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Resumen de Una visión global y local de la relación entre la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y la tuberculosis

Alfredo Ponce de León Garduño

  • PANORAMA EPIDEMIOLÓGICO La infección con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la tuberculosis (TB) y la TB es la causa más común de muerte en personas con la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana. La infección por VIH se reconoce como promotora de la progresión de tuberculosis latente a enfermedad activamientras que la tuberculosis acelera la progresión de la enfermedad por VIH. En forma global, la proporción de pacientes con TB co-infectados con VIH ha aumentado considerablemente. Aún más, en países donde ambos problemas coexisten en forma importante, la TB se ha convertido en la infección oportunista más importante entre los pacientes con infección por VIH, resultando en tasas elevadas de mortalidad. Por ejemplo, en el África subsahariana, la incidencia de tuberculosis se ha incrementado en prácticamente todos los países, con los incrementos más importantes en países con las prevalencias de VIH más altas. En México, la tuberculosis sigue siendo un problema endémico, con tasas reportadas para el año 2002 de 17 por 100, 000 habitantes (Ferreira E, comunicación personal) y estimadas de 50 por 100, 000. Estas tasas son más altas en poblaciones caracterizadas por la pobreza, analfabetismo, hacinamiento y pobre acceso a sistemas de salud. La infección por el VIH, aunque no de la misma magnitud que en otras regiones, parece esparcirse a otros grupos de riesgo, especialmente en la población heterosexual y en áreas rurales. Incluso en nuestro país, después de la candidiasis y la pneumocistosis, la tuberculosis es la infección oportunista más común en pacientes co-infectados con VIH. La frecuencia de tuberculosis en pacientes hospitalizados con el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA), varía desde 7.7% hasta 50%, siendo más alta en pacientes que viven en pobreza extrema y frecuentemente no se detecta durante la vida del enfermo. La prevalencia reportada de infección por el VIH-1 en pacientes con reciente diagnóstico de tuberculosis es de 3.1%, mucho mayor que la reportada en donadores de sangre. Es pues evidente el impacto de la coinfección, y no existe ya ninguna duda de que la infección por VIH obstruye la prevención y el control de la tuberculosis, entre otras razones porque la coinfección afecta las políticas de vacunación, de administración de tratamiento para tuberculosis latente y complica la detección y el tratamiento de la tuberculosis activa. Por si este panorama no fuera de por sí sombrío, la proliferación de aislados clínicos y cepas de tuberculosis resistentes y más virulentas en los últimos años ha venido a complicar aún más la situación actual, aun en países ricos


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