En los últimos 15 años, la figura del intelectual ha sido desafiada, combatida y reorganizada en relación con prácticas que la han puesto severamente en cuestión. Pero ¿cuál es el estatuto del pensamiento y la investigación frente a los nudos de conflicto y disputa que caracterizaron el continente en los últimos años? ¿Cómo se ubica la militancia frente a una serie de experiencias que ponen justamente en crisis los modelos pedagógicos clásicos de la política? Debemos leer estas preguntas desde la actualidad: una crisis de la propia noción de movimiento social y un declive de los gobiernos llamados progresistas que usufructuaron su legitimidad.
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