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Revista musical chilena

versión impresa ISSN 0716-2790

Rev. music. chil. vol.68 no.222 Santiago dic. 2014

http://dx.doi.org/10.4067/S0716-27902014000200011 

RESEÑAS DE PUBLICACIONES

 

Silvia Lamadrid. Ritmo revisitado. Representaciones de género en los 60. Santiago: Cuarto Propio, 2014, 421 pp.

 


 

De escritura directa y mirada crítica, este libro nos entrega un relato transparente y depurado, donde las vivencias y perspectivas de la autora alimentan la propia narrativa, sin visiones omniscientes ni de pretendida objetividad. Esto produce una cercanía con el lector desde las primeras páginas, algo que se acrecienta con el modo en que Silvia Lamadrid introduce sus citas y referencias, siempre presentándonos a los autores referidos, como haciéndonos partícipes de una larga conversación.

El punto central del libro es la articulación de una perspectiva de género en el análisis de los fenómenos sociales y culturales dominantes de la década del sesenta en Chile, con la juventud como actor principal. Una época en que, citando a la autora

"...no contábamos con los instrumentos conceptuales para analizar nuestra propia condición como mujeres. Las teorías feministas estaban recién retomándose en Europa y Estados Unidos, y solo algunas intelectuales habían leído a Simone de Beauvoir" (p. 15).

Su análisis de la revista Ritmo debe ser de los primeros estudios académicos de un medio que, desde su desaparición hace 40 años, ha sido utilizada más que nada como fuente para el estudio de la canción juvenil y sus industrias asociadas. Es este caso, Silvia Lamadrid la utiliza como una fuente en sí misma, que le permite inferir un universo valórico que intenta articular la naturalización de la diferencia binaria de género con los desafíos modernizadores de un momento de intensos cambios.

Luego de abordar las consecuencias de la guerra fría y los movimientos sociales basado en lo planteado por historiadores gravitantes en el tema como Eric Hobsbawm, la autora revisa el papel de la mujer bajo ese marco histórico hasta el surgimiento de los movimientos feministas de fines de los sesenta. Su recuento de la presencia del factor de género y en particular la visibilización de la mujer en los estudios históricos sobre Chile resulta muy completo, buscando siempre los enfoques sociales o culturales de la historiografía moderna.

De este modo, el tratamiento que Silvia Lamadrid le otorga a la verdadera revolución cultural que supuso el ingreso del sector juvenil a la política, la producción y consumo cultural además de los movimientos sociales, es acompañada de una marcada visibilización de la mujer en todo esto. Asimismo, su discusión de los factores económicos, políticos y demográficos en Chile y América Latina que enmarcan la década de 1960 le permite al lector situar mejor los fenómenos de cambio y empoderamiento juvenil que estaban por venir. Sin embargo, debido a que esto sucedía bajo una suerte de modernidad a medias que ha marcado el destino de América Latina, Silvia Lamadrid nos recuerda que:

"En todos los niveles sociales había miles de jóvenes atraídos por las promesas de movilidad social de la modernidad que, sin embargo, encontraban que las puertas no estaban abiertas para todos. Así, a las luchas en defensa del poder adquisitivo de los salarios, y por el derecho a la vivienda, se agregaron -en 1967 y 1968- las demandas de los jóvenes" (p. 79).

Aclara a continuación que en el concepto de juventud en la década de 1960 cabían fundamentalmente los estudiantes, lo que implicaba una definición de clase: "en ese momento estudiaban aquellos pertenecientes a los sectores medios y altos, que disponían de tiempo y recursos materiales para completar la enseñanza secundaria y acceder a la universidad" (p. 79).

La parte analítica del libro, dedicada a las revistas juveniles de los años sesenta, continúa con la sólida entrega de datos duros en relación con fenómenos demográficos chilenos y de la situación de las mujeres en la educación superior y el mercado laboral. De este modo, se agradece contar con cifras precisas de tirajes de los distintos tipos de revistas asociados a los diferentes conglomerados editoriales chilenos.

El libro es particularmente interesante a partir del análisis del modo en que estos conglomerados competían -muchas veces con malas artes- mientras van apareciendo los primeros intentos por editar revistas juveniles, como Rincón Juvenil y Ritmo. El relato llega hasta personas concretas, develando posturas, encuentros y desencuentros, estrategias y aparentes casualidades, siempre con un objetivo mayor, que es el análisis de los comienzos de la cultura juvenil en Chile desde una perspectiva de género.

