SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.29 número2Comportamiento Sexual de Varones Durante el Embarazo: Casos en la Ciudad de MéxicoRegulación de la Agresividad Entre Preescolares Mediante el Entrenamiento a Madres y Profesoras índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Terapia psicológica

versión On-line ISSN 0718-4808

Ter Psicol vol.29 no.2 Santiago dic. 2011

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082011000200006 

TERAPIA PSICOLÓGICA 2011, Vol. 29, N° 2, 191-196

 

Efecto del Maltrato Físico en la Calidad de las Representaciones de Apego Infantil en Chile: Resultados Preliminares

The Effect of Physical Abuse on The Quality of Infant Attachment Representations in Chile: Preliminary Results

 

Andrés Fresno*

&

Rosario Spencer

Universidad de Talca, Chile


Resumen

El objetivo de este artículo es presentar los resultados preliminares de un estudio que analiza el efecto del maltrato físico sobre la calidad de las representaciones de apego infantil. Para evaluar las representaciones del apego se utilizó la tarea de completación de historias de apego con el sistema de codificación A.S.C.T. Q-sort. El maltrato físico fue categorizado con el Sistema de Codificación de Maltrato Modificado. Los resultados indican que el maltrato físico tiene un efecto negativo en la calidad de las representaciones del apego. Los niños víctimas de maltrato físico presentan una mayor preferencia por la utilización de estrategias de hiperactivación y desorganización del apego que los niños no maltratados. Los resultados son discutidos en relación a la teoría del apego y a la evidencia empírica sobre esta temática.

Palabras clave: Maltrato físico, representaciones de apego, apego, infancia.


Abstract

The aim of this paper is to present preliminary results of a study analyzing the effects of physical abuse on the quality of attachment representations in children. In order to assess the attachment representation the Attachment Story Completion Task was used with de A.S.C.T. Q-sort coding system. The physical abuse was coded using the Modified Maltreatment Classification System. The results show that physical abuse has a negative effect on the quality of attachment representation. The children who were victims of physical abuse have a higher preference for the use of hyperactivation and disorganization attachment strategies than non abused children. The results are discussed in relation to attachment theory and empirical evidence on this issue.

Key words: Physical abuse, attachment representation, attachment, childhood.


 

Introducción

La literatura afirma que el maltrato afecta negativamente el desarrollo de los niños (Cicchetti & Toth, 2005). Desde la teoría del apego (Bowlby, 1980) los estudios van en la misma dirección, indicando que el maltrato afecta la calidad del apego infantil y su consecuente desarrollo (Baer & Daly Martinez, 2006; Hodges & Steele, 2000). No obstante, las investigaciones que han abordado esta temática han estudiado el apego desde una perspectiva comportamental, existiendo escasa literatura respecto al impacto del maltrato sobre las representaciones del apego (Baer & Daly Martínez, 2006; Toth, Cicchetti, Macfie, Maughan & Vanmeenen, 2000). Este artículo tiene por objetivo presentar los resultados preliminares de un estudio acerca de la influencia del maltrato en la calidad de las representaciones de apego infantil, particularmente aquellos referidos al efecto específico del maltrato físico.

En Chile el 75,3% de los niños sufre algún tipo de maltrato por parte de sus padres; de este total, el 53,8% corresponde a violencia física (UNICEF, 2008). Si bien existen diversas definiciones de maltrato físico, en general existe concordancia en definirlo como aquellas acciones realizadas por el cuidador o adulto responsable que ocasionan lesiones físicas al niño, exceptuando aquellos casos en que las lesiones fueron accidentales (Barnett, Manly, & Cicchetti, 1993, citados en Cicchetti & Toth, 1993; UNICEF, 2008).

Desde una perspectiva ecológica transaccional (Cicchetti & Toth, 2005), la ocurrencia del maltrato puede deberse a la interacción entre factores de riesgo y protectores en distintos niveles ecológicos. En el nivel más alejado de la interacción directa con el niño se pueden encontrar la aceptación cultural y creencias que validan la utilización de la violencia, el castigo físico y la violencia intrafamiliar. A nivel de la comunidad, se pueden dar altos niveles de violencia y delincuencia. En al ámbito familiar, los factores de riesgo estarían dados por las características de sus miembros que favorezcan el maltrato. Estos factores, más el incremento de estresores tales como bajo nivel de ingreso, cesantía, peligrosidad del barrio, condiciones habitacionales inadecuadas, entre otros, afectan negativamente las prácticas parentales, aumentando el riego de maltrato hacia los niños (Elder, Van Nguyen & Caspi, 1985; McLoyd, 1990).

Respecto al maltrato físico, la literatura científica es clara en señalar que tiene un efecto negativo sobre el desarrollo de los niños a nivel físico, cognitivo, social y emocional (Cicchetti & Toth, 2005; Howe, 2005). Desde los estudios basados en la teoría del apego (Bowlby, 1980), se ha evidenciado que el maltrato afecta negativamente la calidad del apego (Baer & Daly Martínez, 2006), siendo el maltrato una de las causas más importantes del desarrollo de un apego desorganizado (Carlson, 1998; Cicchetti & Barnet, 1991; Van IJzendoorn, Schuengel & Bakermans-Kranenburg, 1999). No obstante lo anterior, son pocas las investigaciones que estudian el impacto específico del maltrato físico sobre las representaciones del apego infantil (Baer & Daly Martínez, 2006; Toth et al., 2000).

Bowlby (1969, 1980) propone el término Modelo Interno Operante (M.I.O.) para describir las representaciones mentales que el bebé crea de sí mismo, de su figura de apego y de la relación entre ambos. Este modelo representacional se desarrolla tempranamente a partir de la internalización de pautas interaccionales entre la figura de apego y el niño (Bowlby, 1980). Si la figura de apego reconoce las necesidades de apego del niño y entrega una respuesta estable y predecible con afecto y protección, entonces el niño podrá crear un vínculo de apego seguro internalizándola como una representación de apego segura (Belsky & Fearon, 2008 citados en Cassidy & Shaver, 2008). Los M.I.O. permiten predecir e interpretar los comportamientos de la figura de apego y de los otros, también pueden guiar los pensamientos, emociones y conductas del sí mismo (Bretherton & Munholland, 2008, citados en Cassidy & Shaver, 2008), generando estrategias apropiadas para regular los comportamientos de apego (Kobak, Cole, Ferenz-Gillies, Fleming, & Gamble, 1993). Frente a situaciones de amenaza, la estrategia primaria o segura corresponde a la puesta en acción de conductas para restablecer la cercanía con la figura de apego y ser calmado emocionalmente para luego explorar el entorno inmediato (Main, 1990). Las llamadas estrategias secundarias o inseguras se desarrollan cuando la figura de apego es insensible a las demandas de seguridad del niño, quien elabora patrones de comportamiento para enfrentar la amenaza sin perder el vínculo con la figura de apego. En el caso de la estrategia de desactivación, el niño desactiva su sistema de apego para evitar sentir el sufrimiento que genera el rechazo de la figura de apego (Howe, 2005; Main, 1990). Al contrario, en la estrategia de hiperactivación, el niño intensifica sus comportamientos de apego frente a respuestas inconsistentes por parte de los cuidadores para movilizar efectivamente la cercanía de éstos (Howe, 2005; Main, 1990). Cuando las respuestas del cuidador ante las necesidades de apego del niño son extremadamente incoherentes y/o maltratadoras, se hace imposible que el niño desarrolle una estrategia organizada de apego, activándose simultáneamente comportamientos contradictorios de acercamiento y escape ante la figura de apego (Lyons-Ruth, Bronfmang & Atwood, 1999, citados en Solomon & George, 1999; Main & Hesse, 1990, citados en Greenberg, Cicchetti & Cummings, 1990).

Los escasos estudios sobre los efectos del maltrato físico en las representaciones de apego indican que los niños, en sus narrativas, describen una representación negativa de la figura de apego como castigadora y rechazante, y una representación de sí mismo en términos de grandiosidad, con habilidades sobredimensionadas y grandes poderes (Toth et al., 2000). Por su parte Howe (2005) señala que los niños que experimentan maltrato físico tienen una representación de sí mismos negativa, de no ser dignos de ser protegidos ni cuidados. Si bien estos resultados indican que el maltrato físico afecta las representaciones de apego, hasta la fecha no se han encontrado estudios que den cuenta de este fenómeno en términos de las clasificaciones del apego tradicionalmente utilizada en la literatura de apego, esto es seguro, inseguro evitativo, inseguro ambivalente y desorganizado (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978; Main & Solomon, 1986, citados en Brazelton & Yogman, 1986).

