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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.20 no.82 Toluca oct./dic. 2014

 

Mujeres migrantes en tránsito en la Frontera Norte de México: motivaciones y expectativas socioeducativas ante el sueño americano*

 

Migrant women in transit on the northern border of Mexico: motivations and expectations socio-educational before the American dream

 

Teresa Terrón-Caro y María Carmen Monreal-Gimeno

 

Universidad Pablo de Olavide, España

 

Artículo recibido el 20 de septiembre de 2013.
Aprobado el 20 de junio de 2014.

 

Resumen

El análisis de las migraciones desde la perspectiva de género, reveló que no son asimilables las motivaciones y expectativas de las mujeres migrantes a las de los hombres. En esta investigación predominan cuatro motivos: económicos, reagrupación familiar, búsqueda de mejores expectativas personales y los relacionados con situaciones familiares. La mayoría de las mujeres entrevistadas, iniciaron el viaje por iniciativa propia, asumiendo un rol activo en la migración. Se observó que quienes viajaban por reagrupación familiar solían tener menor protagonismo en la toma de decisiones y preparación del viaje. Tenían descendencia, que unido a no disponer de recursos suficientes para el bienestar de los menores, constituye la motivación más importante para la búsqueda de un trabajo más calificado y mejores condiciones económicas y educativas para sus hijos. Su nivel educativo marcó diferencias.

Palabras clave: Género; migración internacional; motivaciones; expectativas socioeducativas.

 

Abstract

The analysis of migration from the perspective of gender, can not be equally related between the motivations and expectations of migrant women to those of men. In our research we focus mainly on four reasons: economic, family reunification, search for better personal expectations, and related family situations. Most of the women interviewed, began the trip on their own, taking an active role in migration. We note that those who travelled for family reunification used to have a lesser role in decision-making and preparation for the trip. Those who had offspring, did not have sufficient resources for the welfare of children. That was the most important motivation for the search of a more qualified and better economic and educational conditions for their sons / daughters. Their educational level showed differences.

Key words: Gender; international migration; motivations; socio-educational expectations.

 

Introducción

Un hecho notable en el fenómeno migratorio es el aumento de forma progresiva de las migraciones internacionales en los últimos años, que pasaron de 150 millones en el año 2000 a 214 millones en la actualidad. Las limitaciones de las estadísticas, que normalmente no desagregan por sexo la información de las migraciones, impiden configurar un mapa fiable de los flujos migratorios con perspectiva de género. A pesar de estas limitaciones, se puede decir que una de las características más sobresalientes de este hecho, aceptada por la mayor parte de los investigadores y común tanto a migraciones internas como internacionales, es el crecimiento de la migración femenina y el nuevo rol que las mujeres asumen durante la migración, lo que se ha denominado feminización de la migración.

A pesar del aumento de la migración femenina, en 1960 las mujeres conformaban 46.6 por ciento del número total de personas residentes fuera de sus países de origen, proporción que ha crecido de forma constante en los últimos años, hasta alcanzar 48 por ciento en 1990, 48.9 por ciento en 2000 y 49 por ciento en 2010 (IOM, 2010). Esto no es lo más importante del concepto feminización de la migración, sino el hecho que alude a un cambio esencial en los patrones de migración internacional de las mujeres; es decir, tradicionalmente, la mayor parte de ellas iniciaban sus viajes migratorios con la intención de reunirse con hombres (maridos, hermanos o padres) en una posición de dependencia que marcaba las relaciones establecidas con los miembros de la familia y con la sociedad de acogida y que limitaba los cambios en las relaciones desiguales de género.

Sin embargo, esta tendencia parece haber cambiado en cuanto que cada vez aumenta el número de mujeres que migran de forma autónoma, como principales proveedoras y jefas de hogar, mientras disminuye su presencia como migrantes "dependientes de". Este hecho facilita que las mujeres asuman un nuevo papel económico durante la migración, que a su vez tiene repercusiones en la vida de las migrantes y en las relaciones de género en el seno de las familias y en sus comunidades, tanto de origen como de destino.

Otro fenómeno que ha posibilitado un mayor protagonismo femenino en el proceso migratorio, es que en los países de origen ha aumentado la tasa de escolarización femenina y el comienzo del desarrollo democrático, lo que ha contribuido a aumentar las aspiraciones de autonomía de las mujeres, despertando su capacidad de acción.

No obstante, a pesar del aumento del número de mujeres que migran y el cambio en el papel que desempeñan en la migración, es decir, a pesar del alcance de la feminización de las migraciones tanto internacionales como internas, la incorporación del análisis de género en los estudios migratorios es relativamente reciente. De hecho, diferentes autores han analizado algunas de las limitaciones en los estudios sobre migración que invisibiliza a las mujeres en el proceso:

• Las estadísticas disponibles sobre migración internacional y especialmente la interna no suelen ofrecer información desagregada por sexo (Zlotnik, 2003).

• Es difícil documentar la migración irregular, mayoritaria entre las mujeres, especialmente en el hemisferio sur (Sánchez y Barceló, 2007).

• La mayor parte de las estadísticas siguen el modelo patriarcal de familia, donde el hombre es el proveedor y la mujer es esposa, hermana o hija, es decir "dependiente de" (Jiménez, 1998). Por este motivo, si la mujer migra siempre lo hará en posición de dependencia, buscando la reunificación familiar y por lo tanto las mujeres que migran de forma autónoma quedan excluidas en muchos análisis.

• Una vez que la mujer ha migrado, ya sea en posición de dependencia o de forma autónoma, normalmente accede al mercado laboral de los países destino en puestos de trabajo invisibilizados (por ejemplo, el cuidado de otras personas) a diferencia de los trabajos de los hombres, mucho más visibles y cuantificables en análisis estadísticos.

Estas situaciones entorpecen la elaboración de un mapa certero de la migración con perspectiva de género, tanto internacional como nacional y algo también importante es que se han equiparado las motivaciones, tránsito (proceso migratorio) y consecuencias de la emigración entre mujeres y hombres sin tener en cuenta las peculiaridades de unos y otras, es decir que sus características específicas y roles son diferentes de acuerdo con un proceso de socialización diferenciado que produce unas motivaciones y consecuencias de la migración diferentes en las mujeres. Es precisamente esto lo que indujo a plantear las siguientes preguntas con respecto a las mujeres que transitan la frontera Norte de México a Estados Unidos, elegida por la peligrosidad que conlleva.

¿Qué características sociodemográficas tienen estas mujeres migrantes? ¿Por qué migran? ¿Estas mujeres conocen los riesgos que van a afrontar? ¿Las motivaciones de las mujeres migrantes en tránsito hacia Estados Unidos son las mismas, independientemente de la nacionalidad y del nivel de estudios? ¿Las mujeres migrantes son protagonistas de sus proyectos migratorios? ¿A lo largo del trayecto las decisiones de migrar de las mujeres han sufrido cambios? Las mujeres que han conseguido vivir durante un tiempo en Estados Unidos y finalmente han sido deportadas ¿han cumplido su sueño americano? Las anteriores preguntas surgen porque se piensa que las mujeres que migran lo hacen desde una posición de inferioridad de condiciones con respecto a los hombres y esta inferioridad la arrastran a lo largo del proceso, lo que las convierte en más vulnerables y en consonancia las consecuencias del proceso para ellas adquiere una dimensión distinta. Precisamente esto es lo que se ha invisibilizado en estudios anteriores en los que en la condición de migrante no se hacía diferenciación entre hombres y mujeres, porque ellas, siguiendo la estela migratoria de los hombres se convertían en su sombra y los acompañaban en las vicisitudes vividas sin ninguna diferenciación.

Todas estas consideraciones inducen a plantear cuáles son las vivencias y las motivaciones de las mujeres que arriesgan su vida en el paso de la frontera norte de México, que por otra parte no aparecen en las estadísticas. En consecuencia los objetivos de investigación son los siguientes:

1. Identificar el perfil socioeducativo de las mujeres migrantes en tránsito por la frontera norte de México, objeto del presente estudio.

2. Analizar, a través de las experiencias migratorias de mujeres, el tipo de motivaciones y expectativas ante la migración, teniendo en cuenta la nacionalidad y el nivel educativo de las mismas.

3. Conocer los posibles cambios de mentalidad que las mujeres objeto de estudio han podido sufrir durante el trayecto, en relación de las experiencias vividas.

Para responder a las preguntas de investigación y alcanzar los objetivos planteados, el trabajo se centró en el estudio de las entrevistas en profundidad de 26 mujeres migrantes indocumentadas, localizadas en su paso por puentes terrestres o en albergues en Tamaulipas en las ciudades de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo. Para contrastar y complementar la información recogida por los sujetos de estudio, se realizaron 12 entrevistas abiertas a actores claves —funcionarios de distintas dependencias gubernamentales y miembros de la sociedad civil organizada— que intervienen en las tres ciudades de estudio, así como a la Subdirectora de Estudios de la Quinta Visitaduría General de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) cuya sede se encuentra situada en la Ciudad de México, Distrito Federal.

 

Estudio del proceso migratorio desde la perspectiva de género

La inclusión de la perspectiva de género en el estudio, en la medida que facilita una mejor comprensión de los diferentes matices que conllevan las causas y consecuencias de la migración femenina (Lutz, 1997) enlaza la presente investigación con otras muchas que se están realizando en esta línea.

La consideración del género como elemento transversal en los procesos migratorios, permite comprender cómo las dinámicas de género establecidas en un marco social, económico y político determinado conforman los patrones de conducta que subyacen a la migración y a la feminización de la misma y también de qué manera los roles económicos y sociales que las mujeres adquieren al migrar pueden catalizar transformaciones en las relaciones de género e impulsar, a su vez, cambios de índole social, cultural, económica y política.

Por otra parte, se busca resaltar cómo aunque las políticas de ajuste estructural inciden directamente en el aumento del desempleo masculino, erosionando el papel del hombre como principal proveedor económico de la familia y a pesar de esta crisis del modelo productivo, no se pone en cuestión la división sexual del trabajo. Más bien muchos hombres ante la imposibilidad de mantener su rol de principal proveedor del hogar adoptan estrategias individualistas y de huida, desentendiéndose de las responsabilidades de la familia (Juliano, 1999).

Ante estas circunstancias de abandono de los hombres del hogar, muchas mujeres asumen la jefatura del mismo, implicándose en tareas productivas, sin desatender las reproductivas de cuidado de los hijos, de las personas mayores y de las labores de la casa.

En este contexto, una de las estrategias de supervivencia que adoptan las mujeres es tomar la decisión de migrar hacia otro país o hacia zonas geográficas más prósperas ante la falta de opciones laborales en sus comunidades o países de origen. Además, algunas mujeres migran en busca de un futuro mejor, que les permita a ellas y a sus hijos ganar independencia económica, fruto de su ingreso en la fuerza laboral, como primer paso hacia una mayor autonomía en la toma de decisiones sobre sus vidas y las de sus hijos.

Sin embargo, las motivaciones económicas, aunque importantes, son apenas uno de los numerosos factores que influyen en la decisión de migrar; la motivación de las mujeres puede ser también la tradicional: reunirse con su cónyuge que migró (reunificación familiar) o bien escapar de la exclusión social provocada por una cultura marcada por relaciones entre géneros ampliamente desiguales o normas de género restrictivas que incluyen el rapto y la violencia sexual.

Así, la discriminación, las desigualdades de género y las normas de género restrictivas en el seno familiar y en la sociedad de origen pueden empujar a muchas mujeres a migrar: poder estudiar, encontrar un empleo, participar en asambleas donde se toman decisiones que les afectan, elegir a su cónyuge o evitar matrimonios contra su voluntad, son algunos de los motivos que mueven a las mujeres a migrar a espacios dónde no existan estas restricciones a su libertad. Además, muchas de ellas tratan con la migración de escapar de la violencia física y de los abusos sexuales que en muchas ocasiones van asociados a las uniones maritales (Oehmichen, 2000).

Otras huyen del estigma social que supone la viudez, ser madres solteras, el fracaso matrimonial —por abandono, poligamia o alcoholismo del cónyuge— (Oehmichen, 2000) o su condición homosexual o transgénero, en búsqueda de un nuevo contexto con leyes más progresistas y con mayor aceptación social que les permita desarrollarse como seres humanos autónomos, independientes y libres.

Pero los factores explicativos de la feminización no sólo se encuentran en las personas migrantes y en los lugares de partida, sino también en las características de las sociedades de acogida. Así, la oferta de mano de obra de los lugares de recepción refleja el enfoque de las estructuras patriarcales por parte del mercado global (King y Zontini, 2000). Es decir, la masiva entrada de las mujeres al mercado laboral "productivo" en los países de acogida no ha sido acompañada de una redistribución de las cargas de trabajo "reproductivo", del que siguen siendo las principales responsables. De ahí que el acceso de las mujeres a la fuerza productiva no ha implicado un cambio en la división sexual del trabajo, lo que supone una doble carga para las mujeres que acceden al mercado laboral, tensiones de género no resueltas que están siendo abordadas mediante la transferencia de desigualdades de género entre mujeres (familiares, mujeres migrantes etc.).

El impacto de la migración en las mujeres depende de numerosos factores, como el tipo de migración (internacional o interna, regular o irregular, autónoma o "dependiente de"), la economía, política y cultura en origen y destino y las relaciones de género dentro de la familia y la comunidad. El género afecta el modo en que los migrantes se adaptan al nuevo país o zona geográfica, el grado y la forma de contacto con el país de origen y las posibilidades de retorno y de una reintegración exitosa (Boyd y Grieco, 2003).

Pero precisamente por estas creencias de género, durante el viaje migratorio las mujeres son más vulnerables que los hombres a sufrir agresiones sexuales (por parte de transportistas, compañeros de viaje o guardias en las fronteras), abusos económicos (por no conocer las condiciones de las zonas de destino), manipulación en el acceso a la información, a documentación importante como pasaportes o requisitos de entrada en las fronteras, entre otros. Pero por otro lado, una vez instaladas en un nuevo país o zona, las mujeres pueden sentirse empoderadas por acceder al mercado laboral y ganar una independencia económica que les permitirá mantenerse a ellas mismas y enviar remesas económicas a su familia de origen.

También es importante considerar que en muchas ocasiones las condiciones y remuneración económica del empleo al que acceden son precarias, ya que normalmente los mercados de trabajo están fuertemente segregados por género e influyen en las oportunidades laborales de las mujeres migrantes. Como ya se ha enunciado, ellas se incorporan al sector del trabajo no calificado e invisible que tiende a aislarlas y a sufrir más riesgos de explotación.

Además, las mujeres migrantes pueden tener una triple carga de trabajo. Es decir, sufren la doble presencia que, para la mayor parte de las mujeres en el mundo, implica la carga del trabajo productivo y el reproductivo, con el agravante de no poseer redes familiares donde transferir algunas de las responsabilidades reproductivas, a las que habría que incluir la carga frecuente de sostener a su familia en el lugar de origen (Ramírez et al., 2005).

