Los últimos tiempos de la Guerra de la Independencia resultaron muy reveladores sobre el clima de tensiones y contrariedades que se había abierto entre las filas anti-napoleónicas. El difícil equilibrio que había definido las relaciones entre liberales y absolutista se rompía con el retorno de Fernando VII en 1814. El poder municipal, afectado por intensas transformaciones desde 1808, no quedaba al margen del proceso de reversión emprendido desde los sectores absolutistas. En este sentido, el artículo ahonda, a partir de los ejemplos proporcionados por el suroeste andaluz, en la realidad concreta de un proceso de cambio que no resultaba ni homogéneo ni lineal, y que en conjunto no pudo abstraerse del reajuste político-social y del nuevo equilibrio de fuerzas generado durante los años precedentes.
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