El dolor es un tema esquivo: visitante indeseado, su memoria es amarga, preferimos olvidar. Y si ensayamos ante él una postura que quiere ser "objetiva" al contemplar los dolores� ajenos, exhibimos una "admirable" -y excesiva- tolerancia. ¿Cómo calibrarlos con justicia? Y sin embargo, el dolor ocupa un lugar de peso en la historia del ser humano -aunque enmascarado ajo nombres de generales ilustres y guerras victoriosas-.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados