La actual coyuntura de crisis económica no ha hecho sino evidenciar la inviabilidad de los tradicionales sistemas de trabajo del arquitecto y el falaz protagonismo de una arquitectura pensada para su autocomplacencia y exibicionismo y alejada de las necesidades reales de la sociedad. Ante esa situación, una nueva manera de investigar �vincula también al mundo académico� estructurada desde una abierta multidisciplinareidad trata de apoyarse explicitamente en la aportación de los ciudadanos a este proyecto colectivo que es la configuración del espacio contruido. Si bien estos nuevos presupuestos están empezando a dar sus frutos conviene reflexionar acerca de la validez de los mismos, de sus potencialidades y sus peligros para que de facto se consoliden o no como los sistemas de trabajo y de investigación válidos para romper esa brecha existente entre la arquitectura y la sociedad.
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