Dentro de la producción arquitectónica madrileña de los años sesenta la obra de Juan de Haro (Barcelona, 1924 – Madrid, 2003) ocupa un lugar en el olvido, quizás debido a su introvertida forma de ser o a su escasa presencia pública en el competitivo panorama cultural de la capital. Caracterizada por el respeto a los principios del Movimiento Moderno, por el uso de las nuevas tecnologías, y singularizada en los desapacibles entornos urbanos por esta voluntad personal de aislamiento, la arquitectura de Haro reúne en sus mejores ejemplos vitalidad y vigencia.
De su obra destacan dos edificios enclavados en Madrid: el colegio mayor Siao-Sin, en la Ciudad Universitaria, y el edificio de viviendas de Cea Bermúdez y San Francisco de Sales. Ambos edificios, aunque publicados en su momento en revistas especializadas, han sido soslayados por la crítica arquitectónica.
En un momento en que el desinterés mostrado por los arquitectos hacia la correcta resolución de la vivienda ha alcanzado una cota difícil de superar, la obra de Juan de Haro sorprende por sus valores. Sus edificios no sólo muestran que es posible plantear proyectos pensados para resolver las necesidades básicas de sus habitantes, también revelan una creencia firme en las posibilidades proporcionadas por la técnica, una actitud desprejuiciada al afrontar los problemas y unas inquietudes completamente actuales. Si la humildad de Haro sólo le hizo citar las más mundanas, como la conservación de los edificios o la disposición de un espacio para que jueguen los niños en el bloque de viviendas de Cea Bermúdez, del estudio de su obra se desprende su interés por la más elevada, y aún vigente: la construcción de espacios para habitar.
Palabras clave: Juan de Haro, intimidad, técnica, vivienda.
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