"Cuando Mario González recibió una invitación de su jefe para un almuerzo en su casa, quiso responder un “no puedo”, pero de sus labios brotó un sonido vagamente afirmativo. Lamentó no saber mentir, oponer excusas, compromisos. ¿Qué podía alegar? Llevaba una insulsa vida de soltero, no tenía apenas familia ni amigos..."
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados