El desarrollo de la actividad emprendedora como objetivo educativo debe ir acompañado de la formación orientada al desarrollo de una actividad ciudadana, crítica y responsable. Si la educación no apuesta con firmeza por la formación de una ciudadanía activa y de personas capaces de gobernar sus vidas de manera sostenible a nivel personal, social y, por supuesto, laboral, difícilmente el fomento de la actividad emprendedora comportará una sociedad más próspera social y económicamente. La actividad emprendedora no debe limitarse así a su acepción relacionada con la productividad empresarial. También debe referirse a la formación de personas capaces de transformar y mejorar la sociedad en la que vivimos, personas que además de ser sujetos de derechos y deberes, son actores y protagonistas sociales y políticos.
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