Francia ha cambiado de rumbo eligiendo como presidente al socialista François Hollande. Se hizo con el 51,6% de los votos en la segunda vuelta de los comicios por la jefatura del Estado, imponiéndose a Nicolas Sarkozy, lastrado por un lustro de gestión en el que no hubo soluciones económicas para su país ni para Europa. La elección de Hollande significa el regreso de un socialista al Elíseo después de más de tres décadas de la histórica victoria de François Mitterrand, en 1981. Pero, sobre todo, este triunfo supone un cambio crucial en Europa, pues el nuevo mandatario galo da la espalda a la austeridad y busca que el continente se reconcilie con el crecimiento económico.
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