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Atenea (Concepción)

versión On-line ISSN 0718-0462

Atenea (Concepc.)  n.495 Concepción  2007

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-04622007000100005 

 

Atenea N° 495– I Sem. 2007: 69-81

 

ARTICULOS

Patrimonio y modernización en Chile (1910): La Exposición Histórica del Centenario*

 

Luis Alegría** y Gloria Paz Núñez***
** Profesor de Historia (UMCE), profesor Departamento Educativo y Curador Colección Arqueológica y Etnográfica Museo Histórico Nacional, académico Escuela de Historia Universidad Diego Portales. Santiago de Chile. E-mail: luis.alegria@mhn.cl

*** Historiadora del Arte (USEK). Encargada Oficina de Documentación y Registro Patrimonial Museo Histórico Nacional. Santiago de Chile. E-mail: gloria.nunez@mhn.cl


Resumen

El presente artículo es resultado de una investigación sobre los festejos del Centenario. Específicamente, en el ámbito patrimonial, lo que significó la organización de la Exposición Histórica del Centenario, identificando las posiciones tradicionalistas o modernizadores en su discurso. Además de reflexionar acerca de la práctica patrimonial en el contexto de Chile de principios del siglo XX, como una forma de construcción simbólica del país.

Palabras claves: Centenario, tradición, modernización, patrimonio, museo.


Abstract

This article is the result of research on the Centennial festivities. It specifically describes what the organization of the Historical Exhibition of the Centennial meant to the patrimonial field, making a distinction between the traditional and modern positions in its discourse. Besides, it is a reflection on the patrimonial practice within the context of Chile at the beginning of the 20th Century as a kind of symbolic construction of the country.

Keywords: Centennial, tradition, modernization, patrimony or heritage, museum.


 

Introducción

El significado de la celebración del Centenario (1910) de la Independencia del país adquiere mucha importancia frente a la preparación de lo que será la conmemoración del Bicentenario en el Chile actual, donde la reflexión se hace prioritaria. Es en este escenario que deseamos insertar el tema de lo patrimonial como una problemática cultural, a través del reconocimiento de un campo patrimonial, definiéndolo como un espacio cultural específico dentro del campo cultural, donde operan procesos de producción, circulación, consumo y recepción, centrados en el rescate y valoración de los testimonios del pasado, producto de una conciencia histórica e ideológica que les asigna un valor especial.

En el presente artículo nos centraremos fundamentalmente en el aspecto de la producción; es decir, los discursos y acciones que están detrás de la organización de la Exposición Histórica del Centenario; como una coyuntura fundante de redefinición de “ciertos” bienes culturales, que se constituirán en la colección de patrimonio histórico más importante y antigua del país.

Problema de Estudio

Los inicios del siglo XX en Chile fueron tiempos de gran complejidad. “Son años en que la prensa y múltiples libros y folletos abordan asuntos como el alcoholismo, la mortalidad infantil, la prostitución, la miseria en las viviendas y las condiciones insalubres de sectores mayoritarios de la población. Hasta el propio El Mercurio de Santiago afirma en 1909 que un cuarto de la población de la capital (más de 100.000 personas) vive en habitaciones insalubres e impropias para una persona humana (...) Chile llegó al año del Centenario con una población recesiva –morían más personas de las que nacían–, con una mortalidad infantil de 306 por mil y una tasa de prostitución que alcanzaba al 15% de las mujeres adultas de la capital” (Subercaseaux, 2004: 49).

Estas características tendrán una repercusión importante en la esfera cultural.

Esta etapa de crisis y cambio en Chile va acompañada culturalmente por la declinación de la influencia positivista y la aparición de un pensamiento nacionalista, de una conciencia anti-imperialista y antioligárquica y de una nueva valorización del mestizaje (Larraín, 2001: 99).