Tomando en cuenta estos elementos se plantea como hipótesis que el maltrato físico afectará negativamente la calidad de las representaciones del apego favoreciendo la configuración de modelos internos operantes que orienten hacia estrategias de apego inseguras.

Método

Participantes

Fueron evaluados 36 niños de la Región del Maule con una edad promedio de 5,3 años. El grupo de estudio estuvo conformado por 8 niños diagnosticados preferentemente como víctimas de maltrato físico por centros de atención a la infancia especializados en maltrato infantil del Servicio Nacional de Menores del Gobierno de Chile (SENAME). Como lo señala la literatura, generalmente coexisten distintos tipos de maltrato (Cicchetti & Toth, 2005), pudiendo presentar los niños del grupo de estudio maltrato psicológico y/o negligencia, pero en un grado menor en comparación al maltrato físico. El grupo de comparación estuvo compuesto por 28 niños sin sospecha de maltrato. Los niños de este grupo fueron reclutados en colegios de la Región del Maule donde, a juicio de los profesionales de los establecimientos, no serían víctimas de ningún tipo de maltrato. Ambos grupos pertenecen a un nivel socioeconómico bajo.

Instrumentos

Para evaluar el apego se utilizó la tarea de completa-ción de historias de apego (Attachment Story Completion Task, A.S.C.T.) (Bretherton, Ridgeway & Cassidy, 1990 citados en Greenberg, D. Cicchetti, & E.M. Cummings), en su versión adaptada al español (Pierrehumbert et al., 2009). Este instrumento permite evaluar la calidad de las representaciones del apego en niños de 3 a 7 años, a través del análisis de sus narrativas. Se trata de 5 inicios de historias que los niños deben completar con la ayuda de unas figuras representando a una familia. Estas historias activarían las representaciones del apego de los niños. La actividad es filmada y tiene una duración aproximada de 30 minutos. El instrumento fue aplicado por psicólogas clínicas entrenadas en la A.S.C.T. Las narrativas de los niños fueron analizadas con el sistema de codificación A.S.C.T Q-sort (Miljkovitch, Pierrehumbert, Bretherton, & Halfon, 2004). Este sistema permite calificar la calidad de las representaciones del apego en términos dimensionales, dando cuenta del privilegio por estrategias de seguridad, desactivación, hiperactivación y desorganización del apego. El evaluador, luego de visionar la actividad de juego, debe clasificar en 7 columnas los 65 ítems que dan cuenta de comportamientos durante la A.S.C.T. relacionados con el apego. Los puntajes obtenidos se correlacionan con cuatro prototipos de apego, lo que resulta en un puntaje para cada individuo de las dimensiones de seguridad, desactivación, hiperactividad y desorganización del apego. La codificación de cada video toma alrededor de 3 horas y fue realizada por dos psicólogas clínicas entrenadas en el sistema de codificación. Se trabajó con evaluadoras ciegas. El acuerdo interjuez para este estudio fue de 0.94, 0.95, 0.87 y 0.89 para cada dimensión del apego.

Para evaluar el maltrato físico se utilizó el Sistema Modificado de Clasificación de Maltrato (Modified Maltreatment Gasification System, M.M.C.S.) (English & the LONGSCAN Investigators, 1997). Se trata de un sistema que permite clasificar las diferentes manifestaciones del maltrato infantil en tipologías consensuadas: abuso sexual, maltrato físico y negligencia. La información acerca de las características del maltrato sufrido por un niño es recopilada a partir de los archivos de los centros de protección a la infancia que atienden el caso. Una vez obtenida la información, se contrasta con las categorías de maltrato del M.M.C.S. y se clasifica en una tipología. En este sistema la codificación de maltrato físico se aplica a los casos en que el cuidador o adulto responsable ocasiona lesiones físicas al niño, exceptuando aquellos casos en que las lesiones fueron accidentales. Este instrumento permite además consignar la gravedad del maltrato. Cada tipología cuenta con una escala, de 1 a 6 puntos, que permite definir la gravedad del maltrato en razón del daño producido al menor, donde un puntaje de 1 es leve (Ej: el cuidador da una palmada en la cara sin dejar huellas en la cara del niño) y 6 es grave con riesgo vital (Ej: el niño está en coma después de ser golpeado con un bate de béisbol por su cuidador). En este estudio la escala de gravedad se utilizó para descartar aquellos casos de coocurrencia de maltratos en que la negligencia o el maltrato psicológico fueran más graves que el maltrato físico. Si bien no se desconoce la importancia de considerar la gravedad del maltrato para comprender sus efectos en el desarrollo infantil, en el presente estudio los niños víctimas de maltrato físico son considerados en una categoría única sin distinción de gravedad. La codificación del maltrato fue realizada por psicólogas clínicas entrenadas en este sistema de clasificación.

