SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.39 número1FUNDACIÓN PEDRO GRASES, Andrés Bello: Documentos para el estudio de sus Obras Completas, 1948-1985René Millar Carvacho, La Inquisición de Lima. Signos de su decadencia, 1726-1750 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Historia (Santiago)

versión On-line ISSN 0717-7194

Historia (Santiago) v.39 n.1 Santiago jun. 2006

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-71942006000100016 

 

Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Chile
Historia No 39, Vol. I, enero-junio 2006: 294-299
ISSN 0073-2435

RESEÑAS

 

JORGE HIDALGO, Historia andina en Chile, Editorial Universitaria, Santiago, 2004, 705 págs.

Apenas secaba la tinta de la imprenta cuando el autor de la presente obra era galardonado con el Premio Nacional de Historia. Abocado desde sus más tempranos trabajos, cuando recién egresaba de las aulas de la Casa de Bello al estudio de las sociedades indígenas del norte del territorio nacional, Jorge Hidalgo Lehuedé ha hecho de la etnohistoria andina la pasión de toda su vida. Más allá de la polémica que generó esta distinción, plasmada en el grito de una sola voz disonante, el aplauso generalizado de historiadores, etnohistoriadores, antropólogos y arqueólogos, dentro y fuera de nuestras fronteras, ha sido la manifestación del reconocimiento a una dilatada trayectoria hacia quien es considerado uno de los padres de la etnohistoria moderna en nuestro país. Como es de esperarse, tan vasta obra se halla desperdigada en las páginas de revistas, actas y libros que vieron la luz editorial tanto dentro como fuera del medio chileno, por lo que no es casualidad que los especialistas centrados en las problemáticas interdisciplinares que envuelve el estudio de las sociedades indígenas del norte de nuestro país, consideren a este libro de síntesis como una obra no solo digna de elogios, sino también necesaria: difícil era pesquisar los trabajos del señor Hidalgo, pues muchos de ellos eran apenas accesibles a través de las bibliotecas, del préstamo que los colegas hacían de las revistas ya agotadas en las librerías y bodegas de las universidades, o conseguir por medios engorrosos y costosos algún ejemplar publicado en el extranjero.

Gracias a los esfuerzos del autor y la Editorial Universitaria, hoy disponemos de un libro que sintetiza poco más de tres décadas de investigaciones, con trabajos pioneros para el conocimiento del desarrollo histórico de las comunidades nativas del ámbito costero, desértico y altiplánico que abarca la extensa área ecológica y cultural que envuelve el espacio fronterizo que comparten el sur del Perú, occidente de Bolivia, norte de Chile y noroeste argentino. Estructurado en treinta capítulos que, contra lo que podría esperarse, no siguen una organización cronológica sino más bien temática, el autor nos adentra en aspectos variados del mundo indígena, como el problema de la organización dual en las comunidades del semiárido chileno para los días del contacto, la pervivencia de estrategias económicas como la complementariedad ecológica para fases coloniales en la zona de Atacama, el impacto de la rebelión encabezada por Túpac Amaru en las comunidades del norte chileno, o las relaciones que enlazaban a las poblaciones pescadoras y agricultoras de los valles y quebradas del sector de Arica, entre muchos otros.

Uno de los puntos más dignos de resaltar en la elaboración de estos trabajos, es la implementación de una intensa labor archivística que lo llevó a hurgar en algunos de los principales repositorios del Viejo y Nuevo Mundo. Inspirado en los principios metodológicos que le entregara su colega y amigo John Murra, nuestro autor expandió el corpus documental sobre el que sustenta sus trabajos en una numerosa documentación inédita, sin restringirla al clásico uso de las crónicas que entregan una amplia pero siempre mezquina información sobre variados tópicos del diario vivir de las sociedades indígenas. De esta forma, han sido objeto de sus indagaciones los papeles depositados en el Archivo Nacional de Chile, el Archivo General de Indias (Sevilla), la British Library (Londres), el Archivo Nacional de Bolivia (Sucre), la Biblioteca Nacional de Argentina, el Archivo General de la Nación Argentina (Buenos Aires), el Archivo Nacional del Perú (Lima), el Archivo Arzobispal de Arequipa y el Archivo del Departamento de Tacna. No pocos artículos son acompañados de algunos de los documentos que los sustentan, detalle que no solo facilita la evaluación de los especialistas, sino que también contribuye a la elaboración de nuevos trabajos al alero de nuevas perspectivas y/o considerando información a la que prestó menos importancia el autor en comento. Junto a ello, su compromiso docente en tanto formador de nuevas generaciones de investigadores, queda en evidencia en los numerosos trabajos escritos en coautoría con jóvenes que recién se inician en el arduo trabajo académico.

