La crisis cultural degrada la educación, al hombre y a la sociedad. El Estado, a través del Derecho, impulsa la educación, desde la subsidiariedad y el diálogo con los demás agentes educativos. Debe respetar y armonizar su misión. Las instituciones educativas, al servicio de la transmisión cultural, forman integralmente al hombre, desde el rigor académico.
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