Procedimiento

Para la realización de este estudio se contó con el patrocinio de SENAME y la colaboración de la Fundación CRATE, lo que permitió tener acceso a los centros de protección a la infancia especializados en el diagnóstico y tratamiento de niños maltratados. Posteriormente se tomó contacto con los equipos de los centros mencionados, junto con los cuales se seleccionó a posibles niños participantes. A través de los centros se contactó al adulto responsable del niño y se les invitó a participar del estudio. Los adultos que aceptaron participar firmaron un consentimiento informado que autorizaba la evaluación del niño y que se contactara al niño a su cargo. Luego se contactó a los niños, a quienes se les explicó el estudio y las características de la evaluación. Los niños accedían a participar a través de un consentimiento informado que se les leía, en el cual consignaban libre y voluntariamente que aceptaban realizar la actividad de juego. La firma de los consentimientos (adulto y niño) fue realizada en presencia de un profesional de la institución como testigo de fe. El tiempo de aplicación de la prueba fluctuó entre una a dos horas pon niño. Las evaluaciones se realizaron en los centros de atención de SENAME y en los colegios de los niños participantes. Los videos del juego de los niños fueron codificados con el sistema A.S.C.T. Q-sort. La codificación de cada video tomó un tiempo aproximado de 3 horas. De manera paralela se recopiló la información concerniente a las experiencias de maltrato de los menores en los archivos de los centros donde eran atendidos para luego codificarlo con el M.M.C.S. En el caso del grupo de comparación, los antecedentes de los menores fueron recopilados con los profesores y los apoderados de los niños. En todos los casos se resguardó el anonimato de los participantes.

Resultados

Para poder evidenciar el efecto del maltrato físico en la calidad de las representaciones del apego se utilizó ANOVA factorial. En el caso de que el efecto fuera significativo, se calculó el tamaño del efecto d de Cohen (1988). En los análisis se consideró el efecto del maltrato físico para cada dimensión de apego evaluada con el A.S.C.T. Q-sort: segura, desactivada, hiperactivada y desorganizada.

A nivel descriptivo los resultados expuestos en la Tabla 1 muestran que, para el grupo de niños sin sospecha de maltrato, la media más alta corresponde a la dimensión de desactivación (52.7), luego les siguen la de desorganización (51.0), la de seguridad (48.7) y la de hiperactivación (47.0). En el caso del grupo de niños víctimas de maltrato físico, la estrategia con la media más alta es la de desorganización (58.5), le siguen la de hiperactivación (54.1), la de desactivación (52.7) y la de seguridad (46.5). Cabe destacar que las mayores diferencias entre grupos se aprecian en las dimensiones de hiperactivación y desorganización.

En la Tabla 2 se aprecia que el efecto del maltrato físico en la calidad del apego sólo es significativo para las dimensiones del apego que son hiperactivación y desorganización. El tamaño del efecto para la dimensión de hiperactivación es cercano al efecto medio y para la dimensión desorganización el efecto es grande (Cohen, 1988).




Discusión

A nivel descriptivo se aprecia comparativamente que la dimensión de seguridad de apego es en general más baja que el promedio normalizado (t = 50) y que la diferencia entre ambos grupos no es considerable. Esto se puede deber a que ambos grupos pertenecen a un nivel socioeconómico bajo y rural, estando ambos grupos expuestos a una serie de factores de riesgo que afectan negativamente el nivel de seguridad del apego (Belsky & Fearon, 2008). Esto es coherente con los hallazgos del meta análisis de Van IJzendoorn et al. (1999), que señala que en contextos de pobreza hay una subrepresentación del apego seguro en comparación con la población normal.