Como ya indicamos, los treinta trabajos que dan vida a los capítulos del libro siguen un ordenamiento temático, el que se sustenta en variables de índole diversa. Aspectos espaciales y temporales son los que sitúan a los dos primeros en la antesala de la secuencia: escritos como parte de su memoria de título, son las primeras investigaciones que realizara en los inicios de su carrera profesional. El primero, titulado "Algunos datos sobre la organización dual en las sociedades protohistóricas del Norte Chico de Chile: el testimonio de los cronistas" (1971), fue la primera propuesta documentada de la existencia de la organización dual en alguna etnia de Chile: los diaguitas del semiárido. De esta manera, el trabajo etnohistórico hizo ver a Hidalgo la existencia de dos cabezas de poder en los valles de Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Aconcagua al momento del arribo hispano a estas australes regiones. A la luz del conocimiento actual, se hace tentador preguntarnos por qué el autor no reflexionó en torno a la profundidad cronológica de dicho sistema organizativo: ¿obedeció a un proceso de estructuración sociopolítica de larga data en el contexto de influencias provenientes del corazón del área andina anteriores al período Inca, o, como propone Osvaldo Silva, fue el resultado de un cambio más drástico que se gestó en pleno tránsito de incorporación al Tawantinsuyu? Empero, podríamos obviar esta crítica dado que se trataba de un trabajo pionero para nuestro medio académico, lo que no obsta que exijamos a otras disciplinas, como la arqueología, que dé respuesta prontamente a esta pregunta.

El segundo trabajo, también centrado en la cultura diaguita chilena y que se titula "Población protohistórica del Norte Chico" (1972), es un intento por cuantificar la demografía de esta población aborigen en el temprano contacto. Si bien la información en que sustenta su planteamiento es fragmentaria y de una credibilidad en ocasiones cuestionable, es hasta hoy la única elaboración de una reconstrucción demográfica de los habitantes del semiárido a fines de la primera mitad del siglo XVI. Es de esperar que otros investigadores sigan la ruta trazada hace treinta y dos años por nuestro autor y procuren elaborar, no solo con nuevas fuentes sino también con otras metodologías _la geografía de poblaciones, por ejemplo_, un cuadro más acabado de un aspecto tan interesante como este.

El siguiente artículo rompe con el carácter regional de los anteriores y se identifica con las síntesis descriptivas de áreas multiétnicas. Titulado "Culturas y etnias protohistóricas: área andina y meridional" (1982), representa su contribución a la célebre Historia de América Latina de la Universidad de Cambridge que editara Leslie Bethel. Demostrando un amplio conocimiento y un buen manejo bibliográfico de las sociedades que habitaban al meridión del trópico de Capricornio en el continente sudamericano, Jorge Hidalgo las divide en cuatro grandes grupos: agricultores andinos meridionales, agricultores amazónicos del área del Chaco, cazadores-recolectores de la Patagonia, y pescadores-recolectores de los archipiélagos australes. Reconociendo las dificultades que implica confeccionar un bosquejo sintetizado, pero lo suficientemente ilustrador de los numerosos grupos culturales que se desenvolvían en esta vasta extensión _mérito incuestionable del señor Hidalgo_, no deben pasarse por alto los numerosos avances que desde su redacción se han hecho en lo referente a las características sociales, políticas, económicas y culturales de dichas sociedades. En otras palabras, se trata de un trabajo orientador que brinda un buen esbozo de los diversos sistemas adaptativos que es posible distinguir en dicha área, pero que bajo el escrutinio y las exigencias del lector especializado debe complementarse con la información de trabajos de más reciente edición.

