundo del costal y la trabajadera es clara. Las manifestaciones festivo-religiosas nos unen como colectivo, como un nosotros frente a un los otros. Pero en ese nosotros hay toda una gama de matices o subgrupos que constituyen esa estructura cuyo reparto de funciones hará realidad la expresión de la comunidad y la identificación de cada individuo como parte activa de ésta. Ningún colectivo es homogéneo, por lo que la aproximación a éste debe tener muy presente la heterogeneidad. Además, la historia está presente, actúa como filtro y da sentido, a la vez que condiciona la vida de la comunidad en general y de sus subgrupos en particular. Uno de éstos, las cuadrillas de costaleros, es parte activa y fundamental en el desarrollo de la fiesta y su significación. Pero no es un ente aislado o inmune, ni a la historia ni al contexto en el que está inserto. Las condiciones físicas del medio repercuten en la economía y, a su vez, ésta condiciona la organización social y política, al tiempo que todo esto da lugar a una forma específica de percibir y relacionarse con el entorno, dando lugar a una cosmovisión particular. Es por esto que el estudio de un aspecto concreto de la manifestación festivo-religiosa no podía pasar por alto las demás facetas de la comunidad. La vida de las hermandades y cofradías ha pasado por momentos y altibajos a lo largo de su historia, al ser ésta la historia de España. Por ello, todo análisis etnológico requiere una reflexión cara a cara con la historia.

 

Figura 1

 

Nada permanece y nada es casual en tanto que cultural. Pero no es nuestra labor establecer leyes causales, sino más bien alcanzar a interpretar una realidad. Lo interesante en el papel del antropólogo está en la reflexión, en la interpretación, sobre todo cuando su objeto de estudio es su realidad, su cultura, el contexto con el que se siente más familiarizado. Es entonces cuando ha de enfrentarse al trabajo de campo at home y a la problemática que implica; lo difícil es alejar lo cercano, ser objetivos cuando se trata de reflexionar sobre nosotros mismos. Hay en la labor del antropólogo un doble trabajo previo a la introducción en el campo. Uno, de conocimiento y análisis de la historia pasada, así como del momento presente —en el que deberá tener en cuenta un contexto mucho más amplio del que, inevitablemente, la realidad que estudia forma parte—. Otro, interior o personal, de mentalización básicamente, ya que es fundamental ver qué lugar ocupamos en esa realidad y cuál debe ser nuestro papel al respecto.

Considero que, teniendo en cuenta el grado de profundización de estas páginas, puedo ya extraer varias reflexiones de esta experiencia:

• En primer lugar nos encontramos con grupos de hombres que han vivido una transformación sociocultural importante en un periodo relativamente corto de tiempo si tenemos en cuenta lo que supone este giro. Durante casi cuatro siglos los costaleros han sido trabajadores contratados por las hermandades, sin relación alguna con su mundo oficial, pero en menos de treinta años han dejando de ser profesionales y de cobrar por su trabajo, para salir al espacio público como verdaderos héroes y ejercer como grupos de presión.

• Este mundo que llamo del costal y la trabajadera encierra una nueva forma de sociabilidad, que se mantiene a pesar de cambios tales como la ruptura de los más jóvenes con valores hoy caducos, que están afectando a la incorporación de éstos en colectivos como es el militar, pero que no impide el crecimiento de la "vocación al costal" a pesar de que estemos inmersos en ámbitos religiosos, en teoría alejados del interés de estas edades.

• Hablo de un colectivo que se percibe como un nosotros frente a un los otros, lo que implica que sea la cuadrilla en sí ese referente que da forma a una identidad de grupo que se expresa como tal a través de la fidelidad al capataz y el sentimiento de pertenencia a éste, en espacios públicos como el bar o la taberna (símbolos de identificación del grupo).

• Las cuadrillas no son grupos homogéneos, al no estar constituidas por azar y al formarse como estructura a partir de la cuestión física (de la estatura principalmente), sin olvidar la antigüedad o acceso como hermano costalero; se desemboca en una división interna en forma de castas que suponen cierto grado de responsabilidad y privilegios.

• Encuentro en este colectivo todos los ingredientes necesarios para que sea entendido como parte importante de nuestro patrimonio etnológico. Me refiero, sobre todo, a un léxico, heredado de esos siglos de trabajo del costalero profesional en el puerto de Sevilla ("arriar", "virar"), que se va perdiendo, una forma peculiar de "llevar los pasos" y de "vestir la ropa", que identifica a las cuadrillas sevillanas.

• Si algo no ha cambiado en estos años de existencia ha sido el sexo del costalero. Han cambiado variables como la etnia,31 la clase social, la edad, el nivel de formación..., pero la cuestión de sexo permanece. Reconstruyen el estereotipo de la virilidad, funcionan como verdaderos grupos de hombres, como refuerzos de la identidad masculina.