Resulta especialmente relevante para quienes alcanzamos a ser lectores ocasionales de la revista y luego investigamos a base de ella, conocer los entretelones del funcionamiento de Ritmo, que Silvia describe con una pluma ágil, y el destino de sus protagonistas a la luz de las vicisitudes sociales y políticas del país entre 1965 y 1975, fechas en que esta revista fue publicada. Además se agradece el detallado análisis que realiza la autora de las distintas secciones de la revista, muchas de las cuales pasábamos por alto en nuestra búsqueda de información sobre la canción juvenil, sus artistas e industrias, aunque con la inquietud de que algo importante podíamos estar saltándonos, y así era.

El análisis de las secciones de consejos para ellas y ellos sobre la base de las cartas recibidas en la revista y las preguntas y conclusiones de los test de personalidad y romance que publicaba Ritmo, se revela en la aguda mirada de Silvia Lamadrid. La autora pone en evidencia las asimetrías de género y la imposición de una moralidad adulta que ya no era la de los padres, sino la de un amigo o amiga que daba consejos y que hasta aparecía como mediadora entre generaciones en conflicto. Asimismo, como al interior de la revista existían visiones políticas y valóricas diferentes, Silvia Lamadrid logra reconstruir y separar esas visiones, siempre considerando el marco de polarización del Chile de fines de los sesenta. Con todo, la conclusión de la autora es tajante:

"El código moral propuesto por la revista apunta a contener todo exceso pasional o irreflexivo, y el equilibrio entre libertad y sumisión muestra sus alcances implícitos: todos los riesgos están prohibidos, quedando la libertad de adoptar los valores dados" (p. 243).

En el análisis de las cartas enviadas a la revista Ritmo la autora se encuentra con temas que expresan con claridad las dificultades que enfrentaban los adolescentes de los años sesenta en la construcción de su identidad individual y su adecuación a las normas sociales imperantes, en medio de procesos de cambio que afectaban tanto a esas identidades como a esas normas. Se trata de consultas sentimentales que constituyen una buena muestra del modo en que los jóvenes de ambos sexos afrontaban un momento de sus vidas para el que la sociedad les brindaba pocas respuestas. Además en los comentarios entregados por la revista, especialmente por su directora, María Pilar Larraín, se pueden leer las tensiones entre continuidad y cambio propias de la época junto a las asimetrías de género, naturalmente.

Las cartas piden consejos sobre relaciones sexuales durante el pololeo, uso de la píldora anticonceptiva, matrimonio, relaciones extramatrimoniales, en fin, una serie de problemas centrales para los jóvenes, que María Pilar Larraín, quien no había tenido hijos en su matrimonio, abordaba como si se tratara de inquietudes de sus propios hijos. Esto lo hacía con la sociedad y la familia como escenarios naturalizados, nunca puestos en evidencia o cuestionados. Además, como remarca la autora, poniéndose a ella misma como ejemplo, tanto en su feliz matrimonio de clase media alta, como en el logro de su carrera y en los problemas que tuvo como adolescente, pero en la década de 1940. Una perfecta madre para los Ritmolectores según los cánones de la época.

El libro se hace cargo de la construcción de género tanto femenino como masculino, aunque existan más ejemplos en la revista para el primer caso. Por eso resulta especialmente relevante el análisis que realiza la autora de la estructura subyacente de 60 relatos de lectores publicados en la revista, que narran sus aventuras y experiencias, buscando imágenes implícitas de masculinidad para el joven chileno de fines de los años sesenta.

El análisis de las representaciones de lo femenino y masculino en las imágenes de portada de Rincón Juvenil y especialmente Ritmo, está cruzado por fenómenos de androginismo, juventud, etnicidad y clase, ampliando la mirada de la representación del artista juvenil en los años sesenta. En algunos casos Silvia logra interesantes relaciones intertextuales entre el análisis de la fotografía del artista y la letra de alguna de sus canciones, sumando la situación de la lectura de la revista, que podía ocurrir en un dormitorio provisto de un tocadiscos portátil o de una radio a pilas.

En sus conclusiones, Silvia Lamadrid remarca que la vitalidad y el éxito de Ritmo estuvo sustentada en lo que define como su porosidad para dar cabida a los problemas juveniles individuales en un momento de intensos cambios colectivos. Manifestando los esfuerzos de la revista por mantenerse entre esas dos aguas en tensión, la directora de la revista solía cerrar sus editoriales diciendo: "Pórtense bien. si es que pueden".

 

Juan Pablo González
Instituto de Música, Universidad Alberto Hurtado, Chile
jugonzal@uahurtado.cl

 

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