Por este motivo, entre otros, muchas mujeres viven la migración con ansiedad y estrés, derivados del desarraigo personal, familiar y social, del choque cultural, del desconocimiento del medio en el que viven y de la escasez de recursos económicos. Sin embargo, otras muchas muestran mayores niveles de autoestima, mayor confianza en sí mismas y aceptación de sus vidas en el nuevo contexto de migración (Monreal et al., 2012).

Si las mujeres migrantes viven con hijos menores pueden sentirse más satisfechas consigo mismas por el hecho de poder ofrecer a sus hijos un futuro mejor, aunque también pueden ocurrir situaciones de choque generacional, dificultades en la escolarización, fracaso escolar, etc. Los derechos de muchas mujeres migrantes podrían estar basados en el estatus migratorio de "dependencia de" sus cónyuges, hermanos o padres, lo cual podría mantenerlas en relaciones de género abusivas y limitar su acceso a la ciudadanía legal, de ahí la importancia de proporcionarles información sobre servicios sociales como la salud, la educación o a la enseñanza de idiomas, que les permitirían una mejor adaptación a la sociedad de acogida (Boyd y Grieco, 2003).

Un aspecto que viven con mayor preocupación las mujeres que los hombres que emigran es la separación de sus familias y el miedo a la desintegración de las familias de origen (Piper, 2005). Por este motivo, la vuelta a casa de forma repentina para atender necesidades de la familia (crisis familiares por infidelidad, problemas con los hijos, progenitores, etc.) suele producirse con mayor probabilidad en las mujeres que en los hombres migrantes, lo que afecta a su integración en la sociedad de destino.

De ahí que la intención de este artículo sea abordar el perfil de la migración femenina en tránsito en la frontera norte de México —Estado de Tamaulipas—, las motivaciones que las impulsaron a migrar hacia Estados Unidos, a pesar de las vicisitudes y riesgos que deben afrontar para intentar alcanzar el "sueño americano", así como el impacto que este hecho tiene en sus vidas y en las de sus familiares.

 

Perfil de la migración femenina en tránsito

El perfil de la migración femenina de México a Estados Unidos ha sido tratado por autores muy diversos, tales como Woo (1997), Ángeles y Rojas (2000), Woo y Moreno (2002), Vidal et al. (2002), Ávila et al. (2004), Mendoza (2005, 2006), Monzón (2006), Marroni y Meneses (2006), Díaz y Kuhner (2007), entre otros, quienes ponen de manifiesto cómo el perfil del flujo migratorio hacia el país del norte ha cambiado, siendo actualmente más heterogéneo (Marroni y Meneses, 2006). Desde finales de los años ochenta la migración proviene más de áreas rurales, indígenas y ha aumentado el volumen de mujeres que emprenden solas el viaje, produciéndose una tendencia a la feminización de la migración internacional en comparación con años anteriores (Monzón 2006; Ángeles y Wiesner, 2000; Vidal et al., 2002).

De acuerdo con la investigación realizada por Díaz y Kuhner (2007), las mujeres migrantes detenidas en la EMDF durante el año 2005 eran en su mayoría latinoamericanas (91.82 por ciento), principalmente procedían de El Salvador (16.28 por ciento), Ecuador (15.63 por ciento), Guatemala (13.1 por ciento) y Honduras (13.05 por ciento). Otra de las características del perfil de las migrantes detectadas en dicho estudio es que predominan las mujeres jóvenes, 77 por ciento se encuentra en el intervalo de edad de 18 a 45 años. Dicha característica también se observa en la población inmigrante que llegan a los países de la Unión Europea, asociándose normalmente estas edades a una gran productividad económica en la sociedad en la que participa, tal y como señalan Llorent y Terrón (2011: 217).

A continuación se presenta información considerada de interés para definir el perfil de las mujeres entrevistadas en nuestro estudio. Tal y como se señaló anteriormente, se realizaron 26 entrevistas en profundidad a mujeres migrantes en tránsito por la frontera norte de México, cuyo principal destino en el proyecto migratorio era Estados Unidos, aunque la dirección de tránsito en el momento de la entrevista puede ser de norte a sur, como es el caso de 17 mujeres, bien por deportación, bien por repatriación a México o de sur a norte y nueve mujeres pendientes de cruzar a Estados Unidos.

Del total de las mujeres, 18 son mexicanas y ocho extranjeras y sus países de origen son Honduras (50 por ciento), El Salvador (25 por ciento), Ecuador (diez por ciento) y Guatemala (diez por ciento), los cuales son reconocidos por diversos autores como emisores de un gran número de migrantes hacia Estados Unidos, especialmente El Salvador, Guatemala y Honduras (Monzón, 2006).

En el momento de las entrevistas, 17 mujeres tenían hijos, ocho no tenían descendencia y una mujer estaba embarazada. Es significativo destacar que la inmensa mayoría de las mujeres centro-sudamericanas tenían descendencia, concretamente siete de las ocho mujeres extranjeras, situación observada también en otras investigaciones y que las obliga a dejar a sus hijos, en la mayoría de los casos, en sus países de origen (Díaz y Kuhner, 2007). Sin embargo, también se da la situación de que éstos viajen con la madre, a pesar de ser menores de edad. En la presente investigación dos mujeres se encontraban en dicha situación, iban acompañadas de sus hijos, de cuatro y 12 años.

Otra característica que se debe tener en cuenta es que de las madres con hijos, 41.2 por ciento eran solteras y de las que estaban casadas o estaban en unión libre, sólo 33.3 por ciento tenía a su pareja en Estados Unidos. Tal y como se ha venido demostrando en numerosas investigaciones, la mujer, cada vez en mayor medida, está siendo protagonista de los proyectos migratorios por diversos motivos, pero especialmente el económico (Woo, 1997; Aurabell, 2000; Díaz y Kuhner, 2007, Terrón, 2011). La reagrupación familiar ya no es la principal causa de la migración femenina, visibilizándose el papel de la mujer como agente activo del proceso.

El ir o no acompañadas en su trayecto es una cuestión de gran interés para comprender mejor las condiciones del viaje, así como los recursos y estrategias que utilizan. Concretamente en esta investigación, nueve mujeres viajaban solas y 17 iban acompañadas. Aunque es necesario señalar que de las que llevaban acompañante, en dos casos viajaban con hijos menores de edad, lo que implica una mayor responsabilidad para ellas. En otros dos casos conocieron a sus compañeros o compañeras de viaje durante el trayecto, lo que puede interpretarse como estrategia para minimizar los riesgos que iban enfrentando.

Respecto al nivel de estudios, la mayor parte de las mujeres tenía algún nivel de preparación académica, aunque fuese elemental. Concretamente, seis mujeres afirmaron tener finalizados los estudios primarios; nueve habían terminado la educación secundaria, el Bachillerato o Preparatoria, de las cuales dos habían iniciado estudios universitarios aunque no los concluyeron y dos poseían estudios universitarios. Cabe destacar que nueve mujeres no tenían estudios. Esta información es de gran interés para el análisis posterior de los datos recogidos, pues ayudará a comprender si existen diferencias entre las motivaciones de las mujeres sin estudios o estudios primarios y aquellas que tienen un nivel educativo medio o superior.

Atendiendo a los intentos de cruce de México hacia Estados Unidos, 17 mujeres habían realizado un primer intento sin éxito en el último viaje; tres mujeres se encontraban a la espera de encontrar el momento idóneo para hacer su primer intento, tres habían realizado más de dos intentos fallidos y otras tres habían sido deportadas de Estados Unidos por diversas causas: redada en el domicilio y orden del juez, en un caso debido a cargos por uso de documentos falsos y en otro por no presentarse a firmar con regularidad.

