En numerosos lugares de EE.UU. y otras regiones del mundo se han observado altos niveles de compuestos perfluorados (PFC) en el agua potable. Muy usados en la industria, los PFC no se degradan con facilidad y se acumulan en la sangre.
Varios estudios han mostrado una posible correlación entre altas concentraciones de PFC en sangre y déficits inmunitarios, hepatomegalia y otras afecciones. No obstante, por el momento no existen pruebas de causa directa.
Los investigadores encuentran dificultades a la hora de determinar qué niveles de exposición pueden considerarse seguros, ya que los posibles efectos varían en animales según la especie y resultan difíciles de aislar en los estudios con humanos.
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