Número 20 | Septiembre de 2012
Paseo María Agustín nº 20 Zaragoza - 50004     Tfno.: 976 28 06 60      asociacionaragcriticosarte@gmail.com Normas/plazos para la propuesta de artículos
(call for papers)
imprimir
 
Caos calmo
Exposición Fluido, de Per Barclay, en el cacmálaga
 
 

EL María Moliner ofrece la siguiente definición de “balsa de aceite”: se aplica a la reunión, situación, etc., en que reina completa tranquilidad.

El artista noruego Per Barclay (Oslo, 1955), afincado en Italia, ha instalado una balsa de aceite negro en el espacio central del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (cacmálaga). Ha creado así, si seguimos la definición del María Moliner, un espacio, o quizá una situación en la que reina la calma. La sala central de este museo tiene forma trapezoidal, como esta piscina de Barclay, y como la planta del propio edificio, el antiguo Mercado de Mayoristas de la ciudad, obra adjudicada por concurso en 1938 al arquitecto Luis Gutiérrez Soto. Es uno de los edificios pioneros de la arquitectura franquista en nuestro país, aunque su proyecto respondió a los principios racionalistas propios del Movimiento Moderno. Aparte de esa planta en forma de trapecio, se distingue por su perfil escalonado en altura, una fachada de paramento liso, en el que solo las molduras lisas de las ventanas ofrecen cierta articulación, y una serie de elementos característicos, como el friso corrido a lo largo de toda la arista superior, que en su día ostentaba símbolos y proclamas franquistas. Entre 1981 y 1999 el edificio estuvo abandonado, y en 2003 se inauguró como centro de exposiciones y cultura contemporáneas.

La balsa de aceite de Barclay se ha ubicado, como decíamos, en el corazón de la planta, una  sala habitualmente dedicada a exposiciones temporales de carácter monográfico. La instalación, con unos 23 metros de largo, ocupa casi toda la sala, aunque deja un pasillo a lo largo de todo su perímetro, por el que deambula el visitante de la obra. Su profundidad, sin embargo, es minúscula, comparada con las dimensiones mencionadas, apenas unos 10 centímetros.

El visitante, al entrar en esta sala deliberadamente en penumbra, se encuentra por tanto con una piscina negra llena de aceite de girasol. Y sorprende que algo aparentemente tan sencillo sea capaz de provocar tantas perspectivas a su percepción visual, y de procurar tantas sensaciones, tal cúmulo de sugerencias y metáforas. La mirada se acostumbra gradualmente a esa penumbra, que es también silencio, y en ese lapso de tiempo la visión va percibiendo espacios del todo inesperados al inicio de la visita. La superficie de aceite crea un espejo más nítido que el de azogue, y refleja con una precisión pasmosa la arquitectura del museo: sobre todo la singular disposición ortogonal de vigas y pilares de hormigón armado que componen la cubierta; ese reflejo  transmuta el plano negro de aceite, físicamente de nimia profundidad y aparente quietud, en un abismo capaz de desencadenar vértigo físico y existencial. Se avista la imagen inmóvil de espacios deshabitados, estancias sin salida, claustrofóbicas, acotadas insensatamente por muretes y columnas.  La fijeza casi obsesiva que adquiere esta estructura arquitectónica ortogonal, de un blanco impoluto, con ventanas apaisadas y fruto de relaciones geométricas precisas, podría remitir a la opresión que algunos adivinan en los principios de la arquitectura racionalista. El resultado puede ser la percepción de un delirio espacial a medias entre las cárceles de Piranesi y las perspectivas intrincadas de Escher. Me resulta el lugar idóneo para las peripecias de los abogados de El proceso, el espacio que un arquitecto especialmente perverso, aunque aparentemente racional, podría haber proyectado para la pesadilla burocrática narrada por Kafka. Y, sin embargo, ante esta obra uno se ve invadido por el silencio y la quietud, y también por la belleza, frágil, pero belleza al fin; un caos calmo, quizá.

Con Fluido, Barclay despliega algunas de las mejores posibilidades que ha dado de sí la escultura desde que los artistas minimal y conceptuales la situasen en lo que Rosalind Krauss denominó, con pasmoso éxito, el campo expandido.  En las décadas de los sesenta y los setenta la escultura rompía los límites establecidos, incluso por las vanguardias, para convertirse en el conjunto de relaciones posibles entre arquitectura, lugar, escultura, objeto, espectador, espacio expositivo... Los planteamientos de Barclay se remontan a esta tradición, demostrando lo prolíficos que pueden seguir siendo en manos de un buen artista. Obra site specific en su más sentido más puro, en una entrevista con Javier Díaz Guardiola el artista confesaba: «Esta es una pieza que llevaba mucho tiempo queriendo hacer. Nunca antes había trabajado con un contenedor tan simple que contuviera tantas cosas y produjera tantas sensaciones».

Maite MÉNDEZ BAIGES
Profesora Titular Depto. de Hª del Arte, Univ. de Málaga

Fecha de Entrega: 25/08/2012
Fecha de Admisión: 30/08/2012


<< volver imprimir