La escolarización de los niños adoptados implica la necesidad de comprender las vivencias singulares que condicionan la personalidad y el aprendizaje del niño. Todos los niños tienen derecho a crecer en una familia y los educadores tienen la oportunidad de normalizar la adopción como forma legítima de constituir una familia. Para esta tarea, el educador puede proponer ciertas actividades y evitar otras, proponer la renovación de los libros y el material educativo y tener tolerancia cero con incidentes xenófobos.
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