¿Qué pensaría usted si la señorita que se sienta a su lado en el cine se levantese y comenzase a llamar a gritos al actor del anuncio de turno que estén pasando antes de la película? Probablemente, que está loca o algo nerviosa o que el tal actor es un conocido y ella se ha entusiasmado. Pero ¿si el actor girase el rostro y desde la gran lona blanca contestase a la supuesta perturbada? Caramba, la cosa cambiaría. ¿Quién está qué?
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