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Resumen de Rafael Aburto, el magisterio contemporáneo de lo diferente

Iñaki Bergera Serrano

  • El 9 de marzo de 2014 falleció en Madrid, a los 100 años de edad, el arquitecto Rafael Aburto. Compañero generacional de Alejandro de la Sota, Miguel Fisac o José Antonio Coderch es uno de los arquitectos que participó, con identidad propia, en la forja de la modernidad arquitectónica española de la segunda mitad del siglo XX. Desde que obtuviera el primer premio compartido con Asís Cabrero en el concurso de la Casa Sindical de 1950, hasta la construcción de las sorprendentes “casas de colores” de Neguri en 1969, Aburto llevó a cabo una búsqueda personal de un lenguaje moderno propio, no directamente homologable, impuro quizá desde el punto de vista disciplinar, barroco pero no amanerado, expresivo y plástico y, en suma, inequívocamente moderno.

    La compleja personalidad del arquitecto, que Juan Daniel Fullaondo atinó a perfilar en el número monográfico de Nueva Forma dedicado a su trayectoria en 1974, contribuye a explicar el porqué de un difícil encasillamiento propiciado en primer lugar por él mismo. Si bien es cierto que no es fácil separar la fortuna crítica de la obra de estos arquitectos de la primera generación de posguerra de los trazos de su perfil biográfico y caractereológico, quizá sea el caso de Rafael Aburto aquél en el que su vida, su actitud y su temperamento desinhibido y descreído esté más fuertemente relacionado con los acentos y la expresión de su legado. No fue Aburto un arquitecto programático, consciente de protagonizar una tarea colectiva innovadora y redentora. La arquitectura de Aburto lo es a pesar de sí misma y de su autor. No es una arquitectura de resultados sino de procesos. Aburto hace arquitectura, la suya, como un cauce más de un camino de búsqueda personal que, al final de su trayectoria, encuentra felizmente en la pintura el canal más explícito de expresión.

    Rafael Aburto es seguramente un gran actor secundario en este relato moderno. Y lo es porque pudiendo tener un mayor protagonismo, no quiso tenerlo. Y lo es porque su arquitectura es desprejuiciada y por tanto diferente, una arquitectura-otra, y que por tanto no encuentra, aunque los tiene en su puñado de obras más significativas, un acomodo fácil en los cánones y en los discursos encasillados de la historiografía. La demora cautelar en su advenimiento moderno es directamente proporcional a la precocidad con que la autenticidad y singularidad de su obra se adelanta a la crisis de la postmodernidad.

    La aportación que se propone para el congreso, además de rendir un homenaje y consolar esta reciente orfandad, tratará –a partir del conocimiento directo del personaje– de poner la diferente trayectoria y arquitectura de Rafael Aburto como paradigma de una actitud absolutamente contemporánea y pertinente de entender la profesión y la arquitectura, libre de endogamias y prejuicios, no atada a la imperiosa búsqueda de crédito y reconocimiento, abierta a expresiones multidisciplinares y manifestación, en definitiva, de la libertad de su autor.

    Palabras clave: Rafael Aburto, modernidad, arquitectura española


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