A pesar de que vivimos tiempos muy difíciles, con especial dificultad para el mundo rural español, enormemente despoblado, envejecido y abandonado por muchos, sin embargo, la Iglesia debe seguir apostando fuertemente por el mundo rural. No solo porque es una "periferia existencial" a la que el papa Francisco nos impulsa y envía, sino porque la propia configuración de los pueblos, su idiosincrasia humana y geográfica, otorga a sus parroquias nuevas posibilidades de trabajo misionero que los pastores y apóstoles vivos, despiertos y con actitudes propias de "conversión pastoral", como lo es el trabajo más fraternal en unidades pastorales y arciprestazgos, no deben dejar de aprovechar para abrir nuevos caminos en la Evangelización.
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