Los siguientes once trabajos están circunscritos al estudio de las poblaciones del corregimiento de Atacama. La labor de archivo aparece con nitidez en estos artículos, en que el protagonismo de las crónicas _elocuente en los anteriores_ cede su puesto a las fuentes burocráticas, destacando el empleo de los censos de indígenas (visitas) coloniales. Los tres primeros de esta serie, titulados "Incidencia de los patrones de poblamiento en el cálculo de la población del Partido de Atacama desde 1752 a 1804. Las revisitas inéditas de 1785, 1792 y 1804" (1978), "Complementariedad ecológica y tributo en Atacama, 1683-1792" (1984), y "Mercado y etnicidad: lecturas de la revisita de Atacama de 1683" (1992, en coautoría con Viviana Manríquez), analizan los patrones de asentamiento de los atacamas desde el siglo XVII a fines del XVIII, explicando el fenómeno de la disminución demográfica de las poblaciones locales en sus pueblos de origen como una consecuencia de los abusos coloniales: uno de los factores más determinantes de este proceso de abandono era evadir el exceso de tributos.

En el capítulo siguiente, nominado "Cambios culturales de Atacama en el siglo XVIII: lengua, escuelas, fugas y complementariedad ecológica" (1984), se adentra en el impacto cultural del contacto hispano-indígena, acontecimiento que tuvo en la creación de las primeras escuelas laicas la punta de lanza de la penetración aculturizadora entre los habitantes locales: su más inmediata consecuencia fue el aumento de la población bilingüe y la pérdida paulatina de la lengua vernácula. Es interesante el dato que consigna en la página 159, ya que según un documento las poblaciones costeras hablaban una lengua propia y totalmente ininteligible para los atacameños, con lo que el autor aventura la hipótesis de que el poblado costero de Cobija estaba habitada por un grupo cuyo ancestro cultural respondería a una tradición costera que abarcaba un rango geográfico más extenso que el de la provincia de la costa de Atacama. En el último tiempo autores como Juan Alberto Herrera, siguiendo el ejemplo de figuras emblemáticas en la investigación etnohistórica del litoral costino como es el caso de Bente Bittmann y José María Casassas, están realizando interesantes aportes para el conocimiento de los grupos que se desenvolvían en este espacio ecológico.

Sigue a este trabajo una investigación centrada en el tema del impacto de las reformas borbónicas en las poblaciones originarias de San Pedro de Atacama a raíz de la fundación de Toconao, el primer pueblo hispano de Atacama, muy especialmente en lo que respecta a los asentamientos y su organización espacial. Este se titula "Fechas coloniales de fundación de Toconao y urbanización de San Pedro de Atacama" (1982). En años más recientes el autor Alan Durston, desde un enfoque teórico distinto, ha profundizado en esta problemática que inaugurara para el norte de nuestro territorio el señor Jorge Hidalgo: caminos incipientemente explorados invitan a las nuevas generaciones a seguir los pasos de los pioneros.

El noveno capítulo, de breve extensión, se llama "Dos documentos inéditos y un mapa de Cobija: informes del comisionado Dr. José Agustín de Arze, 1786-1787" (1983). En él se sopesan las medidas implementadas por las autoridades de Potosí para el aprovechamiento económico del puerto de Cobija, lo que se relaciona con una posible pérdida del rol preponderante que jugaba Arica en el tráfico de los productos importados y exportados hacia y desde ese enclave minero altiplánico. Estudios como este implican llevar la mirada hacia otros ámbitos espaciales de los tradicionalmente estudiados: los sectores históricamente reconocidos como "marginales" también jugaron un papel de importancia de acuerdo a las diversas coyunturas sociales, políticas y económicas que se tejieron en el complejo entramado del mundo colonial andino.

Los tres trabajos que continúan, los que llevan por título "Fases de la rebelión indígena de 1781 en el corregimiento de Atacama y esquema de la inestabilidad política que la precede, 1749-1781" (1982), "Atacama antes y después de la rebelión de 1781: siete documentos inéditos del Archivo General de la Nación Argentina" (1987) y "Rebeliones andinas en Arica, Tarapacá y Atacama, 1770-1781" (1996), conforman uno de los legados más trascendentales de nuestro autor. Nacidos en el contexto de su tesis doctoral realizada en la Universidad de Londres, todos confluyen en las insospechadas consecuencias que tuvo la rebelión de Túpac Amaru en el área meridional andina, vinculando de esta manera el impacto que tuvo, en el actual norte chileno, un fenómeno social ocurrido en las postrimerías de la colonia en el corazón de andinoamérica. De esta manera, Hidalgo nuevamente rompe con el tradicional descuido que la historiografía tradicional ha tenido respecto al estudio de las zonas marginales del área cultural andina.

Enseguida se presentan dos trabajos enmarcados en el terreno de la religiosidad y las creencias, pero que abordan esta temática global desde perspectivas diversas. El primero de ellos se nomina "Amarus y Cataris: aspectos mesiánicos de la rebelión indígena de 1781 en Cusco, Chayanta, La Paz y Arica" (1983), y es una profundización de los aspectos tratados en la tríada anteriormente señalada, pero considerando algunos rasgos mesiánicos de este movimiento a un nivel más global. El segundo, de redacción más tardía, llamado "Fiscalidad, punición y brujerías. Atacama, 1749-1755" (1998, en coautoría con Nelson Castro), muestra la contradicción que se gestó entre la política evangelizadora de la Corona española en dicha región, implementando una férrea actividad de extirpación de idolatrías, y la lucha que libraron los chamanes por obtener mayores cuotas de prestigio en un contexto tan adverso. Estos trabajos muestran el nivel de sincretismo religioso a que se había llegado en el sector de Atacama en las postreras décadas del período colonial.

Los tres trabajos que siguen en la secuencia están enlazados por referirse, con distintos temas, al espacio tarapaqueño. Los dos artículos que principian esta trilogía se titulan "La obra cartográfica y literaria del primer corregidor de Tarapacá, Antonio O'Brien" (1999) y "Proyectos coloniales idéditos del desierto: Azapa (Cabildo de Arica, 1619), pampa Iluga (O'Brien, 1765) y Tarapacá (Mendizábal, 1807)" (1985), y ambos tienen el común denominador de un personaje que, a decir del propio Hidalgo, fue "tanto actor como testigo de su tiempo": Antonio O'Brien, primer corregidor de Tarapacá. El tercero, "Dominación y resistencia en el cacicazgo de Pica" (1999-2000), es una excelente radiografía de la intensa actividad política que eran capaces de llevar adelante los indígenas en el contexto colonial del siglo XVIII, proceso en el que se cuestionaron la legitimidad de la dinastía de caciques locales a la luz de la memoria comunitaria que retrotraía a las centurias precedentes, erigiéndose el derecho comunitario de elegir a sus líderes étnicos, tema que ha sido tratado, para otras zonas, por estudiosos de la talla de María Rostworowski, Scarlett O'Phelan o Frank Salomon, entre tantos otros. Con esto, vemos que Jorge Hidalgo se inscribe en una corriente de investigación generalizada entre los especialistas del mundo andino, todos ellos herederos en algún grado de la innovación teórica y metodológica que encabezara John Murra.

Una decena de artículos están dedicados al corregimiento de Arica. El primero en la correlación se titula "Elementos estructurales en la cerámica del estadio aldeano" (1982, en coautoría con Juan Chacama y Guillermo Focacci), y es un intento de interpretación de las cerámicas de Arica a partir de un análisis del ordenamiento y disposición de los motivos decorativos en las vasijas. En una época en que recién comenzaban a implementarse trabajos arqueológicos sistemáticos para el estudio de aspectos estructurales en los conjuntos cerámicos _Mauricio Massone fue, por esos días, uno de los pioneros al estudiar las particularidades morfológicas y decorativas de la cerámica adscrita a la cultura Aconcagua_, el artículo en comento fue una importante fuente de inspiración para otros investigadores ligados a la disciplina arqueológica _Carlos Thomas, por citar un caso_, que procuraron testear las potencialidades interpretativas de un estudio de esta naturaleza. Especialistas más recientes _Mauricio Uribe_ han reevaluado las tradicionales adscripciones temporales para la cerámica Arica, llevando un paso más allá este primer aporte realizado por estos autores. Paralelo a esto, un trabajo interdisciplinar como este es una clara muestra de la versatilidad investigativa de nuestro autor.