Es decir, a principios del siglo XX podemos ver que se comenzaba a manifestar una nueva mirada sobre el país, que tendrá como mérito importante su condición polifónica, “para algunos es una crisis de decadencia (Mac Iver, Edwards) para otros es una crisis social y de desarrollo (Recabarren, Venegas). Algunos piensan que el centro del problema radica en algún elemento de la sociedad o cultura chilena, por ejemplo, la raza (Palacios, Encina). Otros enfatizan la esterilidad del estilo y la problemática política (Subercaseux); las tendencias en la educación (Pinochet, Encina) o los problemas económicos monetarios (Ross, Subercaseux, etcétera)” (Gazmuri, 2001:18).

Es en ésta complejidad, social y política, que se organizarán los festejos para el Centenario, donde la Exposición Histórica corresponde a una iniciativa patrimonial que tendrá como objetivo exhibir testimonios que permitan representar nuestra historia,

no sólo reunir i clasificar los objetos fabricados en el país o fuera de él que hayan prestado algún servicio desde la época prehistórica, sino también coleccionar todo aquello que signifique un recuerdo de los tiempos pasados; como ser obras de arte, cuadros, esculturas, impresos, manuscritos, útiles de caza, armas, muebles instrumentos de música, etc. Que sirvieron a nuestros antepasados durante la época prehistórica, descubrimiento i conquista de Chile; i los que se usaron durante la colonia, independencia, etc. (Circular de la Esposición Histórica del Centenario a sus delegados, 1910: 3).

Como objetivos nos hemos planteado identificar la Exposición Histórica del Centenario como el espacio patrimonial de des/encuentro entre tradición y modernidad, ya que en esta exposición confluyen, expresan y se enfrentan las visiones de tradicionalistas y modernizadores. Al mismo tiempo, consideramos que la Exposición Histórica del Centenario representa un momento crucial de reordenamiento del “campo patrimonial” a principios del siglo XX.

Metodología

La propuesta metodológica consistió en un enfoque inductivo, teniendo como punto de partida los objetos que conformaron la Exposición Histórica del Centenario, para identificar los discursos y acciones que estuvieron detrás de su elección, de tal forma de develar las nociones y supuestos sobre identidad y patrimonio en el marco de un proceso de discusión entre tradición y modernización en el Chile de principios del siglo XX. Todo ello en el entendido que los objetos que constituyen una exhibición museológica son testimonios, “documentos”, que pueden ser motivo de distintas lecturas (Alvarado y Azócar, 1991).

Además, la metodología empleada consideró un enfoque transdisciplinario, a partir de un equipo de trabajo diverso en términos de las áreas de formación1. Esto tiene que ver principalmente con una opción teórica centrada en el objeto de estudio y no en la disciplina. Por su parte, el plan de trabajo consistió en la revisión y el análisis de los documentos relativos a la Exposición Histórica disponibles en: Archivo Administrativo y Documental del Museo Histórico Nacional, constituido por cartas, telegramas, recibos, libros de registro, fichas de documentación, etc.; Archivo Siglo XX y Biblioteca Nacional. Al mismo tiempo se realizó la revisión bibliográfica que permitiera la contextualización histórica de la exposición, junto a toda la información proveniente de revistas y periódicos de época revistas Sucesos y Zig-Zag, septiembre de 1910; diarios El Mercurio, Las Ultimas Noticias y El Diario Ilustrado, julio a diciembre de 1910.

Resultados

Organización de la Colección de la Exposición Histórica del Centenario. La concreción de un evento patrimonial como una Exposición Histórica que diera cuenta del desarrollo histórico del país, significó un gran esfuerzo de organización y coordinación, por ello se aprovechó la experiencia existente. Es así como Luis Montt, director de la Biblioteca Nacional y principal impulsor de la iniciativa, “utilizando la misma vía empleada años atrás por Vicuña, al organizar una multidisciplinaria exposición de objetos del pasado chileno”, logró reunir, “un selecto grupo de intelectuales e historiadores, con los que ideó organizar para el Centenario de 1910, una gran exposición histórica que diera lugar, con posterioridad, a la creación de un Museo Histórico Nacional” (Rodríguez, 1983: 24).

L. Montt

Pero, una exposición de estas características no sólo equivale a un evento más dentro de los festejos del Centenario, sino que se constituye especialmente en una experiencia de profundo significado identitario, una reapropiación de la memoria histórica nacional a través de una colección de objetos seleccionados y clasificados como genuinos representantes de la esencia nacional, en definitiva monumentos de grandeza de nuestros héroes o “padres fundadores”.

Para hacerse cargo de la Exposición Histórica del Centenario, se designará entonces una comisión, que tendrá como presidente a Joaquín Figueroa y como secretario a Nicanor Molinare. Luego se procedió al nombramiento de los 85 delegados de secciones y por último a los delegados regionales. Esta comisión se organizó en torno a 15 secciones según la circular antes mencionada,

para que sea más fácil comprender cuáles son los objetos que pueden exhibirse i que caben en esta Exposición, he aquí la forma y modo en que ella ha sido dividida, i cuales, más o menos, los objetos que pueden reunirse para ser enviados a esta Dirección Jeneral.

Dichas secciones fueron: Objetos Indígenas; Tejidos, Trajes y Joyas; Muebles y Vajilla; Instrumentos de Música; Cuadros y Retratos; Culto; Manuscritos e Impresos; Monedas y Medallas; Filatélica; Armas e Insignias Militares; Medicina y Ciencias Aliadas; Uniformes Militares; Instrucción Pública; Utiles de Artes Manuales; Mapas y Planos.

Este punto ya nos parece un dato muy relevante al constituir una aproximación muy diversa sobre la vida del país, pues frente a un contexto de época caracterizado por una lógica estatal oligárquica.

Mientras los grupos oligárquicos, gracias a una serie de situaciones de privilegio económico y significados compartidos respecto a distintos aspectos de la realidad chilena de la época, habían logrado desarrollar un sentido de conjunto, auto identificándose como la “sociedad”, el resto de la población, dispersa en los campos y en los suburbios de la ciudades, era difuminada en categorías como “pueblo”, “turbamulta”, “multitudes”, “muchedumbre”, “masas” y otros (Fernández, 2003: 30).

Aparecerá, de alguna forma representada en la Exposición Histórica un país que excede a esta clase, o por lo menos que en su propuesta de organización da cuenta de una sociedad diversa culturalmente al incorporar a las mujeres, grupos étnicos indígenas y extranjeros.

Se puede mencionar la sección de Utiles de Artes Manuales, donde se dice que la recolección de “cuanta herramienta se relacione con la arquitectura cabe aquí, deben tenerse presente: los carpinteros, albañiles, empaladores, pintores, gásfiter, estucadores, electricistas, marmolistas, barnizadores tapiceros y vidrieros”. Ahora bien, esta diversidad tendrá una lógica dentro del campo patrimonial, que se diferencia de otros campos, pues “las colecciones patrimoniales son necesarias, las conmemoraciones renuevan la solidaridad afectiva” (García Canclini, 1989: 178).

Es decir, se integran simbólicamente en un proceso de exclusión económica, social y política que impone una compleja estructura de dominación, “... se desarrolla un dispositivo complejo, en palabras de Martín Barbero, de inclusión abstracta y exclusión concreta” (citado en García Canclini, 1989: 194).

Por ello, la Exposición Histórica del Coloniaje será organizada como una gran muestra museal que tenía como objetivo representar la continuidad y cambio de la historia de Chile, pero bajo un modelo decimonónico de evocación nostálgica del pasado (León, 1995).

El carácter nacional, se daba al hacer un llamado público a todos los chilenos, a los servicios estatales e instituciones como municipios, universidades, escuelas, etc. Este aspecto nacional y público de la exposición se expresa, además, por ser organizada y financiada desde el Estado, quien posee la iniciativa y los recursos financieros (no muchos por cierto), pero que al carecer de las piezas convoca a los ciudadanos; de ahí la convocatoria a los particulares a través de avisos en los diarios, como por ejemplo el anuncio del lunes 1º de agosto de 1910, en el diario El Mercurio:

En Catedral 1956 se reciben los objetos para la exposición histórica y se atiende al público en todo cuanto se relacione con dicha exposición de 10 a 12 y de 2 a 7. Nicanor Molinare. Secretario.

Este aspecto es interesante, porque la falta de espacio fue una constante en su organización, estaba destinada al palacio Urmeneta, a condición de un arriendo, pero por lo elevado de ello, se optó por el primer piso del nuevo edificio del Palacio de Bellas Artes, de hecho una parte de la recolección de objetos se realizó en ese sitio, el cual rápidamente se mostró pequeño para tal empresa por los preparativos del otro gran evento patrimonial, la Exposición Internacional de Bellas Artes –una realidad opuesta en muchos aspectos a la histórica–.

Luego, definitivamente se resolvió, recién a principios de septiembre, ocupar efectivamente el Palacio Urmeneta, que, como queda claro en el aviso del diario El Mercurio (Fig. 1), estaba ubicado en calle de Las Monjitas, y no como lo menciona la historiadora Soledad Reyes en su libro Chile 1910, una mirada cultural en su Centenario, situándolo en calle Dieciocho, en la actual sede del Colegio de Contadores de Chile.

Aún sin resolver el tema del espacio, se invitaba a participar en la constitución de la colección de la Exposición, que de hecho se conformaría preferentemente a partir de préstamos de los particulares. Incluso se siguieron recolectando objetos en el mismo palacio Urmeneta una vez ya inaugurada la Exposición.

Ello significó acopiar un material diverso desde el punto de vista de su materialidad, cronología y disciplina, pero de una innegable originalidad y autenticidad, dos criterios fundamentales para la época. Por tanto, la exposición obedece a la noción de museos generales, donde todo se exhibe, es decir, la selección y clasificación opera para la constitución de la colección, pero luego de ser reunida, carece de criterios selectivos para su exhibición. Es una exposición donde prevalece el objeto por sobre el mensaje, la orientación histórica la dan los objetos que poseen un valor en sí mismos, predominando, “los principios de exposición estética al presentar las ‘obras completas’ y series totales ordenadas conforme a unos patrones cronológicos o estilísticos” (León, 1995: 156).


Figura 1: El Mercurio, 21 de Septiembre, 1910


Figura 2: Sello oficial de la Comisión

El ayer y el hoy de la Exposición Histórica del Centenario

Dado lo sucinto de los datos encontrados en las distintas fuentes de información consultadas, en muchos casos no existía la certeza de que se tratara de los mismos objetos mencionados en los documentos. En este sentido, el mayor obstáculo tuvo relación con la ausencia de un catálogo que permitiera conocer la cantidad exacta de piezas expuestas v/s las propuestas inicialmente por la Comisión. Bajo este contexto, podemos deducir que esto se debió a la falta de presupuesto, la ausencia de un espacio definitivo, la gran cantidad de objetos; según la información recogida la Exposición pudo haber recolectado más de mil objetos. Sin embargo, se trata de una cantidad estimativa ya que en muchos casos se hace referencia a piezas sin cantidad: muebles, retratos, restos arqueológicos, etc.; y los plazos poco claros para la Exposición. Recordemos que hasta pasada la inauguración, todavía hay registro de que se reciben colecciones para ser expuestas.

La falta de un sistema de documentación aplicado en la Exposición, no contar con catálogo de las piezas exhibidas por ejemplo, es algo que a través del tiempo se profundizo por la falta de un programa sistemático de documentación de colecciones en el Museo Histórico Nacional. Por ello, encontramos numeraciones que ya no corresponden o la información no es lo suficientemente específica. Por esta razón nos remitimos a incluir en los resultados las piezas de las cuales poseemos mayor evidencia, lo que no quiere decir, en ningún caso, que se trate de una lista definitiva.

M. Bulnes

En este proceso se pudo identificar la cantidad de 112 objetos que aún se mantienen entre las colecciones del museo. La tipología que presentó menos complejidad para su identificación fue la de Pinturas y Estampas, principalmente porque un número importante de objetos correspondía a retratos de personajes o acontecimientos históricos que fueron citados en la circular, en documentos y/o en la prensa de la época (diarios o revistas). Entre ellos, y a modo de ejemplo, podemos mencionar: Los últimos momentos de Carrera, Las guerras de Flandes (7 pinturas), retratos de gobernadores de la Colonia, retrato al óleo del general Luis de la Cruz y Goyeneche, o el retrato de Manuel Bulnes Prieto de Monvoisin.

Asimismo, se pudo identificar con mayor certeza objetos pertenecientes a otras tipologías asociados a personajes, tales como: los grillos que tenía José Miguel Carrera antes de su fusilamiento, las casacas de Ambrosio y Bernardo O’Higgins, la faja de seda y otros objetos de Bernardo O’Higgins (ver Fig. 3), la manta de José Miguel Carrera y el sable del general Ramón Freire.


Figura 3. Objetos de O'Higgins en las colecciones actuales del MHN: relojes, espada, fajín, cantimplora, charretera y pistolas.

Hay otro grupo de objetos publicados que se repiten en los números especiales de conmemoración del Centenario de las revistas Sucesos (ver Fig. 4)y Zig-Zag (ver Fig. 5), donde no se menciona la Exposición Histórica, pero que suponemos formaron parte de la muestra. Ambas publicaciones aparecen días antes (15 y 17 de septiembre, respectivamente) de la inauguración de la Exposición.

Como consta en parte de la documentación revisada, la mayoría de las piezas fueron devueltas a sus propietarios al concluir la Exposición, y sólo una vez inaugurado el Museo Histórico Nacional se realizará la donación definitiva, proceso que en algunos casos llevó varios años. Un aspecto de gran relevancia para la historia de las colecciones del Museo Histórico, se relaciona con los resultados obtenidos que han permitido complementar la documentación existente, contextualizar las piezas y aportar con datos bibliográficos de los cuales no se tenía referencia escrita.

Cabe, destacar que los objetos presentes en dicha Exposición y de los cuales se pudo encontrar registro en la actualidad, poseerían al menos 100 años el carácter de objetos patrimoniales dentro de una perspectiva museal.


Figura 4. "Reliquias de O'Higgins". Revista Sucesos, 15 sept. 1910

Figura 5. "Recuerdos de O'Higgins". Revista Zig-Zag. 17 sept. 1910

 

Del discurso a la práctica patrimonial

Si bien suponemos que todo se exhibía, sabemos que existió una jerarquía espacial en la ubicación de algunos objetos por sobre otros, determinando cuál era en definitiva la importancia que recibían como representativos de un discurso subyacente en dicha exposición. De ahí los reclamos que desvela la crónica de Las Ultimas Noticias de Antofagasta del 21 de octubre de 1910, recogiendo la opinión de Aníbal Echeverría y Reyes, “es sensible, se nos dice que sus directores no hayan dado la debida importancia a esta rama de las ciencias arqueológicas que sin disputa merecía haber ocupado un lugar preferente”. Entonces, podemos deducir que algo pasó entre el planteamiento de diversidad e inclusión que aparece en la Circular y lo que fue la exposición en definitiva.

Al mismo tiempo en el citado documento, a pesar de que aparecen varias secciones, algunas poseen una importancia bastante mayor, como sucede con la de Pinturas y Retratos y la de Uniformes e Insignias Militares, que en conjunto ocupan algo más de dos tercios de la circular. Como lo menciona el historiador Alberto Edwards, integrante de la Comisión, al hablar sobre la sociedad en el proceso de Independencia en la revista Sucesos (Nº 419), del 15 de septiembre de 1910, “una aristocracia respetable y unida por la nacionalidad y el parentesco, ... y un pueblo del todo incapaz de comprender y practicar los derechos y deberes de los ciudadanos de un país libre”.

