Intentamos hablar con los pequeños pequeños sobre cosas complejas, como si entendieran lo que estamos diciendo, y las experiencias que tenemos son excelentes. Somos conscientes de que las capacidades lingüísticas de los pequeños no siempre son suficientes para llevar a cabo negociaciones verbales, pero es ahí donde intervenimos y ayudamos. Escuchan la entonación, ven la mímica y llegará el día en que también comprenderán las palabras. De repente, sentimos cómo los pequeños utilizan nuestras formulaciones en su interacción, como por ejemplo: �¡Solo tienes que decirlo!�
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