En el Cuadro 1 se resumen algunos aspectos sobre el perfil de las mujeres entrevistadas.

 

Motivaciones personales y colectivas de las migrantes indocumentadas en tránsito

Para comprender un tema tan complejo como las motivaciones de las migraciones, incorporando la perspectiva de género, se considera indispensable abordarlo desde las narraciones de mujeres migrantes en tránsito. El propósito es entender no sólo las causas iniciales de la migración, sino aquellos significados asociados al género femenino que ayuden a comprender la necesidad de migrar a pesar, en algunos casos, de haber fracasado en el primer, segundo o incluso tercer intento de cruce y del desgaste psíquico, físico y material que produce el trayecto.

Ana Silvia Monzón (2006: 6) afirma que:

Las motivaciones personales y colectivas para migrar han respondido a la curiosidad por traspasar fronteras, conocer nuevos lugares, culturas y personas, a la pretensión civilizadora de ampliar horizontes, de salvaguardar creencias, modos de vida y cosmovisiones, huir de la violencia, adquirir e intercambiar conocimientos, bienes, servicios y mercancías, pero también a la necesidad de sobrevivir.

Ciertamente, las causas de las migraciones en la actualidad son muy diversas, sin embargo, las condiciones de las mujeres en los aspectos económico, social, educativo, familiar y administrativo ante la migración, etc. asociadas a las del contexto de origen, influyen directamente tanto en los motivos como en los riesgos que puede suponer la migración para ellas, especialmente si las rutas migratorias que se analizan son internacionales.

Si hace unas décadas las rutas migratorias femeninas estaban trazadas del área rural al área urbana dentro de un país, es cada vez más frecuente que atraviesen fronteras y viajen miles de kilómetros persiguiendo un "sueño americano" muchas veces inalcanzable porque son muchas las que quedan en el camino, víctimas de la violencia a la que están más expuestas por ser mujeres. La deportación y la posibilidad de la muerte también están presentes en estas viajeras, generalmente ignoradas por las estadísticas oficiales, las investigaciones neutrales y los medios de comunicación (Monzón, 2006: 42).

Por estas razones, es interesante conocer las motivaciones de las mujeres migrantes en tránsito hacia Estados Unidos en situación administrativa irregular, utilizando categorías como la nacionalidad —el origen distingue grosso modo a las mexicanas de las no mexicanas por la mayor vulnerabilidad de estas últimas debido a su más largo recorrido— o el nivel educativo, para vertebrar el análisis de la información. El ciclo de vida de cada mujer es fundamental para comprender lo que la mueve a perseguir el "sueño americano" en un contexto de inseguridad y violencia para los migrantes como es el de México.

Las narraciones de las mujeres entrevistadas ayudan a comprender cómo su "sueño americano" ha sido fruto de una construcción social que han ido interiorizando, en muchos casos, desde pequeñas. En los discursos de las mujeres se puede apreciar una cultura por migrar a Estados Unidos, que también ha sido observada en otras investigaciones (Leco, 2009).

Yo, desde chiquita, desde que estaba más chiquita como ella [hija de 12 años que la acompaña en el viaje] yo soñaba en ir a Estados Unidos (...) Pues, yo oía decir que venían y que, pues, viene mucha gente y decían y yo decía, yo quiero ir allá y yo quiero ir... (M37-El Salvador).

Bueno, yo tengo en la vida, mi sueño siempre ha sido irme a Estados Unidos. Desde que yo estuve en el colegio, desde cuarto curso, tal vez. Porque yo siempre he visto la situación económica de abajo es demasiado..., que no alcanza el dinero allá. No, no hay porvenir allí, no hay ninguna manera, por más que hagas, nunca vas a tener nada. Sí, yo toda la vida mi sueño ha sido irme a Estados Unidos. Y sigo con ese sueño (R25-Ecuador).

Según Sánchez-Plata e Vizcarra-Bordi (2009: 247) "La migración a Estados Unidos se coloca como escenario donde los sujetos buscan solución a las necesidades de la existencia humana, llámese alimentarias, de cobijo, de vestido, emocionales, y de reconocimiento social". En efecto, en la presente investigación las motivaciones por migrar son diversas, pero todas ellas parten de la base de cubrir carencias, principalmente necesidades básicas, tales como acceso a una vivienda o capacidad económica.

En este estudio, en la mayoría de los casos (63.6 por ciento) independientemente del origen de las mujeres, la motivación principal de la migración es la económica y las razones que la justifican son diversas: para pagar hipotecas o deudas contraídas en su lugar de origen, por inexistencia de trabajo y en el caso de que haya, las entrevistadas afirmaron que por éste se paga un sueldo mísero con el que no podían mantener a su familia, para contribuir en su país gracias a las remesas y, con el paso del tiempo, creando negocios o para ahorrar con una estancia temporal en Estados Unidos y poder así comprar posteriormente un terreno y construirse una casa en su país de origen.

Yo soy viuda, tengo cuatro hijos. Y, por ahorita, por eso, voy a agarrar camino, porque estoy a punto de perder mi casa y quiero trabajar para pagar el dinero (R33-Honduras).

El problema es pues porque mi mama y mi papá ya fallecieron y la economía en el Salvador está bien mala, pues como yo no tengo estudios, pues no tengo digamos un taller o un negocio, entonces pues me tocaría a trabajar pues así en casa y nada más que pagan dos cincuenta de dólares, o sea lo mínimo, lo más son cinco dólares al día, de ocho a cinco y ahora eso es muy poquito (...) (NL52-El Salvador).

Porque, pues ahí en Acapulco no hay dinero (...) no hay trabajo, no (...) porque, como ya le dije, que ella [su madre que estaba enferma] trabaja en el campo. Antes no trabajaba, yo le mandaba [desde Estados Unidos donde la entrevistada trabajó durante un tiempo] sus medicinas, también, su suero (M33-Guerrero, México).

Monreal et al. (2012) afirman que la decisión de migrar es resultado de una serie de razones económicas, sociales y culturales. En esta línea, se comprueba en este estudio cómo las mujeres entrevistadas que afirman como causa principal de su migración la económica, argumentan al mismo tiempo otras razones a las que les otorgan menor importancia, pero que han sido esenciales para forjar su proyecto migratorio. Se trata de la reagrupación familiar, las condiciones de violencia de las zonas de origen —principalmente este testimonio lo han expuesto las mujeres extranjeras— para que sus padres dejen de trabajar pues son mayores y/o están enfermos y para que sus hijos aprendan inglés o tengan una mejor educación.

Yo siempre he querido ir, pues a trabajar, porque allá es un país de oportunidades que, tanto para ellos, para uno, pues a ella [su hija], para estudiar y luego uno, pues, sí todo está caro, pero sí sale adelante porque, con cien dólares que tú mandes a tu país, sirve bastante pues, porque en un trabajo, en un trabajo que sea muy pesado, lo más que te están pagando son setenta dólares, sesenta dólares, que es el mínimo en mi país. Entonces, uno, si tiene cien dólares, porque, diga lo que diga, cada semana, por muy poquito que gane, que le paguen seis dólares la hora, eso está ganando trescientos cincuenta dólares. Entonces, ya de ahí uno va ahorrando y ya manda para su, o sea, la familia de uno, sale adelante con la ayuda de uno (M37-El Salvador).

Planeé muchas cosas, llegar allá [Estados Unidos], trabajar, ayudar a mi papá, no puede trabajar allá, porque él ya, ya está anciano, ya está grande. Llegar allí, trabajar y seguirles ayudando como ayudan mis hermanos y que mis hermanas estudiaran (M23-Oaxaca, México).

