En un juego de manos inesperado, Inglaterra aprovechaba la rendición de Gibraltar a los Austrias, aliados suyos, para hacer de la plaza andaluza una colonia. Corría el año 1704, y Felipe V, el Borbón a quien la casa de Austria estaba disputando la Corona en la guerra de Sucesión española, no logró recuperar el Peñón. La tirante relación entre los mandos españoles y los franceses fue uno de los principales responsables del fracaso de un duro asedio que se prolongó casi nueve meses.
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