Tradición y Modernidad en la Exposición Histórica del Centenario

En el contexto del Centenario nos pareció relevante la discusión entre tradicionalistas y modernizadores, donde a simple vista lo patrimonial era un campo fructífero y casi incuestionable de los primeros, sin embargo poco a poco fuimos dándonos cuenta de la falta de una respuesta satisfactoria, esto porque en las comisiones que organizan la Exposición figuran personajes de ambas vertientes, como los historiadores José Toribio Medina y Alberto Edwards, representantes de una tendencia tradicionalista, pero también encontramos personajes de ideas avanzadas como es el caso de Ricardo Latcham.

J.T. Merino

R. Latcham

Por ello es que no hay una dicotomía que divide a los agentes culturales, como se nos presenta en otra crónica de la misma revista Sucesos, “el advenimiento del centenario ha provocado, una vez más, la discusión entre tradicionalistas y progresistas rabiosos: unos sosteniendo el mantenimiento y la conservación de cuanta antigüedad histórica hay por ahí, aunque esté toda rota y comida por el orín; y los otros pidiendo a gritos el reemplazo de lo que llaman antiguallas indigna de coexistir con la demás manifestaciones de la civilización contemporánea”. Muchos modernistas consideraban que los bienes patrimoniales, particularmente de aquellos grupos excluidos culturalmente, son elementos importantes en la reafirmación de una base nacionalista “desde la perspectiva de algunos de estos nacionalistas, los orígenes de Chile debían encontrarse en el carácter de su pasado autóctono” (Rinke, 2002: 124). Esto significaba incluir como sujetos históricos a los pueblos indígenas, a los sectores populares y las mujeres, quienes de alguna forma tuvieron un espacio –aunque limitado– en la Exposición Histórica del Centenario.

Finalmente, hemos considerado desde un comienzo que la coyuntura del Centenario y de la Exposición Histórica representaron un momento crucial en la constitución posterior del campo patrimonial de Chile. Es en el marco del Centenario desde donde se comenzará a instalar un polo cultural moderno, con la autonomización de lo patrimonial, al constituirse en un campo específico dentro del campo cultural, pues, de ella surgirá la idea de conformar el Museo Histórico Nacional (2 de mayo de 1911), lo cual hacia el futuro significará la revisión de las funciones y atribuciones del Museo Nacional, en la actualidad Museo Nacional de Historia Natural, nombre que ya no se justificaba tanto por la formación del Museo Histórico Nacional, como por la instalación definitiva en un nuevo edificio del Museo Nacional de Bellas Artes.

NOTAS

1. Historiadora del Arte, profesor de Historia y diplomado en Museología, profesora de Historia y diplomada en Género y Educación, junto a una fotógrafa y estudiante de Historia del Arte.

REFERENCIAS

Circular de la Esposición Histórica del Centenario a sus delegados. 1910. Santiago de Chile: Imprenta Camilo Henríquez.

El Diario Ilustrado. 1910. Chile, julio a diciembre.

El Mercurio. 1910. Chile, julio a diciembre.

García Canclini, N. 1989. Culturas híbridas. México: Editorial Grijalbo.

Gazmuri, C. 2001. El Chile del Centenario, los ensayistas de la crisis. Santiago de Chile: Editorial PUC.

Fernández, E. 2003. Estado y sociedad en Chile. Santiago de Chile: Editorial Lom.

Larraín, J. 2001. Identidad chilena. Santiago de Chile: Editorial Lom.

Las Ultimas Noticias. 1910. Chile, julio a diciembre.

León, A. 1995. El museo, teoría, praxis y utopía. Sexta edición. España: Ediciones Cátedra.

Rodríguez, H. 1983. Museo Histórico Nacional. Santiago de Chile: Ediciones Dibam.

Rinke, S. 2002. Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910-1930. Santiago de Chile: Ediciones Dibam.

Subercaseaux, B. 2004. Historia de las ideas y la cultura en Chile, tomo III. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

Sucesos, Nº 419. 1910. Chile, 15 septiembre.

Zig-Zag, Nº 291. 1910. Chile, 17 de septiembre.

 


Recibido: 13.11.2006.  Aprobado: 17.03.2007.

* Proyecto financiado, el año 2004, por el Fondo de Apoyo a la Investigación Patrimonial del Centro de Investigación Diego Barros Arana de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Chile.

 

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