La segunda causa de la migración manifestada por las entrevistadas ha sido la reagrupación familiar, aunque en un porcentaje inferior a la anterior (18.2). En esta línea se encuentra el discurso de una mujer mexicana de 25 años, la cual afirma: "Mi esposo dice que allá vamos a vivir mejor. Pues dice que allá podemos darle mejor vida al niño, y eso es verdad" (NL25-Coahuila). Por ello viajó a Estados Unidos, para encontrarse con su pareja.

Otra mujer de Veracruz, México, estuvo viviendo en Estados Unidos durante un tiempo, pero regresó con su hijo a México para estar con sus padres:

Entonces me vine aquí en noviembre hace tres años, pero como a mi hijo no le gustó. Él dijo pues que esta vida no le gustaba, pues porque él sabe que es más difícil la vida aquí en México, él sabe que aquí le cuesta mucho encontrar trabajo, es más difícil aquí todo, hasta para nosotras las mujeres que no estamos preparadas (...) él se vino conmigo, pero ahorita lo mandé de vuelta no hace más de un mes para que empezara las clases en Estados Unidos (M30-Veracruz).

Ella ha intentado volver a Estados Unidos para seguir haciendo su vida con su hijo, quien ya se encuentra allí y no ha podido cruzar la frontera nuevamente y manifiesta que la única motivación que tiene para migrar a Estados Unidos es estar con su hijo y no tiene aspiraciones económicas o de otro tipo: "(...) De hecho ese es mi plan, yo ya no llevo plan de mire usted qué es lo que quiero hacer, porque ya tengo una casa, ya tengo" (M30-Veracruz). Mientras, en otros casos la reagrupación familiar iba unida a una causa económica.

Mire, pues mi esposo fue el que me animó primero, pues a él lo animó un compadre de él y le dijo que estaba ganando bien y él se fue para allá con su compadre y a él está yendo bien, está trabajando y lo está ganando bien para mandarnos dinero, pero él dice que su compadre se llevó a su familia para allá y eso quiere que nos vayamos todos, mi esposo.

Señorita, allá por mi pueblo está todo bien difícil. Tiene uno de que trabajar bastante, casi no puede estar con sus hijos, no le puede dar el estudio que uno quiere, se desespera una porque por la ropa, los zapatos, la escuela, no gana uno suficiente y lo que gana uno se le va de volada el dinero, como uno todo mal, mal comido, mal vestido, ya la cosa estaba bien desesperante. (...) él [esposo] me dice que allá vamos a estar mucho mejor, que los niños pueden entrar en la escuela y todo estaba muy bonito allá, las casas, las escuelas, todo, me dice que vamos a mejorar (NL42-Veracruz).

Llama la atención en los casos de reagrupación familiar cómo en el discurso de las mujeres se observa menor grado de autonomía en la toma de decisiones, incluso en los preparativos necesarios para organizar el viaje:

Pues sí mire, el que hizo los arreglos fue el hermano de mi esposo. El contactó a un pollero aquí en Nuevo Laredo, la verdad no sé cómo se arreglaron, a mí sólo me dijeron que este... me iban a recoger en la central de ahí, este... me iban a recoger a mí y a otros tres señores, nos llevaron a como un rancho o algo así, a unos nos esperamos como cuatro horas y luego llegó el pollero y nos dijo que ya era hora, nos cruzó con una cámara de llanta y ya como llegando a la orilla, para mi mala suerte, ya nos estaba esperando la migra (...) Ahorita lo primero que voy a hacer es hablarle a mi esposo y decirle que me regresaron y ya lo que diga él (NL25-Coahuila).

Efectivamente, el rol de proveedoras juega un papel fundamental en las transferencias de poder en las relaciones desiguales de género y es un factor importante a la hora de considerar los procesos de cambio social en las relaciones de género en las familias y comunidades, tanto en origen como en destino. Estos cambios suponen una mayor autoestima y autonomía para la mujer, que le permiten decidir y planificar acciones siguiendo sus propios objetivos e intereses (Monreal et al., 2012). Este rol lo asumen las mujeres que inician el proceso solas, pero esa independencia no la adquieren quienes siguen el proyecto migratorio de los hombres, como ocurre en la reagrupación familiar.

La tercera motivación para migrar ha sido la de mejores expectativas (nueve por ciento), en los casos que las necesidades básicas estaban cubiertas. Es significativo destacar que las mujeres que argumentan esta causa poseen estudios medios o superiores y normalmente tienen trabajo o bienes materiales en su lugar de origen. Sin embargo, no se conforman con la realidad que están viviendo y aspiran a tener mejores condiciones de vida para ellas y para sus familias.

Pues, darle una mejor, la mejor educación a mi hijo. Bueno porque económicamente, te puedo decir, que no estamos ni tan bien, ni tan mal. Pero hay cosas que, bueno, mi casa. Mi mamá tiene su casa, mi mamá tiene dos casas, tiene terrenos también (...), mi mamá me dice: no aspires a mucho, recuerda que las cosas materiales, no, vamos por lo espiritual, no vamos por lo material. Ya tenemos mucho, dice mi mamá, yo con esto me conformo. Pero yo no, le digo yo, yo quiero sacarla más adelante, quiero que tengan lo mejor. Bueno para mí tener lo mejor de lo que estamos, porque bueno, ¿cómo te puedo decir? uno va comiendo, pero el dinero no es suficiente (NL22-Guatemala).

Finalmente, aunque de forma puntual, aparecen en las narraciones otros motivos distintos a los ya expuestos, también relacionados con situaciones familiares de acuerdo con la historia de tránsito de México a Estados Unidos, como dar a luz en aquel país y para cuidar a una hija muy enferma que vive ahí.

A pesar de que se han estudiado veintiséis historias de mujeres migrantes, se comprueba que existe homogeneidad en las causas que generaron las migraciones, destacando el patrón de mujer que migra sola por motivos económicos, con el propósito de obtener ingresos tanto para ella como para su familia. Dicho patrón ha estado presente en los distintos proyectos migratorios, independientemente de la nacionalidad de las mujeres. Sin embargo, es necesario indicar que la reagrupación familiar ha sido el segundo patrón observado, aunque sólo en las mujeres mexicanas.

Este estudio confirma los modelos de emigración señalados por Pérez (2008), quien establece cuatro patrones migratorios liderados por mujeres inmigrantes en España: mujeres que emigran por motivos económicos, reagrupación familiar, huida por condiciones de vida dramáticas en su país y, en último lugar, por estudios, perfeccionamiento de su profesión o búsqueda de nuevas experiencias. Ciertamente, los dos primeros patrones han sido los más aludidos por las mujeres entrevistadas en este trabajo, aunque, como ha sido indicado, en muchos casos las motivaciones para la migración son varias y fundamentalmente las voces de las mujeres extranjeras aluden a la vida dramática de sus países como otro factor que las empuja a migrar, tales como la violencia de los grupos organizados de El Salvador (las maras), los problemas en el ámbito familiar, las violaciones por familiares en su lugar de origen, la discriminación por razón de género o los desastres naturales.

(...) Dios es grande y poderoso y él me ha cuidado, uno piensa que todo va a ser igual y la primera vez que yo llegué, me traje a ella y otro niño, pero fue donde me agarraron y me deportaron, porque no, no me dejaron pasar para acá, entonces ya, después, dije yo, pues es que aquí y está peligroso pero no como en mi país (...) Y en mi país es por las maras... la MS y la 18, tal vez la han oído mentar (M37-El Salvador).

"No quiero quedarme en la calle sufriendo, porque a mi papá lo mataron, mi mamá nos crió sola también. Y yo ya he sido muy abusada porque, mi padrastro (...) me violaba". Y cuenta además que aproximadamente a la edad de once años su verdadero padre también intentó abusar de ella:

Pues yo estaba durmiendo así, en el suelo, en un petate, porque él solo tenía una cama donde dormía con su doña. Y él rentaba un cuarto, era una cuartería, como apartamentos y cuando él llegó, gracias a Dios, yo sentí también, mi propio padre me quiso violar. Estaba acostada cuando me iba subiendo mi falda (...) él me quería violar. Y yo me desperté llorando, gritando y le dije a la doña de los cuartos que me ayudara, que mi propio papá me quiso violar. Yo he vivido muchas cosas (R33-Honduras).

 

Educación y aspiraciones de las migrantes

El nivel de instrucción de las mujeres entrevistadas es un factor interno muy importante para analizar las expectativas ante la migración. Las mujeres parten de una idea común, tanto aquellas que tienen bajo nivel de instrucción como las que tienen un alto nivel. Y es que la educación es clave para tener mejores oportunidades laborales y una mayor calidad de vida.

En esta línea, se presentan los argumentos de mujeres con distintos niveles educativos al preguntarles si les gustaría que sus hijos e hijas estudiaran:

Si llegaran a tener una carrera de ahí se mantendrían (R33-Honduras).

Sí, porque así como yo me gradué, asimismo quiero que mi hijo también (NL22-Guatemala).

Hasta que terminen una carrera y no anden sufriendo como yo en otro país que no es de uno (M46-Puebla).

Lo más importante que hay en la vida. Para mi es lo más importante, porque ni el dinero es lo más importante (M30-Veracruz). Muy importante porque yo no pude hacerlo, se lo voy a dar a mis hijos, para que ellos estudien, para que no sean como yo (M23-Oaxaca).

Yo quisiera que tuvieran una mejor oportunidad de estudiar, de salir adelante, de trabajo, no como nosotros que hemos batallado bastante (NL42-Veracruz).

Sí, yo quiero que ella [su hija] se supere, que tenga mejores oportunidades. Yo quiero que mi hija estudie turismo (R25-Ecuador).

En las narraciones de las mujeres se ha podido comprobar que generalmente aquellas con un nivel de instrucción medio o alto tienen mayores expectativas laborales en Estados Unidos, incluso se ha dado el caso de una chica joven con dos años de estudios universitarios que ya tenía trabajo de cierto nivel académico: "Bueno, ya allí me tenían trabajo en una agencia de viaje, en una agencia de viajes a Ecuador, es que yo sé digitar, entonces ya" (R25-Ecuador). Las mujeres sin estudios o con la titulación de primaria están conscientes de que esta particularidad limita sus aspiraciones, pero aun así piensan que estarán en mejores condiciones que en sus países de origen.

Otro aspecto por destacar es que las mujeres con estudios de nivel medio o alto muestran con más frecuencia discursos más reflexivos sobre el viaje y las metas que persiguen. Asimismo, están conscientes de muchas de las situaciones de vulnerabilidad que tendrán que vivir al otro lado por ser migrantes indocumentadas, aunque aún no lo hayan experimentado.

En esta línea, una chica con estudios universitarios inconclusos que viajaba a Estados Unidos pero fue detenida por el Instituto Nacional de Migración (INAMI), comentó que ella haría los intentos que fuesen necesarios para llegar a Estados Unidos tras regresar a su país, iniciaría el viaje de retorno a un nuevo intento de cruce, a más tardar en un mes. Su confianza se basa en el hecho de que existe un trato en tales términos con el pollero por el mismo precio y asegura que "todo sacrificio sirve para tener una recompensa y tenemos que hacer un esfuerzo". A pesar de que su sueño es llegar a Estados Unidos para trabajar y mejorar sus condiciones de vida y las de su hija, está consciente de que su estancia en el país de destino será temporal. "Nuestra idea era unos cinco años como mucho y nos regresábamos", periodo de tiempo suficiente para alcanzar su sueño. No obstante, no es partidaria de llevar a su hija a vivir a Estados Unidos

No, mi hija, no. Porque yo tengo una hermana que está allá y ella tiene un niño, pero en cambio ella dice que ella se pasa encerrada mientras ellos trabajan y no tienen tiempo para el niño. Entonces, se la pasa en la casa solo, tiene niñera pero también (...) (R25-Ecuador).

Destaca además el caso de una chica mexicana de 20 años con estudios secundarios, que viajaba sola rumbo a Estados Unidos. En su tercer intento de cruce comentó que ella tenía pensado estar en Estados Unidos durante cinco años y que esperaba obtener trabajo para poder alcanzar su sueño, además de estudiar inglés.

Mi forma de pensar fue: voy a ir si paso a Estados Unidos, si paso voy a ser algo. Voy a trabajar, lo voy a contar y me voy a volver ya para México para hacer mi casa o una tienda o ayudar a mis papás porque ellos ya están en la edad de que no pueden trabajar. Eso pienso yo al querer irme y estar allá (NL20-SLP).

Independientemente del nivel de instrucción de las mujeres, todas han aspirado en algún momento a alcanzar su sueño, el sueño americano, una mejor vida tanto para ellas como para sus familiares, aunque en condiciones distintas y con recursos personales diferentes.

 

¿Existe el sueño americano?

En las páginas precedentes se ha comprobado cuáles son las motivaciones de las mujeres protagonistas del presente estudio. Habría que preguntarse si el desgaste producido por el trayecto, debido a las dificultades que han sufrido y los reiterados fracasos en los intentos de cruce, hasta tres y cuatro en algunos casos, ha provocado cambios en las decisiones de migrar de las mujeres y sería también interesante saber si aquellas que consiguieron cruzar la frontera y han estado viviendo algún tiempo en Estados Unidos han visto cumplidos sus sueños. Estas interrogantes guían el discurso del presente apartado.

Una mujer procedente de Veracruz, con estudios primarios inconclusos, tenía pensado quedarse un año viviendo al otro lado y regresar a por sus hijos. Según comentó sería el tiempo necesario para alcanzar su sueño:

Ya llega uno allá te acomodas y nomás es un rato para llegar y ya estando allá ya se pone a trabajar uno y ya vive bien, vive mejor, come todos los días, come bien, pues yo creo que sí. Nada más se cuida uno de que no lo agarre la migra (NL42-Veracruz).

En este testimonio se advierte que ella no tiene conciencia de las dificultades que se puede encontrar como migrante indocumentada en Estados Unidos. A pesar de que ya tuvo la experiencia de ser detenida por migración al conseguir cruzar la frontera en su primer intento, aún sigue conservando el sueño dorado de alcanzar una vida mejor en Estados Unidos "yo lo que miré ahí me gustó, donde fui, la ciudad, todo bien bonito, las tiendas, todo huele rico ahí, los apartamentos, todo" (NL42-Veracruz).

Según Sánchez-Plata y Vizcarra-Bordi (2009), el éxito o fracaso del proyecto migratorio, cruzar la frontera y conseguir bienes materiales (casa, camioneta...) lo asocian a la "suerte" del migrante, invisibilizándose de esta forma los esfuerzos que éste ha tenido que realizar para cruzar la frontera e "integrarse" en dicha sociedad y alcanzar los objetivos de su proyecto migratorio. Este planteamiento puede ser entendido como recurso personal del migrante, especialmente cuando se hace en condiciones de incertidumbre asociada a la situación de una migración indocumentada, pues le da fortaleza ante los riesgos que pueden sufrir. Pero, al mismo tiempo, dicho discurso minimiza las razones estructurales que dificultan o no las migraciones.

