La separación está servida. Ankara no digiere la condena del genocidio armenio por parte del Comité de Exteriores del Congreso estadounidense y está dispuesta a contrariar a la Casa Blanca y perseguir al PKK con ataques terrestres en el Kurdistán iraquí, uno de los puntos donde a Bush más le duele. Si se consuma el divorcio, EEUU puede perder a un aliado estratégico y Turquía ganarse los recelos de la UE y de Naciones Unidas.
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