Este artículo muestra la experiencia vivida y el largo camino recorrido hasta el diagnóstico de una familia con un hijo afecto de un trastorno de déficit de atención. En él, la familia reivindica el derecho de los padres a la información y a elegir, conjuntamente con los profesionales, el tratamiento más apropiado, e insiste en la necesidad de ser conscientes de que cualquier dificultad de aprendizaje de un niño, no tratada adecuadamente, limitará su libertad en el futuro.
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