Dos policías me amenazaron con pistola y abusaron de mí e hicieron lo que quisieron (...) Yo les rogaba y les rogaba que me dejaran, que si me querían entregar a migración. Sí, me dejaron libre pero a costa de eso (...) uno no tiene a quién platicarle lo que pasó, porque ellos me amenazaron. Que si yo decía ya me conocían de rostro y que si me miraban otra vez me iban a matar y pues sí, me dio miedo (...). Gracias a Dios estoy bien, pero como quiera es un riesgo (R31-Honduras).

El trayecto que deben realizar para cruzar a Estados Unidos suele ser largo y peligroso por múltiples motivos, imposibles de abordar en profundidad en este artículo por falta de espacio. Sin embargo, a raíz de las experiencias de vida de las mujeres se considera indispensable señalar los siguientes:

• La intensificación de los controles fronterizos que comenzó en 1993 ha provocado que las migrantes utilicen otras rutas menos conocidas, pero a su vez mucho más adversas.

• Los estigmas sociales inducidos por ser mujer inmigrante, ser extranjera en México y ser indocumentada, comporta una doble e incluso triple discriminación.

• La existencia de grupos criminales y de personas que aprovechan la situación que están viviendo estas personas para atentar contra sus derechos.

• Los escasos recursos (materiales, personales y sociales) con los que cuentan las mujeres para hacer este viaje, especialmente las que lo realizan solas.

Todos estos son motivos que propician un desgaste psicológico y físico muy fuerte en la mujer, que la lleva en algunos casos a renunciar a su proyecto migratorio por miedo, agotamiento o frustración ante la realidad encontrada durante el trayecto. Del total de las mujeres entrevistadas, catorce van a regresar a su tierra tras las experiencias vividas.

Ya esta vez ya no, ya me voy a regresar mejor a Acapulco. Ya le voy a decir a la señora [para la que iba a trabajar en Estados Unidos] para que no me espere, si ella quiere mi bienestar, que venga ¿no? (...) Porque está peligroso. Porque cuando me agarraron, este nos dijeron que si corríamos que nos iban a tirar [disparar] (M33-Guerrero).

Sí he cambiado porque me siento ya como sin fuerza, ya no... o sea que ya no... mi deseo era venirme para acá, para México ya y trabajar acá en México, ya no cruzar para allá (NL20-SLP).

Un poco sí que he cambiado. Sí porque antes de ir, yo sí estaba que si quiero ir, era positiva, ahora no, ahora soy negativa, tengo miedo, tengo miedo porque no es fácil, yo pensaba que era fácil, pero no es fácil (M30-Veracruz).

No obstante la inseguridad del camino, doce mujeres volverían a intentar cruzar a Estados Unidos, de las cuales siete son extranjeras. Es significativo destacar que del total de las mujeres extranjeras entrevistadas, sólo una había decidido regresar a su tierra para no volver a intentarlo. La mayoría de las mujeres extranjeras, a pesar de que tienen que recorrer varios países para llegar a Estados Unidos de manera clandestina, no renuncian a alcanzar su sueño tan fácilmente. Normalmente con los servicios del "coyote" contratado en el lugar de origen, cuentan con tres intentos de cruce para llegar al país de destino. En muchos casos ponen como ejemplo la experiencia de familiares o conocidos que tuvieron que intentar varias veces realizar el viaje hasta finalmente conseguirlo. "Él [su esposo] creo que fue como unas siete veces. Pero ya la última vez lo pasó en ocho días, ya pasó, cruzó todo. Sí, ahora otras veces demoraba en el camino y regresaba" (R25-Ecuador).

Al preguntarles por el tipo de consejo que les darían a otras mujeres que quisieran migrar en sus mismas condiciones, las respuestas fueron variadas dependiendo de las experiencias vividas hasta el momento, aunque, en todos los mensajes quedaba constancia de lo peligrosa que era la travesía y lo difícil de cruzar la frontera México-Estados Unidos.

Ay, mire, yo, para mí, sí, si ella cree que no tiene valor de, pues porque ahí es a ganar o a perder, entonces, si no tiene valor de, pues así, de caminar para acá, mejor que no. Pues sí, porque si uno viene con miedo es donde más le pasan problemas a uno (M37-El Salvador).

Pues que no se venga porque los están secuestrando porque hay muchas violaciones y hay quienes las matan y pues que mejor luchen en Honduras porque es difícil (NL31-Honduras).

Es opción tuya. Es que mira, ya te pueden estar diciendo "no lo hagas" así y así y los hondureños hasta que no probamos no creemos. Te pueden decir: es peligroso. Si tú quieres probar, te vas por ahí (NL21-Honduras).

Pues que lo pensara mucho, porque está más difícil (...). Y aquí también, aquí también lo tienes que pensar mucho, ya ves a un compañero de los deportados, de los que vinieron de Houston, porque hay tres muchachos que al llegar ellos le pusieron una pistola hace como dos días en el parque (NL37-SLP).

Pues que nada más tenga paciencia, (comienza a llorar) si es como ahorita que yo quiera pasar por mi hija [la cual está muy enferma en Estados Unidos] (M45-Veracruz).

Los diferentes testimonios ayudan a comprender la gravedad que conlleva viajar de forma clandestina hacia Estados Unidos, máxime en la migración transnacional. Además, permiten entender los desplazamientos y las causas que los originan, siempre con la ilusión de alcanzar el éxito que otros familiares, vecinos o conocidos tuvieron.

Sin embargo, causa extrema aflicción escuchar las historias de las mujeres deportadas que consiguieron llegar a Estados Unidos y vivir durante un tiempo de forma ilegal en "el país de las oportunidades". El desengaño del sueño americano está presente en sus relatos.

Las personas inmigrantes son uno de los colectivos más vulnerables en dicho país. La organización Human Rights Watch (2013) informa que en el año fiscal 2012 Estados Unidos realizó 396 906 deportaciones, las cotas más altas a nivel histórico. Actualmente el delito federal más enjuiciado es el volver a entrar ilegalmente en el país. Concretamente en el año 2011, 34 mil personas fueron enjuiciadas por haber ingresado ilegalmente en Estados Unidos y más de 37 mil por reincidir en el delito.

Ante este escenario, el miedo a ser detenidos es una realidad con la que intentan vivir día a día la personas inmigrantes indocumentadas y así lo han trasmitido las mujeres de este estudio que fueron deportadas:

Es difícil, (...) me fueron a despertar a mi casa a las seis de la mañana y me trajeron y como yo vivía sola me paré y les abrí la puerta y me llevaron y estuve un mes presa en la cárcel (...) vengo muy mal de estar encerrada (...) es un martirio porque nomás ve uno las paredes, las que andan ahí unas lloran, otras ríen, andan tristes de estar encerradas, no ya no vuelvo, a lo mejor después con el tiempo, después que se olvide esta pesadilla (M46-Puebla).

(...) ganas más [en Estados Unidos], pero son más gastos y no puedes ser libre y tienes que andarte escondiendo y las redadas (...) (M23-DF).

Otro aspecto por destacar es que los objetivos que se plantearon, fundamentalmente mejorar económicamente, no fueron cumplidos como ellas habían pensado. El no tener documentación para trabajar las hace muy vulnerables "la vida está difícil, que si quieren te pagan y si no quieren te echan a los de inmigración o llaman a la policía" (NL37-SLP).

En esta línea, sería importante concluir con las palabras de una mujer que vivió durante seis años en Estados Unidos y después de tanto tiempo trabajando allí no tenía ahorros cuando la deportaron, siendo la mejora económica la motivación por la que salió de su tierra:

(...) pues como les mandaba dinero a mis hijos y estaba pagando donde vivía no era suficiente. Todo el ingreso que tenía era para depositarle a mis hijos porque como ellos están aquí [en México] y yo cobraba mi cheque y lo cambiaba y lo enviaba a mis hijos y luego tenía que dejar para mi comida, para mi renta (...) es un lugar que sí se gana pero también se pierde, que tienen que andar bien derechitas porque si hacen un problemita que no traen licencia (de manejo) o si andan tomando o anden en drogas es cárcel (...) (M46-Puebla).

 

Conclusiones

Como respuesta a los objetivos planteados en los inicios del texto, llegamos a las siguientes conclusiones:

• La mayoría de las mujeres entrevistadas en este estudio tenían hijos, siendo esta situación predominante en la muestra de mujeres centro-sudamericanas, ya fueran casadas, madres solteras o en unión libre. Sin lugar a dudas, el tener descendencia y no disponer de los recursos suficientes para el bienestar de los menores, ha sido una de las motivaciones más importantes manifestadas por las mujeres migrantes. La búsqueda de un trabajo más calificado y mejores condiciones económicas y educativas para sus hijos las ha llevado a emigrar de forma clandestina.

• Las causas de las migraciones son muy diversas, aunque en la investigación han estado presentes cuatro modelos de emigración; por motivos económicos, reagrupación familiar, búsqueda de mejores expectativas a nivel personal, una vez cubiertas las necesidades básicas y otras causas relacionadas con situaciones familiares: dar a luz en Estados Unidos y por cuestiones de salud. Si bien, la económica ha sido en 63.6 por ciento de los casos la causa principal del viaje, determinadas circunstancias sociales y culturales asociadas al contexto de origen han ayudado en la toma de decisión final, a saber: condiciones de violencia por grupos organizados en las zonas de origen, desastres naturales, problemas en el ámbito familiar, desigualdades sociales por cuestiones de género, etc. La segunda causa manifestada, aunque con una diferencia porcentual respecto a la primera importante, ha sido la reagrupación familiar (18.2 por ciento).

• Si se toma en cuenta la variable nacionalidad para analizar el tipo de motivaciones, hay que indicar que no se han observado grandes diferencias. No obstante, es significativo destacar que las mujeres centro-sudamericanas se han visto empujadas a emigrar de sus países con experiencias de vida mucho más dramáticas que las mujeres mexicanas.

• Las mujeres objeto de estudio han iniciado el viaje, generalmente, por iniciativa propia, asumiendo ellas un rol activo en la migración. Tan sólo 33.3 por ciento de las mujeres casadas o en unión libre tenía a su pareja en Estados Unidos y no en todos los casos su pareja le había incitado a migrar, aunque se observa que las mujeres que viajan por motivos de reagrupación familiar suelen tener menor protagonismo en la toma de decisiones y en los preparativos del viaje.

• Existen algunas diferencias en relación a las motivaciones y aspiraciones migratorias, dependiendo del nivel educativo. Concretamente aquellas mujeres con nivel educativo medio o alto muestran mayor inconformismo con la realidad que les ha tocado vivir en sus países de origen, aun teniendo las necesidades básicas cubiertas reclaman mejores condiciones de vida. Es importante destacar que en muchos casos tienen mayor conocimiento sobre los riesgos a los que se enfrentan en el trayecto y las situaciones de vulnerabilidad que tendrán que vivir en Estados Unidos debido, fundamentalmente, a su condición de indocumentadas.

• El "sueño americano" ha sido fruto de una construcción social que, en muchos casos, han interiorizado desde que eran pequeñas, asumiendo que en la emigración iban a encontrar el bienestar deseado. La cultura por migrar a Estados Unidos está presente en las mujeres protagonistas de este estudio, favorecida por las opiniones de amigos, familiares, vecinos que en algún momento de sus vidas emigraron.

• El recorrido del viaje realizado ha supuesto un desgaste psicológico y físico muy fuerte para las mujeres, llevándolas a renunciar, en muchos casos, a su proyecto migratorio. Si bien es significativo destacar que a pesar de que las mujeres centro-sudamericanas han tenido que cruzar diferentes países de forma clandestina, suponiendo esta situación un mayor peligro para ellas que para las mexicanas, son las mexicanas, en mayor medida, las que no volverían a intentar cruzar la frontera.

• Finalmente es preciso destacar que las mujeres del estudio que pudieron cumplir su "sueño americano" viviendo durante un tiempo prolongado en Estados Unidos, no lo consiguieron. La situación de vulnerabilidad que sufren los migrantes indocumentados en Estados Unidos es una realidad puesta de manifiesto en los discursos de las mujeres deportadas a sus países.

La investigación realizada, de la que parte de los resultados obtenidos han sido presentados en este artículo, ha planteado la necesidad de seguir profundizando en el estudio de la migración siempre con perspectiva de género, enfocando la segunda fase del estudio hacia las experiencias de mujeres migrantes indocumentadas que residen en Estados Unidos. Existe una imperiosa necesidad de conocer y entender no sólo las problemáticas que enfrentan las migrantes indocumentadas en su viaje a Estados Unidos y las expectativas socioeducativas, sino también su experiencia de integración y acomodo a la sociedad de acogida en sus primeros tiempos de estancia en aquel país. Los resultados de estudios en esta línea serán de especial importancia para introducir mejoras con perspectiva de género en las propuestas de integración para la población migrante.

 

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Notas

* El presente artículo se enmarca en el proyecto de investigación titulado Mujeres migrantes indocumentadas: historias de transgresión, resistencia, sumisión y reacomodo como estrategias de viaje. Una perspectiva socioeducativa. Financiado por el Plan Propio de Cooperación Internacional al Desarrollo de la Universidad Pablo de Olavide (Resolución de 10 de febrero de 2011).

 

Información sobre las autoras

Teresa Terrón-Caro. Licenciada y Doctora en Pedagogía por la Universidad de Sevilla. Profesora del Departamento de Educación y Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide. Coordinadora del Máster Oficial de Género e Igualdad de la misma Universidad. Miembro del Grupo de Investigación en Acción Socioeducativa (GIAS). Investigadora principal del proyecto Mujeres migrantes indocumentadas: historias de transgresión, resistencia, sumisión y reacomodo como estrategias de viaje. Una perspectiva socioeducativa, en colaboración con El Colegio de la Frontera Norte (COLEF). Actualmente es investigadora del Proyecto Europeo GENDERCIT. Entre sus publicaciones más importantes destacan: Vulnerabilidad de las mujeres migrantes en el cruce clandestino por Tamaulipas-Texas (en coautoría Teresa Cueva-Luna, 2014), La inmigración marroquí en España: género y educación (en coautoría Vicente Llorent Bedmar, 2013). Dirección electrónica: mttercar@upo.es.

María Carmen Monreal Gimeno. Licenciada en Pedagogía y Filosofía por al Universidad de Valencia, Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y Doctora en Educación por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Profesora titular de Psicología Social de la Universidad Pablo de Olavide desde 2002. Directora del primer programa de formación del profesorado de la UPO. Codirectora del Máster Género e Igualdad de la Universidad Pablo de Olavide (2010 hasta actualidad). Investigadora principal de proyectos, I+D+I (2004-2007) Los Jóvenes europeos: valores constitucionales e instituciones democráticas y actualmente de GENDERCIT. Publicaciones: "La prevenzione della violenza di genere a traverso de l'educazione al superamento degli stereotipi", en Genere e globalizzazione (2010); "Esquemas de género y desigualdades sociales", en Intervención social y género (2010); "Mujeres migrantes" en Mujer y migración. Los nuevos desafíos de América Latina (2012). Dirección electrónica: mcmongim@upo.es.

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