A partir de los análisis inferenciales se puede señalar que el maltrato físico tiene un efecto en la calidad de las representaciones del apego, comprobándose la hipótesis de trabajo, sin embargo sólo se ven afectadas las dimensiones de hiperactividad y desorganización del apego. Esto sugiere que los niños que sufren maltrato físico tienen mayor probabilidad de configurar estrategias de apego de tipo hiperactivado y desorganizado que los niños no maltratados. En el caso de la hiperactivación los niños intensifican sus comportamientos de apego para hacer frente a las inconsistencias parentales y obtener de parte de éstos una respuesta estable, configurándose un M.I.O. inseguro en el niño (Pierrehumbert, 2003). Bowlby (1980) plantea que estos niños podrían responder defensivamente a esta situación desconectando, a nivel cognitivo, la relación entre la emoción de malestar que genera la inconsistencia parental y la situación interpersonal real que la genera, aumentando la probabilidad de atribuir de manera errónea la emoción negativa experimentada a otra situación o hacia sí mismos. Esta hipótesis concuerda con lo señalado por Howe (2005) en relación a que los niños víctimas de maltrato físico desarrollan una representación de sí mismos negativa. Al mismo tiempo coincide con lo descrito por Toth et al. (2000), quienes indican que los niños presentan una imagen de sí mismos grandiosa, la cual se desprendería de narrativas donde los niños manifiestan que pueden golpear a los padres o a los hermanos. Según estos autores, correspondería a la configuración de una imagen compensatoria de alguien que puede enfrentar el daño recibido por una figura más fuerte y atemorizante. Se puede postular que esta imagen, al ser compensatoria, también daría cuenta de una imagen negativa de sí mismo en la base. Es importante señalar que en este caso la estrategia de apego sigue siendo organizada logrando mantener el vínculo con la figura de apego.

En el caso de la dimensión desorganización, los resultados indican que ésta también se ve afectada por el maltrato físico y que, comparativamente, el efecto es mayor que en la dimensión de hiperactivación. Los comportamientos de maltrato físico por parte de las figuras de apego hacen que éstas, en lugar de ser fuentes de protección y seguridad, sean figuras que generan terror e interacciones caóticas, lo que dificulta la posibilidad de establecer una estrategia de apego organizada (Carlson, Cicchetti, Barnett, & Braunwald, 1989; Pierrehumbert, 2003; Solomon & George, 1999). Frente a una figura de apego maltratadora, los niños responden con comportamientos contradictorios, de acercamiento, fuga, miedo, congelamiento, entre otras (Main & Hesse, 1990). Los menores permanecen en un estado de hiperacti-vación emocional, apreciándose una pérdida de control del comportamiento, pasando de conductas de desesperanza a conductas hostiles (Howe, 2005). En términos defensivos, estos niños responden segregando el sistema representado-nal principal, creando múltiples sistemas representacionales del sí mismo segregados e incoherentes, lo que explicaría las conductas erráticas del menor (Liotti, 1999). Esto es coherente con las narrativas de apego de los niños, ya que durante la A.S.C.T., sus historias se caracterizan por ser incoherentes y caóticas, evidenciándose agresiones, destrucción y muerte, sin lograr desenlaces positivos (Miljkovitch et al., 2004).

Estos resultados son de gran relevancia ya que se ha establecido que los niños que desarrollan un apego desorganizado tienen más probabilidades de desarrollar psicopatología a corto, mediano y largo plazo (Baer & Daly Martínez, 2006; Liotti, 2004; Lyon-Ruth & Jacobvitz, 2008).

Los resultados de este estudio ponen en evidencia los efectos negativos del maltrato físico en la configuración de las representaciones del apego, mostrando la necesidad de contar con políticas públicas que apunten al tratamiento psicológico especializado de niños y niñas víctimas de maltrato. Esto no sólo para que ayuden al niño a elaborar el trauma de la situación de maltrato, sino también para prevenir el desarrollo de psicopatología posterior. Algunos autores (Crowell & Waters, 2005, citados en Grossmann, Grossmann & Waters, 2005; Sroufe, Egeland, Carlson & Collins, 2005, citados en Grossmann, Grossmann & Waters 2005), señalan que los M.I.O. pueden ser modificados hacia el polo de la seguridad, por lo que contar con psicoterapeutas que trabajen desde la teoría del apego permitiría realizar intervenciones que favorezcan que las representaciones de los niños víctimas de maltrato evolucionen hacia un apego seguro. Junto a lo anterior se deben destinar recursos para desarrollar programas de prevención del maltrato susten-tables en el tiempo, así como políticas claras y efectivas en lo que se refiere a la promoción de la salud infantil, específicamente programas que favorezcan aquellos factores que fomentan un apego seguro entre los padres y sus hijos, previniendo así la aparición de maltrato infantil.

En términos de los límites de este estudio, cabe señalar que los datos presentados son resultados preliminares de un estudio más amplio, por lo que la generalización de los mismos debe ser tomada con cautela, sobre todo considerando el tamaño de esta muestra. Se sugiere para futuras investigaciones ampliar el número de participantes y considerar en los análisis otros factores relacionados con la configuración del maltrato que afectan el desarrollo de los niños, como por ejemplo la gravedad del maltrato, la periodicidad, la frecuencia, el vínculo con el perpetrador, la coocurrencia de otros tipos de maltrato, etc., que podrían afectar la configuración de las representaciones de apego infantil. A pesar de dichas limitaciones, el presente estudio contribuye a evidenciar el impacto devastador del maltrato sobre el desarrollo infantil desde un área de la psicología poco estudiada hasta el momento, como son las representaciones de apego infantil, y con una muestra chilena, permitiendo dar sustento a intervenciones que se adecuen a nuestra realidad nacional.

Referencias

Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E. & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study of the Strange Situation. Hillsdale, NJ: Erlbaum.

Baer, J. C. & Daly Martínez, C. (2006). Child maltreatment and insecure attachment: A meta-analysis. Journal of Reproductive and Infant Psychology, 24, 187 - 197.

Barnett, D., Manly, J. T. & Cicchetti, D. (1993). Defining child maltreatment: The interface between policy and research. In D. Cicchetti & S.L. Toth (Eds.), Advances in applied developmental psychology: Child abuse, child development and social policy (pp. 7-73). Norwood, NJ: Ablex Publishing Corp.

Belsky, J. & Fearon, P. (2008). Precursors of attachment security. In J. Cassidy & P.R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 295-316). New York: Guilford.

Bowlby, J. (1969). Attachment and loss: Vol. 1. Attachment. New York: Basic Books.

Bowlby, J. (1980). Attachment and loss: Vol. 3. Loss: Sadness and depression. New York: Basic Books.

Bretherton, I. & Munholland, K. A. (2008). Internal working models in attachment relationships: Elaborating a central construct in attachment theory. En J. Cassidy & P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 102-127). New York: Guilford Press.

Bretherton, I., Ridgeway, D. & Cassidy, J. (1990). Assessing internal working models of the attachment relationship. An attachment story completion task for 3-year-olds. En M. Greenberg, D. Cicchetti & E.M. Cummings (Eds), Attachment during the preschool years (pp. 273-308). Chicago: University of Chicago Press.

Carlson, E. A. (1998). A prospective longitudinal study of disorganized/ disoriented attachment. Child Development, 69, 1107-1128.

Carlson, V., Cicchetti, D., Barnett, D. & Braunwald, K. (1989). Disorganized/disoriented attachment relationships in maltreated infants. Developmental psychology, 25, 525-531.

Cicchetti, D. & Barnett, D. (1991). Attachment organization in maltreated preschoolers. Development and Psychopathology, 3, 397-411.

Cicchetti, D. & Toth, S. L. (2005). Child maltreatment. Annual Review of Clinical Psychology, 1, 409-438.

Cohen, J. (1988). Statistical power analysis for the behavioral sciences. Hillsdale, NJ: Lawrence Earlbaum Associates.

Crowell, J. & Waters, E. (2005). Attachment representations, secure-base behaviour, and the evolution of adult relationships: The Stony Brook adult relationship project. En K. Grossmann, K. Grossmann & E. Waters (Eds.), Attachment from infancy to adulthood: The major longitudinal studies (pp. 223-244). New York: The Guildford Press.

Elder, G.H., Van Nguyen, T. & Caspi, A. (1985). Linking family hardship to children's lives. Child Development, 56, 361-375.

English, D. J. & the LONGSCAN Investigators (1997). Modified maltreatment classification system (MMCS). Extraído el 11 de enero, 2011, disponible en http://www.iprc.unc.edu/longscan/pages/maltx/mmcs/LONGSCAN%20MMCS%20Coding.pdf

Hodges, S. & Steele M. (2000). Effects of abuse on attachment representations: Narrative assessments of abused children. Journal of Child psychotherapy, 26, 433-455.

Howe, D. (2005). Child abuse and neglect: Attachment, development and intervention. New York: Palgrave Macmillan.