Ligado al anterior, el artículo que se titula "Multietnicidad en Arica, siglo XVI. Evidencias etnohistóricas y arqueológicas" (1986, en cautoría con Guillermo Focacci), es una muestra más del constante apoyo que Hidalgo busca en disciplinas afines a su especialidad. El tema central es la concepción del sector de Arica como un espacio de interdigitación multiétnico, en que se entrelazaban bajo formas armónicas de intercambio y disarmónicas de conflicto, las diversas entidades culturales comprometidas en un mismo escenario geográfico.

Siguiendo en la misma línea, el trabajo llamado "Pescadores del litoral árido de valles y quebradas del norte de Chile y su relación con agricultores, siglos XVI y XVII" (2003), representa una visión novedosa de la organización política y económica de los pescadores de los valles transversales del norte de Chile y sur del Perú que integraban el corregimiento colonial de Arica.

En los cinco capítulos siguientes se discute el asunto del origen y evolución de los cacicazgos coloniales, los procesos de etnogénesis y el impacto de la intervención española en dichas estructuras sociopolíticas. El primero de ellos, titulado "Cacicazgos del sur occidental andino: origen y evolución colonial" (1987), se centra estrictamente en los contenidos antedichos, cuyas propuestas se complementan muy bien con los contenidos del segundo artículo, nominado "La presencia andina en los valles de Arica, siglos XVI y XVIII: casos de regeneración colonial de estructuras archipielágicas" (1999, en coautoría con Alan Durston), el cual es una constatación de las continuidades adaptativas de las sociedades indígenas para fases de poscontacto, teniendo siempre a la vista el modelo de la complementariedad ecológica que fuera indicado previamente por John Murra. En los tres siguientes, que llevan por título "Reconstitución étnica colonial en la sierra de Arica: el cacicazgo de Codpa, 1650-1780" (1998, en coautoría con Alan Durston), "El cacicazgo de Tacna: un proceso de etnogénesis colonial, siglos XVI y XVIII" (1997, en coautoría con Alan Durston, Viviana Briones y Nelson Castro) y "Los yungas de Tarata en el siglo XVIII" (1997), se vuelve a insistir en la temática general que aúna a los cinco trabajos secuenciales, centrando la mirada en la comunidad que se indica para cada caso.

En los tres capítulos cuyos títulos a continuación se indican: "Algunas notas para la historia del olivo en Arica" (1993), "Composición de tierras en el corregimiento de Arica: la visita de Diego Baños y Sotomayor en 1643" (1990, en coautoría con María Marsilli y Carlos Ruiz) y "La mita de Azapa, 1680-1752: un nuevo caso de mita local" (1989, en coautoría con Ana María Farías, Luis Guzmán y Patricia Arévalo), se analizan algunos aspectos de las relaciones de los hacendados y las comunidades andinas, con lo que el autor insiste en indagar las consecuencias que derivaron del contacto interétnico a lo largo del período colonial.

Los dos últimos aportes, titulados respectivamente "La historia de los grupos étnicos: un aporte a la cultura chilena y a la autoidentificación regional" (1977) y "Etnohistoria e interdisciplinariedad en Chile desde sus orígenes hasta 1980" (inédito, redactado en 1982), constituyen reflexiones enfocadas desde el campo de la etnohistoria, siendo el primero de ellos un llamado de atención sobre la necesidad de construir historias regionales que salieran del marco urbano y de los sectores dirigentes de la sociedad _toda una innovación para una época en que se imponía la visión generalizante de la historia como análisis de procesos globales, siendo Sergio Villalobos su máximo representante_, y el segundo un ensayo en el que se divaga sobre la tardía aparición de la historia indígena en nuestro medio, después del largo hiato de silencio que separa a la década de los 70 con los lejanos aportes de José Toribio Medina, Ricardo Latcham y Tomás Guevara.

Situados poco más de treinta años después de la aparición del primero de estos artículos, sabemos que el reconocimiento con que ha sido agraciado su autor se extenderá al legado de esta obra, que sintetiza su infatigable labor de conocimiento hacia esa realidad tradicionalmente obviada en nuestra historia e identidad: lo indígena. Por ello, nos sumamos al aplauso por tan merecido galardón y participamos del juicio general que define a este libro de síntesis como una obra no solo admirable, sino también necesaria.

Francis Goicovich

Universidad de Chile