El dogma es una forma de lenguajes que hay que pensar desde la comprensión que el cristianismo tiene de la revelación y de la fe como hechos históricos y realidades personales. Este ha de ser entendido, en relación al Evangelio, la tradición y el magisterio, como una forma de custodiar y actualizar el depósito de la fe; siendo conscientes de que una cosa es el depósito de la fe y otra el lenguaje en el que se formula. El dogma nos habla a la vez de algo definitivo y abierto, de un final y un comienzo. La teología ha de ser capaz de mostrar hoy el sentido pastoral del dogma, necesario para la vida de la Iglesia.
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