Ya se han argumentado en otros capítulos las ventajas que, en nuestra opinión, plantea este modelo de praxis médica en la actividad clínica habitual. Pero creemos que hay un grupo de pacientes en los que, si cabe, la medicina integral no resulta solamente recomendable, sino además imprescindible: nos referimos precisamente al paciente anciano.
Por dos grandes motivos: por el volumen de pacientes en este segmento de edad que precisan atención sanitaria y, fundamentalmente, porque es en la persona en proceso de envejecimiento donde debe prestarse atención no sólo a los aspectos somáticos, sino también a los factores psico-sociales.
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