Los trastornos de ansiedad conllevan un detrimento importante en la calidad de vida de los pacientes que los padecen. Nuestra labor como médicos sería tratarlos adecuadamente evitando producir más yatrogenia.
Actualmente existe un consumo excesivo de ansiolíticos que no se traduce en un aumento del nivel de salud de estos pacientes, ni DE su calidad de vida. Este consumo excesivo ha producido fenómenos de tolerancia, dependencia y, consecuentemente, fenómenos de abstinencia.
Para tratar estos trastornos el médico de familia cuenta con una serie de recursos, no sólo farmacológicos sino también no farmacológicos, que combinados aumentarán su efectividad y lograrán una mayor implicación del paciente en su proceso y por tanto en su tratamiento. Conseguimos con ello disminuir los efectos secundarios adversos y colaboramos para que el paciente adopte una actitud más activa y responsible frente a su enfermedad.
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