Kobak, R. R., Cole, H., Ferenz-Gillies, R., Fleming, W. & Gamble, W. (1993). Attachment and emotion regulation during mother-teen problem-solving: A control theory analysis. Child development, 64, 231-245.

Liotti, G. (1999). Disorganized attachment as a model for the understanding of dissociative psychopathology. En J. Solomon & C. George (Eds.), Attachment Disorganization (pp. 291-317). New York: Guilford Press.

Liotti, G. (2004). Trauma, dissociation and discorganized attachment: Three strands of a single braid. Psychotherapy: Theory, Research, Practice, Training, 41, 472-486.

Lyons-Ruth, K., Bronfman, E. & Atwood, G. (1999). A relational diathesis model of hostile-helpless states of mind: Expressions in mother-infant interaction. En J. Solomon & C. George (Eds.), Attachment disorganization. (pp. 33-70). New York: Guilford Press.

Lyon-Ruth, K & Jacobvitz, D. (2008). Attachment disorganization: Genetic factors, parenting contexts, and developmental transformation from infancy to adulthood. En J. Cassidy & P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 666-697). New York: Guilford Press.

McLoyd, V.C. (1990). The impact of economic hardship on black families and children: Psychological distress, parenting, and socioemotional development. Child Development, 61, 311-346.

Main, M. (1990). Cross-cultural studies of attachment organization: Recent studies, changing methodologies, and the concept of conditional strategies. Human Development, 33, 48-61.

Main, M. & Hesse, E. (1990). Parents' unresolved traumatic experiences are related to infant disorganized attachment status: Is frightening and/or frightened parental behavior the linking mechanism? En M. T. Greenberg, D. Cicchetti & E. M. Cummings (Eds.), Attachment in the preschool years (pp. 121-160). Chicago: University of Chicago Press.

Main, M. & Solomon, J. (1986). Discovery of a new, insecure disorganized/ disoriented attachment pattern. En T. B. Brazelton & M. Yogman (Eds.), Affective development in infancy (pp. 95-124). Norwood, NJ: Ablex.

Miljkovitch, R., Pierrehumbert, B., Bretherton, I. & Halfon, O. (2004). Associations between parental and child attachment representations. Attachment & Human Development, 6, 305-325.

Pierrehumbert, B. (2003). Le premier lien: Théorie de l'attachement. París: Odile Jacob.

Solomon, J. & George, C. (1999). The place of disorganization in attachment theory.Attachment disorganization. En J. Solomon & C. George (Eds.), Attachment disorganization. (pp. 3-32). New York: Guilford Press.

Pierrehumbert, B., Santelices, M.P., Ibáñez, M., Alberdi, M., Ongari, B., Roskam, I., Stievenard, M., Spencer, R., Fresno Rodríguez, A. & Borghini, A. (2009). Gender and attachment representations in the preschool years: comparisons between five countries. Journal of Cross-Cultural Psychology, 40, 543-566.

Sroufe, L.A., Egeland, B., Carlson, E. & Collins W.A. (2005). Placing early attachment experiences in developmental context. The Minnesota longitudinal study. En K. Grossmann, K. Grossmann & E. Waters (Eds.), Attachment from infancy to adulthood: The major longitudinal studies (pp. 48-70). New York: The Guildford Press.

Toth, S, L., Cicchetti, D., Macfie, J., Maughan, A. & Vanmeenen, K. (2000). Narrative representations of caregivers and self in maltreated pre-schoolers. Attachment & Human Development, 2, 271-305.

UNICEF (2008). Maltrato infantil y relaciones familiares en Chile, análisis comparativo 1994 - 2000 - 2006. Santiago: Andros Impresores.

van IJzendoorn, M. H., Schuengel, C. & Bakermans-Kranenburg, M. J. (1999). Disorganized attachment in early childhood: Meta-analysis of precursors, concomitants, and sequelae. Development and Psychopathology, 11, 225-249.


(Rec: 17 de Junio de 2011 / Acep: 4 de Octubre de 2011)

*Correspondencia: Andrés Fresno Rodríguez, Facultad de Psicología, Universidad de Talca, 2 norte 685, Talca, Chile. E-mail: afresno@utalca.cl

Esta investigación fue financiada por el proyecto FONDECYT N°11080107 y contó con el patrocinio de la Universidad de Talca, SENAME y la colaboración de la Fundación CRATE.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons