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Atenea (Concepción)
versión On-line ISSN 0718-0462
Atenea (Concepc.) n.495 Concepción 2007
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-04622007000100002
Atenea N° 495– I Sem. 2007: 13-34
ARTICULOS
De Atenea a Afrodita: La risa y el amor en la cultura chilena*
Maximiliano Salinas Campos RESUMEN La risa es la expresión gestual primera del amor como afirmación de la vida. En este sentido es el principio de la cultura chilena. Para encontrar su sentido histórico se hace imprescindible traspasar los límites y las limitaciones coloniales de Occidente. Se vuelve necesario examinar los gestos amorosos que provienen tanto del mundo indígena como del mundo ibérico. Estos son los fundamentos de nuestra vida cultural. Estos mundos fueron ensombrecidos con la construcción del pequeño Estado nacional burgués durante los siglos XIX y XX. Ese pequeño Estado estuvo inspirado en Atenea, la diosa de la razón y de la fuerza, del bien y de la verdad. Ahí no existió risa ni comicidad verdaderas. Sólo recuperando la imagen de Afrodita, representación de la diosa del amor que ríe, podemos reencontrarnos con la inmensa alegría y la enorme belleza de nuestra legítima convivencia social. Palabras claves: Risa, amor, afrodita, cultura popular, Chile. ABSTRACT Laughter is the first expressive gesture of love as affirmation of life. In this sense, it is the beginning of Chilean culture. To find its historical significance it is necessary to go beyond the colonial limits and limitations of the West. It becomes necessary to examine loving gestures that come from the Indian world as well as the Iberian world. These are the origins of our cultural life. These worlds were overshadowed by the construction of the petty bourgeois national State during the nineteenth and twentieth centuries. This petty State was inspired by Athena, the goddess of reason and strength, of goodness and truth. In this space, neither laughter nor true comicalness existed. Only by recovering the image of Aphrodite, the representation of the goddess of love that laughs, can we re-encounter the immense joy and enormous beauty of our legitimate social contract. Keywords: Laughter, love, Aphrodite, popular culture, Chile.
INTRODUCCION Esta Escuela de Verano ha significado para todos los que participamos en ella un viaje, un paso y un traspaso, un cambio, una altera-ción en el lenguaje y en el emocionar que determina el lenguaje. Pasar del lenguaje y del emocionar patriarcal, del Dios que no ríe (“yo creía que Él no se reía”, Nicanor Parra) al lenguaje y al emocionar del amor, cuya representación arquetípica es la Diosa que ríe (sobre la mujer o la diosa que ríe, Jacobelli, 1991: 75-99). En el mundo mediterráneo su nombre es Afrodita, la mujer que ríe o provoca la risa desde su clamar o reclamar erótico. Entre nosotros este papel lo ha representado en estos días la actriz cómica Patricia Cofré (“En la U. de C. quedaron lelos con Patty Cofré”, Crónica, 18.1.2007). Ella encarnó y reencarnó a Afrodita, la mujer del amor y la pasión, la “vieja lacha” que invita a una “güena cacha”, para decirlo en el decir de Nicanor Parra, y tan bien dicho en su conferencia de días anteriores por el profesor Gilberto Triviños. Se trata, en otras palabras, de pasar del tiempo de la abyecta e injusta Muerte (el Crucificado, los crucificados) al tiempo de la Vida, el “gran tiempo” de la resurrección de los sentidos, del que habla Mijail Bajtin. En términos históricos es pasar del tiempo del colonialismo, o tiempo de la “vida de la muerte”, la muerte como finitud perversa, que proclamó el arte colonial barroco, al gozo de la des-colonización o tiempo de la “vida de la vida”, la vida como infinitud enseñada en el arte de vivir y convivir de Pablo Neruda: “Yo no voy a morirme. Salgo ahora / en este día lleno de volcanes / hacia la multitud, hacia la vida” (“Voy a vivir”, Neruda. Canto general, 1949).Creo que todo esto se puede concebir o representar como el paso de Atenea a Afrodita. El tiempo de Atenea se identifica con el de la Edad Patriarcal y del emocionar patriarcal. Ella es la mujer seria. Ella es la diosa de la razón y la fuerza. Por la razón o la fuerza. Es la diosa de la República de Chile. Es la diosa que no ríe. Es la diosa de los héroes (la fuerza) y de los sabios (la razón). La diosa del patetismo (la búsqueda del bien) y del didactismo (la búsqueda de la verdad). Y ahí no hay risa. “La verdad y el bien no mueven a risa”. El tiempo de Afrodita remite al tiempo ancestral de la Edad Matrística y del emocionar de la biología del amor (Maturana, 1999). Ella es la mujer que ríe. Encarna la sensualidad amorosa, la sexualidad divina, la comicidad carnal. Ella une mágicamente, y en un juego de palabras, el amor, el sexo y la risa. Ella es “philommeidés”, la que ama la risa, y “philommédes”, la que ama el pene, los genitales masculinos (Devereux, 1989: 93). La mujer que ríe y goza del cuerpo del hombre. En ella no se aloja la seriedad del patetismo (la búsqueda del bien por el héroe) ni del didactismo (la búsqueda de la verdad por el sabio). Ella alberga solamente la natural belleza de sí misma y de la naturaleza (Salinas, 2000a: 4-5). La búsqueda de la risa es, pues, una afirmación afrodisíaca. Se realiza realzando a Afrodita y desplazando a Atenea, la portadora de la “ira feroz” (Ilíada, canto IV). En Atenea reside el odio, la fuerza de combate, el “homicidio que hiela el corazón” (Ilíada, canto V). No nos convoca, pues, ni la razón ni la fuerza. Nuestro lema aquí ya no es el lema de la República de Chile. Ahora es el amor y la risa. Reconocer la risa en la cultura chilena es disponerse a escuchar a la diosa del Amor y su energía mística y sensual. Es la presencia de una energía síquica que guía el mundo para crecer en alegría, encanto y contento. En términos junguianos es el ‘anima’, aspecto dinámico de la personalidad que transforma el mundo en el sentido del humor y la alegría. Es el vértigo de Eros. Lo puede expresar un hombre o una mujer, conectados con su ‘anima’. El folklore chileno la personificó sin duda en esa mujer abierta a la vida:
Es la risa que “abre todas las puertas de la vida”:
LA RISA Y LA SERIEDAD: UNA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA DESDE EL AMOR O LA PERDIDA DEL AMOR El amor es lo que origina lo humano en la historia, lo humano de la historia, y su expresión en el lenguaje y en el ritual sagrado es la risa.
¿Cómo y cuándo se impone la seriedad? Cuando desaparece la convivencia social. Cuando aparece la “seriedad de la muerte”, en la conmovedora expresión de Max Weber (1964, II: 662):
Fue la seriedad cultural hegemónica que se impuso en la antigüedad en el siglo V antes de Cristo:
Contra ese mundo de la seriedad de la muerte de la convivencia social se rebeló la comicidad erótica de Aristófanes, con sus comedias, irrupción de la cultura cómica popular en el mundo de lo serio oficial de Atenas. Comedia viene de ‘koomos’, que significa “regocijo popular, algazara, festejo ruidoso, y aun diríamos en México, relajo... Comedia no es más que canto del ‘koomos’. Un canto popular de juerga, para decirlo en una palabra” (Garibay 1975, IX). ¿Cuándo se empezó de verdad en Chile a poner ‘seria la cosa’? Creemos que, sobre todo, con la República y el ideal burgués de nación del siglo XIX. Entonces se inició –como pudiera decir Humberto Maturana– nuestra más rigurosa Edad Patriarcal: “Edad de la apropiación, la desconfianza y el control, la dominación y el sometimiento”.
Con el comienzo de la República se proclamó la exaltación del deber por sobre el amor. Así lo planteó Juan Egaña, sofocando el amor de la mujer (1829). En seguida apareció el lenguaje patriarcal de Andrés Bello, con su imaginación guerrera de la historia:
Andrés Bello criticó la risa de Aristófanes: “Sus obras dan una idea bien triste de la moralidad y decencia de aquella civilización decantada. Nada tan asqueroso en todos sentidos como las gracias con que Aristófanes sazona a menudo sus versos” (Bello s.f.: 41). Diego Barros Arana, prohombre de las letras del siglo XIX, y discípulo de Bello, tampoco se avino con las comedias y la risa cómica popular de Aristófanes: “Desgraciadamente, la sal ática de sus burlas está mezclada con bufonadas de un cinismo repugnante. No es posible buscar en ellas la verdad de los caracteres que ha censurado, ni mucho menos la decencia” (Barros Arana, 1893: 33). Los intelectuales conservadores del siglo XX prolongaron la seriedad patriarcal del siglo XIX: “El pueblo chileno, como todas las creaciones de la historia, surgió de la guerra”, dijo el desapacible Francisco Antonio Encina (1934). Hacer la guerra, no el amor. Eros como inadmisible. Todos serios. Como proclamaron los nostálgicos partidarios de la dictadura de Augusto Pinochet en 1993: “Basta de alegría; que vuelva la seriedad” (Salinas, 2005a: 91). LA RISA ORIGNARIA Y ORIGINANTE DE LA VIDA Y DEL AMOR: EL ARQUETIPO DE LA DIOSA QUE RIE La sensibilidad y el lenguaje de la seriedad civilizatoria se representa en Atenea, la patriarcalizada hija de Zeus. En oposición a ella está Afrodita, la mujer que trae alegría y risa, y hace al hombre capaz de ver la belleza y sentir las emociones del amor. El miedo y el escándalo de las culturas patriarcales de la seriedad de la muerte ante esta mujer risueña ha sido notable. En los albores de la occidentalización de las Indias se expresó en la reprobación de los varones castellanos ante las mujeres indígenas del Caribe. Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista y gobernador de Cartagena, dijo de Anacaona que era una mujer similar a Semíramis, pues “en muchas suciedades otras libidinosas le fue semejante”. La destacada mujer caribeña era, a juicio del cronista de Castilla, “muy deshonesta en el acto venéreo con los cristianos, e por esto e otras cosas semejantes quedó reputada y temida como la más disoluta mujer que de su manera ni otra ovo en esta isla” (Fernández de Oviedo, 1945, I: 245-246). Probablemente fue muy dada a la risa, cosa que el cronista condenó severamente. Al elogiar a una mujer indígena señaló: “Esta india principal era hermosa, porque en verdad parecía mujer de Castilla en la blancura..., sin risa ni liviandad, sino con un semblante austero...” (Rosenblat, 1954, II: 22).
La diosa que ríe introduce el arquetipo de una mujer vivificante que puede ir desde la imagen de María en la religiosidad popular como una sonrisa amorosa que da esplendor al mundo (Salinas, 2000b: 183-190), hasta las descripciones de la perturbadora risa de las mujeres de ‘vida alegre’ del pueblo chileno:
Entre una y otra puede aparecer la risa maravillosa de Gabriela Mistral, quien supo escuchar la risa de la tierra y de todos los frutos de la tierra:
AMOR Y RISA EN LA LARGA DURACIÓN DE LA TIERRA CHILENA: LA GENTE 'AYÉKAFE' Y LA IMAGEN DEL INDIO PICARO Se vuelve completamente necesario encontrar o reencontrar el ‘anima’ indígena de Chile, esto es, su vitalidad arrolladora y espléndida expresada en su alegría, su risa y su humor, su emocionar amoroso. Queremos saber, conocer más del ‘indio pícaro’. Desde la perspectiva del conocimiento y la ciencia serias de Occidente no hubo interés por el ‘anima’ de los pueblos indígenas. ¿Le podía importar a los arqueólogos y antropólogos occidentales el caudal y el raudal de risa y erotismo sagrados de los indígenas? Con su ‘corta duración’ –y su ‘corta vista’ de apenas quinientos años– Occidente prestó mejor atención a su propia representación colonialista del otro. Proponemos reiniciar siempre una búsqueda tras la risa y el amor de los pueblos indígenas como fue percibida desde el primer momento. Como escribiera Cristóbal Colón:
O como señalara Octavio Paz a propósito de las encantadoras cerámicas risueñas de los totonacas de México:
En el caso de nuestra tierra hay que releer a Pedro Mariño de Lobera y su descripción de los indios de Chile:
Los indios chilenos como dueños de la alegría y de la risa. El vocabulario mapuche de la risa es decisivo. En su idioma una cosa es ‘ayén’ (reírse), y otras son ‘ayélen’ (estar con risa), ‘ayékan’ (reir siempre, reir sin embargo), o ‘ayélchen’ (hacer reír a la gente). La risa tiene que ver con la sonoridad básica de dicha cultura. De ahí los vocablos ‘ayékantufe’ (persona que hace gracias, que toca varios instrumentos) y ‘ayékantun’ (divertirse alegremente con conversaciones, chanzas, bailes, música). De ahí proviene la figura del ‘ayékafe’ (gracioso, payaso). Amor y alegría anduvieron de la mano en el lenguaje de la tierra: ‘ayü´tupiukewn’ (amarse de corazón), ‘ayü´uiawn’ (andar alegre), ‘ayü´utun’ (volverse alegre), ‘ayü´weln’ (alegrar a otro, darle gozo) (Augusta, I: 14; Salinas, 2000c: 337-355). Gabriela Mistral logró ver a este pueblo desde su alegría y su risa ancestral: “Son un largo coro antiguo / que no más ríe y canta” (Mistral, 1992: I, 598). LA RIDA VENIDA DEL ORIENTE: LA ESPAÑA CÓMICA, ERÓTICA DE IBN HAZM, IBN QUZMAN, JUAN RUIZ Y 'LA LOZANA ANDALUZA' Hacia el Oriente hay que mirar si se trata de comprender el enigma histórico de España. No la España exaltada por el ‘hispanismo’ franquista a lo Jaime Eyzaguirre. Para entender el amor y la risa ibéricas hay que traspasar las fronteras de Occidente y llegar hasta la luz de los grandes místicos del amor y el humor árabes. Partiendo por el lenguaje amoroso de Ibn Hazm de Córdoba (994-1063). Dice en su bellísima obra El collar de la paloma. Tratado sobre el amor y los amantes:
La vida cómica y erótica de la España musulmana pasa por Ibn Quzman (1086-1160), el príncipe de la poesía popular (Imam Al-Zadjalin). Uno de sus deliciosos zéjeles dice de este modo:
Desde este lenguaje afrodisíaco debió emerger el emocionar de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, festivamente enamorado de las mujeres, en quienes la contemplación de Dios se reveló como la más intensa y la más perfecta, como enseñó Ibn Arabi de Murcia en el siglo XIII (Domingo, 1972: 42). Juan Ruiz pretendió encontrar en la mujer el arquetipo de la diosa que ríe:
En el siglo XVI español la mujer que ríe adquirió un rostro preciso en El retrato de la Lozana andaluza, de Francisco Delicado [1526]: protagonista femenina del amor y la risa:
"¿POR QUÉ ERES TAN SERIECITO, GUAGUA?". EL DISCURSO COLONIAL DE OCCIDENTE, EL 'SECUESTRO' DEL AMOR Y LA SERIEDAD DEL BLANCO PERFECTOEl escritor español Eduardo Blanco-Amor, de paso por Chile, quedó sorprendido cuando, circulando por la calle, una prostituta le espetó la pregunta:
El proyecto colonizador de Occidente ha buscado por siglos ‘des-animarnos’, arrebatarnos el ‘anima’, el espíritu que habita tanto en hombres como en mujeres como transformación y guía amorosa y cómica del mundo. El colonialista procura la re-presión, la re-prensión y, por último, la per-versión del erotismo sagrado de la diosa que ríe. Que no se la oiga. Que no se la vea. El rol del arte occidental ha consistido en reprimir/pervertir el amor y la risa. El arte occidental se conjuga para canonizar la seriedad de la muerte. El arte barroco del Estado y la Iglesia castellanas, por ejemplo, primera forma de colonización, fue la instalación del poder de la muerte a través del Cristo crucificado en los siglos XVII y XVIII. Entonces se inauguró la historia como perversa mortificación (“ars moriendi”) (véase Jacques Gélis, El cuerpo, la Iglesia, lo sagrado, en G. Vigarello dir., 2005: 27-111). El arte occidental exalta el Yo patriarcal colonizador que se autoperfecciona a través de la mortificación de sí mismo y de los demás. La diferencia está en que mortificándose a sí mismo la elite, el blanco perfecto, llega a la utopía, al cielo. En cambio, la mortificación de los demás, de los otros, los conduce a la distopía, al infierno. La utopización del Uno se expresa en la gloria del colonizador (la gloria del varón, del militar, del rico, del letrado). La distopización del Otro se expresa en el infierno del colonizado (el infierno de las mujeres, de los extranjeros, de los pobres, y de los iletrados). De este modo desaparece el amor y la risa como comunicación básica, elemental e igualitaria entre los seres humanos (Alonso et al., 2005: 29-56). El arte oficial de la República en el siglo XIX mostró el secuestro de la experiencia amorosa desde el asesinato de Diego Portales en 1837 hasta el suicidio de José Manuel Balmaceda en 1891. Con ocasión del asesinato de Portales, Mercedes Marín de Solar, mujer de letras de la aristocracia, recuperó el lenguaje violento de Atenea, la diosa de la República de Chile:
Cultivando el clima de odio de la guerra civil de 1891 el poeta de la elite Pedro Nolasco Préndez auguró todas las maldiciones imaginables para el presidente Balmaceda:
Todas estas formas literarias fueron búsquedas del crimen perfecto, perpetrado por el blanco perfecto, arquetipo de la colonización de Occidente (Salinas, 1997). EL LENGUAJE DEL CARNAVAL EN CHILE. LA RISA Y EL AMOR EN EL FOLKLORE Y LA LITERATURA ORAL MESTIZA El lenguaje del carnaval en Chile se instala como el tiempo de la mujer sagrada que ríe (la diosa del Amor). En el carnaval de Aiquina, en el Norte Grande, una protagonista fundamental de la fiesta popular es la Vieja que encarna el erotismo:
En el lenguaje folklórico chileno se encuentra el tema de la mujer vieja asociada al erotismo o a las más crudas experiencias sexuales. Ella es la mujer carnavalesca, que anuncia cómicamente la vida más allá de la muerte:
En otras circunstancias el erotismo y el humor se asocian al cuerpo de la mujer:
La mujer de la risa popular, esto es, que se abre a la vida y al erotismo, sabe apreciar en el roto y en las roterías un comportamiento precisamente amoroso y desinteresado. De acuerdo a la poeta Griselda Núñez, ‘La Batucana’:
BURLANDO LA EMOCIÓN PATRIARCAL: JUAN RAFAEL ALLENDE. EL EROTISMO Y LA CRÍTICA A LA REPÚBLICA DE 1833 El orden republicano burgués del siglo XIX significó la instalación rotunda de la seriedad de la muerte. La experiencia de la pérdida de la convivencia social se vivió dolorosa y trágicamente con las guerras civiles de 1851, 1859 y 1891. La convivencia social internacional se perdió con la guerra contra los mapuche y con la guerra del Pacífico en 1879. El arte oficial fue un arte burgués que ensalzó la utopía perfecta del Estado nacional como secuestro de la vida y la memoria de los otros (los indígenas, los mestizos, los pobres, los trabajadores). Los empresarios exportadores y el clero católico fundaron un pequeñito Chile ‘nacional’ que nació con la memoria exaltada del asesinado ministro Diego Portales en 1837 y alcanzó su apogeo con el suicidio del Presidente José Manuel Balmaceda en 1891.
Un intento de desmontar estos crímenes perfectos del blanco perfecto lo llevó a cabo Juan Rafael Allende (1848-1909), poeta, dramaturgo y periodista satírico que reivindicó las experiencias del amor y la risa especialmente como vitalidad de la cultura popular y de los rotos de Chile. En el país vivían apartes el reino de los ricos y el reino de los pobres, como ‘dos pueblos’ contrastados. Allende recuperó a este último como condición de posibilidad de una democracia real –o sea, de una igualdad real– en Chile:
Allende se rió de la burguesía chilena elevada socialmente gracias a sus especulaciones financieras. Por defender sus intereses económicos ésta conduciría al país a la guerra civil de 1891. Esa burguesía –completamente seria y anticarnavalesca– creyó en un dios que no reía:
Allende optó por cantar a los pobres y al amor, dejando de reproducir el arte servil a los intereses de la burguesía. Así se arrepintió en el acto de dedicar su obra literaria a Agustín Edwards Ross, magnate salitrero de la época:
La mejor y más saludable risa de Allende se inspiró y se nutrió de la experiencia del amor: “El verbo amar es el que conjugo mejor” (El Padre Padilla, 16.10.1884). La mujer risueña y próxima a la desnudez, representación de Afrodita, le inspiró los versos más alegres, festivos y amorosos:
JUAN VERDEJO: LA RISA POPULAR DE TOPAZE CONTRA LA REPUBLICA BURGUESA DE 1925 La seriedad de la muerte continuó presidiendo el desarrollo de la civilización burguesa en Chile durante el siglo XX. El orden del siglo anterior se perfeccionó en esta nueva época con ideologías y estructuras económicas, artísticas y políticas todavía más modernas que las del siglo XIX. Las formas políticas represivas incluyeron en este nuevo siglo la matanza de la Escuela Santa María de Iquique en 1907, la creación del cuerpo de Carabineros en 1927, la ley de Seguridad Interior del Estado de 1937, la ley de Defensa Permanente de la Democracia o ‘Ley Maldita’ de 1948, y el sangriento golpe de Estado de 1973, entre las más significativas. El dios que no ríe se hizo mucho más presente que en el pasado. La voluntad patriarcal –identificada cada vez más con el imperialismo del dinero– se manifestó en la figura de empresarios preocupados por el culto a la República de 1925 como Gustavo Ross Santa María y Jorge Alessandri Rodríguez. Ambos prototipos de la estricta seriedad burguesa –imperturbable acumulación del capital– significativamente fueron derrotados en elecciones democráticas por el Frente Popular en 1938 y por la Unidad Popular en 1970. Ante ello se hizo evidente que la democracia debía desaparecer en el país, crimen perfecto que emprendió la dictadura militar de Augusto Pinochet entre 1973 y 1990. La detención y desaparición de los rotos fue el objetivo de la utopía burguesa del siglo XX. Esto lo terminó haciendo sistemáticamente y a gran escala el gobierno militar de Pinochet. Pero la decisión civilizatoria estaba ya presente en la década de 1930 cuando El Mercurio de Agustín Edwards Mac Clure protestaba por la existencia de la plebeya Pérgola de las Flores en la Alameda capitalina (El Mercurio, Santiago, 18.5.1938, en Salinas 2006b). Hacia 1940 El Mercurio santiaguino y sus representantes intelectuales, como Raúl Silva Castro, no cejaron en su campaña contra los rotos y contra su representación artística bajo la figura de Juan Verdejo (Salinas, 2006c: 435-453). La revista Topaze, entre 1931 y 1970, reivindicó precisamente la figura cómica y popular de Juan Verdejo, imagen artística de un pueblo que no siguió ni persiguió el emocionar patriarcal de la República de 1925. Patipelado, risueño, festivo y libre, prácticamente no creyó en ninguna de las ofertas caballerescas de los representantes de la seriedad de la política. Sólo de un modo carnavalesco, y para oponerse a la seriedad de la muerte de Gustavo Ross, apoyó a Don Tinto, Pedro Aguirre Cerda, el abanderado del Frente Popular en 1938 (Salinas: 2006d, 75-92). Representación de la libertad del pueblo chileno, Verdejo expresó a su modo el mundo del amor y la risa. No se privó, por lo mismo, de exaltar la presencia destacada y protagónica de la mujer, fundamento de la convivencia social amorosa del pueblo:
LA VIDA COMIENZA CON LA RISA DE AFRODITA: UNA HISTORIA DE NUNCA ACABAR La historia del amor y de la risa es la historia de la ‘vida de la Vida’. No tiene principio ni tampoco fin. Es algo tan sagrado y constante como la mismísima Santísima Trinidad. Meister Eckhart lo dijo en la Edad Media con estas palabras:
En nuestra particular historia el amor y la risa cumplen la función de la gozosa descolonización como liberación de las ataduras del Yo individualista y posesivo. En términos lingüísticos, consiste en la ‘des-impostación’ de la voz, la voz del dios o de la diosa ‘agelastos’ [no-risueños], la Atenea que inspiró con la razón y la fuerza la República de Chile durante los siglos XIX y XX. El pueblo no tuvo que ver con esta impostación de la voz (Salinas, 2006e). La descolonización a nivel del lenguaje fue la liberadora propuesta de Nicanor Parra con su risa antipoética:
Añade Rodríguez:
La cultura cómica popular ha sabido esto desde siempre. Más aún, sabe que al fin, o al principio, la risa de Afrodita –‘animación’ cómica y erótica del mundo– inaugura el habla humana, el lenguaje vitalmente amoroso entre un Yo y un Tú:
Volvamos nuevamente a empezar. Podemos decir con Nicanor Parra: “Salvo la Venus de Milo todos los documentos se vinieron abajo” (Parra: 2006, I, 905). Afrodita, como diosa que ríe, es la mujer que rompe, más que nadie, con todas las barreras conscientes e inconscientes: “Las mujeres, excluidas de las enciclopedias del ‘principio esperanza’, olvidadas en los repertorios de figuras literarias utópicas, son los paradigmas por excelencia de la ‘superación humana de las barreras’” (Alonso et al., 2005: 49). REFERENCIAS Augusta, Félix José de. 1966. Diccionario araucano. Padre Las Casas, Chile. Barros Arana, Diego. 1893. Elementos de literatura. Historia literaria. Santiago de Chile: Impr. de Gutenberg. Bello, Andrés. s.f. Historia de las literaturas de Grecia y Roma. Madrid: Sociedad Española de Librería. Beltrán Almería, Luis. 2002. La imaginación literaria. La seriedad y la risa en la literatura occidental. España: Montesinos. Blanco-Amor, Eduardo. 1957. 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Recibido: 12.03.2007. Aprobado: 08.05.2007. * Artículo basado en la conferencia homónima dictada en el marco de la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción, Chile, enero de 2007. |