Como antropóloga no pretendo más que dar mi propia interpretación de una realidad que me toca muy de cerca, lo que supone desde mi punto de vista un mayor esfuerzo que parte de la ruptura con mi etnocentrismo. Todo posicionamiento originado por mi condición de mujer sevillana y antropóloga puede provocar un sesgo importante en mi reflexión. No es fácil alcanzar un distanciamiento tal que consiga un grado de objetividad aceptable. Ser consciente de ello y tenerlo presente hace que la cientificidad no desaparezca y el objetivo de analizar e interpretar sea alcanzado.

 

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Notas

1 Este trabajo constituye una parte importante de mi futura tesis doctoral. En él se van perfilando las líneas de interés que constituirán el grueso de la investigación.

2 Costal: protección de tela y esparto o estopa que envuelve la "morcilla" o cilindro mullido con el que se protege la cerviz del costalero.

3 Trabajadera: cada una de las tablas de madera que descansan en la cerviz del costalero y que forman, junto con las patas o "zancos", la estructura de madera que da lugar al conocido como "paso".

4 Al hablar de costaleros hago referencia a los grupos de hombres o cuadrillas que cargan sobre sus hombros la estructura de madera que soporta a la imagen o imágenes representativas de la cofradía. Se suele decir que van bajo el "paso".

5 El estudio está centrado en el contexto del mundo de hombres. No obstante, existen algunas cuadrillas de mujeres costaleras en otras provincias.

6 Expresión muy utilizada en el círculo de hermandades y cofradías para nombrar la estructura sobre la que se asienta la imagen que se procesiona o exhibe por la ciudad en los días de la festividad.

7 Cuadrillas de costaleros. Son las agrupaciones de hombres que portan sobre sus hombros las imágenes representativas de la cofradía. Decimos que van bajo el "paso".

8 Proceso de elaboración del costal. Todo un ritual que deja entrever la solidaridad, colaboración y ayuda en la cuadrilla.

9 Se reconoce como "semana grande" a la Semana Santa.

10 La hermandad es una asociación de origen gremial y carácter tanto religioso como benéfico.

11 Cada hermandad venera sus imágenes. De esta unión en torno a la imagen surge la cofradía y se genera el cortejo procesional.

12 El "nazareno" es el hermano que procesiona en el cortejo. Lleva la cara cubierta como símbolo de penitencia y ocupa un lugar en el tramo que le corresponde.

13 "Igualá" es cada una de las ocasiones en las que el "capataz" organiza a sus hombres en cada trabajadera. La posición que da a éstos dependerá de la estatura.

14 Estructura o armazón de madera formado pollos "zancos" o patas que sustentan el cuerpo sobre el que descansan las imágenes. Bajo éste trabajan las cuadrillas de costaleros.

15 Faja: tela con la que se envuelve la cintura el costalero, ejerciendo presión para evitar lesiones por el peso soportado.

16 Alpargatas: calzado de esparto.

17 Considero necesario salvaguardar tanto el léxico como el "vestir la ropa", como parte importante de nuestro patrimonio. Aunque al ser la fiesta un hecho cultural vivo no cabe duda de su constante transformación.

18 Morcilla: es el cilindro mullido con el que se da forma al costal y cuya función es proteger la cerviz del costalero.

19 Al decir "calzar" nos referimos a la estatura que tiene el costalero.

20 Éstas se inician con un golpe de "llamador", obra de orfebrería en oro o plata, en forma de martillo, del que se sirve el capataz para dar las órdenes a la cuadrilla.

21 Capataz: dirige a la cuadrilla de costaleros desde el exterior y frente al paso. Para ello se sirve de un léxico peculiar y de órdenes a través de la "llamada".

22 Telá: incondicionales. Costaleros con que el capataz puede contar para la salida en procesión.

23 Se considera "último tramo" a la cuadrilla, puesto que la imagen finaliza el cortejo.

24 "Hermandad" y "cofradía" de Amor y Pasión. Parroquia del Salvador en Sevilla.

25 Se reconoce como "cantera" al grupo de jóvenes que esperan llegar a formar parte de la "cuadrilla".

26 La "túnica" y el "capirote" constituyen la forma de vestir característica del "nazareno".

27 La junta de gobierno está compuesta por los delegados elegidos por los hermanos electores.

28 Hago aquí referencia a un hecho que recientemente me han comunicado varios de mis "informantes privilegiados".

29 La junta de gobierno nombra un diputado para cada tramo del cortejo, que a su vez será supervisado por el diputado mayor de gobierno.

30 La "chicotá" es el tiempo que transcurre entre la subida o "levantá" y la bajada o "arriá", en el que la cuadrilla carga y traslada el paso. Como vemos, el léxico empleado en la jerga de capataces y costaleros es toda una herencia del utilizado durante siglos por los trabajadores de los muelles y puertos. Desgraciadamente éste se va perdiendo con el tiempo.

31 Hoy en día no se da la participación activa de personas de otras etnias en la Semana Santa de Sevilla.

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